miércoles, 6 de julio de 2011

Tokio Blues (Norwegian Wood), de Haruki Murakami


La quinta novela del autor japonés, escrita en 1987, es una de sus más famosas ya que fue adoptada como propia por la mayoría de jóvenes japoneses en el momento de su publicación. Este fenómeno social no es fácil de explicar; pero si tuviera que mojarme diría que su temática y su ambientación, así como su estilo, tuvieron mucho que ver.

En primer lugar se trata de una novela de amor. Su protagonista, Watanabe, ya en su madurez, es asaltado por recuerdos de su juventud cuando se dispone a abandonar un avión en Hamburgo. El detonante que lo sumirá en la melancolía es la melodía de una canción de los Beatles: Norwegian Wood, justo el título original. Nuestro protagonista se retrotrae –y por la tanto se hace uso de la primera persona para narrar todo lo ocurrido- a sus primeros años fuera de casa, cuando se fue a vivir a Tokio para estudiar. El ambiente en el que se mueve tiene como telón de fondo las protestas estudiantiles que tuvieron lugar a finales de los años sesenta, lo que aporta un cierto clima a la obra. Y finalmente hay que hacer mención que es la novela más normal que le he leído al autor, en la línea en que un elemento esencial que para mí poseía su literatura no aparece: me refiero a esa imaginación o irrealidad que en algún momento siempre hace acto de presencia.

Eso no quiere decir que la identidad de Murakami no aparezca en estas páginas: su amor por la música o por la literatura –con referencias claras a La montaña mágica o a El gran Gatsby- y sobre todo su capacidad de idear situaciones fuera de lo normal protagonizadas por personajes complejos y originales siguen estando ahí.

En este caso y por profundizar en la trama, Watanabe pasará por la vida en un colegio mayor japonés, vivirá solo, estudiará y encontrará un trabajo y sobre todo amará profundamente a una mujer (o tal vez, a dos). Con una personalidad claramente solitaria y melancólica, a Watanabe siempre le marcará la relación de juventud que tuvo con su mejor amigo y con la novia de este, Naoko. El suicidio del primero llevará a la segunda a un estado depresivo, lo que no la impedirá enamorarse de Watanabe.

También van apareciendo otros personajes importantes en esos años en los que el joven japonés reside en Tokio: las desventuras de Tropa-De-Asalto y su repentina desaparición; su relación con una chica extrovertida, atractiva y vitalista llamada Midori; su amigo Nagasawa y su particular forma de aprovecharlo todo de la vida o Reiko, una madura profesora de música con la que se encontrará en más de una ocasión.

Una historia de amor profunda en un tiempo pasado que no necesariamente fue mejor, atípica por los vericuetos y vueltas que tiene y por su gran carga dramática. La novela es emocionante hasta sus últimas páginas y sus protagonistas se hacen cercanos al lector, pese a las particularidades con que Murakami los retrata. Aun alejándose del estilo literario por el que de verdad ha llegado a interesarme y  del que hay buenas muestras en sus otras obras reseñadas en este blog: Sauce ciego, mujer dormida; After Dark y Sputnik, mi amorDe qué hablo cuando hablo de correr no entraría en esta categoría, siendo más de estilo autobiográfico o de ensayo- me sigue pareciendo uno de los escritores más interesantes del panorama literario actual. 
Fotograma de la película, rodada en 2010

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