jueves, 3 de marzo de 2011

Spartacus: Gods of The Arena, la miniserie


Hábil maniobra de la cadena Starz que tras el éxito arrollador que supuso el estreno del año pasado de la serie Spartacus y la imposibilidad de continuar con una segunda temporada –su actor protagonista sufre de cáncer y la producción se paró un tiempo hasta que se reanudó con otro actor-, se decidió por realizar una miniserie de seis capítulos de duración, ambientada en la misma ciudad romana de Capua y con varios de los personajes que aparecían en la serie madre.

La Casa de Batiatus se encuentra en manos de Lucretia y su esposo –sin duda los personajes más carismáticos de la serie original, interpretados con gran acierto por Lucy Lawless y John Hannah, este último muy dado a las declinaciones y a los monólogos a voz en grito- en ausencia del padre de él, Titus, que se encuentra alejado del calor asfixiante de la ciudad y que vive en un clima costero. Batiatus está decidido a elevar su nombre por encima de sus oponentes: para ello no solo debe valerse de una posición distinguida en los próximo juegos para sus gladiadores, sino en establecer las relaciones necesarias que le permitan auparse en la escala social.

Pero el juego de poder en el que se embarca el ambicioso lanista muy pronto se volverá contra él, forzando a su padre a volver y hacerse de nuevo con el control del Ludus, donde viejos conocidos de los espectadores se entrenan día a día. De esa forma descubriremos muchos hechos apenas dichos en la primera temporada de Spartacus: la llegada de Crixus al Ludus y su conversión de esclavo cantero a Campeón de Capua; el origen de su enemistad con Ashur o su compañerismo con Barca; la tragedia de Oenomaus al tener que asumir el manto del Doctore, abandonando definitivamente la arena; y muchos más personajes corales, entre los que destaca un gladiador llamado Gannicus, que hereda el papel central que antes poseía Spartacus.

Esta miniserie, situada cronológicamente antes que la primera temporada, no es más que de lo mismo que hasta ahora habíamos visto: una trama repleta de diferentes personajes que va avanzando a saltos y a trompicones y de la que se puede esperar cualquier cosa. Con algunos momentos metidos con calzador para justificar algunas acciones del futuro –como la conducta de Lucretia, por ejemplo, que es sibilina en todo lo que hace- funciona tal y como funcionaba su predecesora y como presumiblemente lo hará la segunda temporada. Grandes dosis de acción y de sexo, orgías de sangre y de cuerpos desnudos, todo ello pasado por el particular filtro que le ha dado su identidad a esta producción: un buen ambiente con varios escenarios comunes con la arena del coliseo o la casa de Batiatus como los lugares más frecuentados y un uso descontrolado de las cámaras lentas, de efectos especiales de serie B –la sangre que sale a borbotones es muy cutre, pero gusta igualmente- y sobre todo el uso del croma para los fondos, que cantan bastante pero que ayudan a darle ese toque curioso a los fotogramas.

Así, entre estertores de muerte y gemidos de placer se pasan rápidamente estas seis entregas, un divertimento muy digno para hacer tiempo hasta el estreno de la tan esperada –por verse retrasada en tantas ocasiones y por comprobar si el cambio de protagonista la herirá de muerte- segunda temporada.

4 comentarios:

  1. A ver si se mantiene en la segunda temporada, porque si sigue ofreciendo lo mismo igual nos cansamos.

    Gracias por el comentario!

    ResponderEliminar
  2. Muchos años pasaron ya desde la primera entrega con Andy como protagonista, años en que el público seguidor de la serie no ha hecho otra cosa más que hacer crecer cada vez más su fandom y preservar el legado de sangre, arena y honor que nos dejaron las cuatro entregas.
    En una opinión más personal yo aún sigo sintiendo escalofríos cuando veo a Andy pronunciar aquel discurso que liberó a los esclavos de la casa de Batiatus o cuando veo esa rabia y el dolor en sus ojos azules por haber tenido que matar a Varro,aún recorren los escalofríos en mi piel cuando veo a Ganiccus gritar eufórico al saberse campeón de Capua, al mirar la tristeza en los ojos del galo invicto cuando ve por última vez a su amada Naevia o bien al ver las lágrimas escurrir por las mejillas de Agrón al saber que el fin de su querido amigo Espartaco esta cerca.
    Esta seria jamás se le comparará a ninguna del género péplum, una verdadera joya.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad que la serie generó mucho revuelo en su momento y pese a su éxito no ha tenido una sucesora clara. Y es que es difícil de igualar ese descaro con el se acercaron a este hecho histórico y el resultado tan bueno que tuvo.

      Eliminar