jueves, 2 de junio de 2011

Los Borgia. Primera temporada


La serie creada y guionizada por Neil Jordan se ha ganado su segunda temporada en la cadena Showtime (Dexter) haciéndose cargo sin dudarlo siquiera del vacío dejado por Los Tudor, como ya comenté en mis primeras impresiones sobre la serie, justo aquí.

Jeremy Irons hace suyo el principal papel de la función, el del patriarca del clan Borgia y papa Alejandro Sexto. Sus maquinaciones para hacerse con el poder no solo le han ganado muchas enemistades, sino un verdadero enemigo en la figura del cardenal della Rovere (Colm Feore, Thor), dispuesto a cualquier cosa para destituir al actual papa y restaurar lo que él considera debería ser la Santa Madre Iglesia. El mapa político de la época es confuso: al sur de la península languidece el reino de Nápoles, cuyo trono codician España y Francia. Pasado Roma se encuentra Florencia y Milán, ciudades que irá recorriendo el renegado cardenal con vistas a lograr lo inimaginable: la entrada del ejército francés en territorio italiano, con Nápoles como trofeo y la destitución de Borgia como condición. Los tejemanejes políticos, las bodas concertadas y las diferentes alianzas entre nobles familias centrarán la acción de esta primera temporada, siempre con el temor a Francia y su temible ejército bien presente.

De entre todos los personajes secundarios destaca el hijo mayor de los Borgia, Cesare, destinado por ser el primogénito a desempeñar su labor dentro de la iglesia, como cardenal. Pero la ineptitud de su hermano en las acciones de gobierno del ejército y la guardia vaticana le obligará a tomar partido, convirtiéndose en la mano derecha de su padre. Algo que no le será fácil, pues lo único que anhela es abandonar el manto rojo y convertirse en un soldado. Su relación con su hermana pequeña Lucrezia también dará mucho que hablar.

En sus capítulos finales se anima mucho la cosa con la invasión francesa y es donde mejor se observa el presupuesto gastado en la serie, con alguna que otra escena movida de batalla, en especial todo lo relacionado con el uso de los modernos cañones franceses.

Los Borgia ha resultado una serie entretenida, continuista y asentada en lo logrado por Los Tudor pero que no llega a superar a esta. La serie protagonizada por Jonathan Rhys-Meyers era más luminosa, más vitalista y tenía más tramas y subtramas a las que prestar atención. Las intrigas palaciegas estaban mejor orquestadas y la presencia del monarca era más notoria. Irons, que es lo mejor de toda la serie, destaca cada vez que sale en pantalla pero se trata de un personaje ambiguo, ambicioso e hipócrita, pero temeroso de Dios a la vez, con el que es difícil conectar. Su hijo Cesare era quizás el punto de conexión más obvio con el público más joven, pero el actor carece del carisma necesario que por ejemplo sí tenía Henry Cavill como íntimo amigo del rey Enrique VIII, por seguir con la comparación.

La temporada acaba bien, dejando bastantes temas en el aire, en especial el descontento de Carlos de Francia, no del todo satisfecho con su botín de guerra. Habrá que esperar unos meses para saber cómo continúa la historia. 

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