Soderbergh es uno de esos directores cuya carrera comenzó en
todo lo alto -Palma de Oro en Cannes por su opera prima Sexo, mentiras y cintas de video (1963)- y a partir de ahí se ha
esperado mucho de ellos, alcanzando a veces el estrellato –Oscar al Mejor
Director en 2001 por Traffic- y otras
veces el más absoluto anonimato.
Lo que no se le puede negar al norteamericano es que posee
un estilo propio y un gusto especial por alternar proyectos más o menos
personales, con cierta dificultad de cara a su venta al público, con otros más
comerciales que le permiten seguir manteniendo su crédito en Hollywood. Contagio pertenece a esa segunda
categoría, aunque por su modo de realización bien podría encuadrarse en la
primera.
Trabajar con estrellas de Hollywood contrastadas –hay unos
cuatro Oscars entre los diferentes actores- no le supone un problema y si se
trata de un reparto extenso donde los principales personajes se reparten el
metraje tampoco es algo a lo que sea ajeno, como atestiguan su Ocean´s Eleven y sus secuelas. Sin
embargo aquí el resultado final es bien diferente y no llega ni por asomo a ser
tan entretenida como la saga de ladrones de guante blanco que lideraba George
Clooney.
Lo que se cuenta aquí es la propagación de un virus
desconocido con un alto grado de mortalidad y de contagio en clave realista e
intentando dar una visión lo más variada posible de las diferentes situaciones
a los que se enfrenta la humanidad en esos fatídicos días. Desde los primeros
que sufren la acción del mismo, en este caso el matrimonio Emhoff, interpretado
por Gwyneth Paltrow (Iron Man, Iron Man II) y Matt Damon (Invictus, Green Zone); hasta aquellos destinados a luchar contra la enfermedad: el Dr.
Cheever (Lawrence Fishburne), uno de los responsables del Centro de Control de
Enfermedades; la Dra. Leonora Orantes (Marion Cotillard, Midnight in Paris, Origen, Enemigos públicos) que trabaja para la
OMS y cuya misión será encontrar al paciente cero –y cuyo desarrollo de la
historia es el más difícil de creer- o la Dra. Erin Mears (Kate Winslet, Revolutionary Road) que trabaja a pie
de campo en una lucha directa contra la pandemia.
Soderbergh nos muestra los diferentes puntos de vista de
aquellos que deben pensar en el bien común y lo que se ven obligados a hacer
para encontrar una posible vacuna –decisiones a veces discutibles como el
control de la prensa, los ensayos clínicos precipitados o el uso de las armas y
de la fuerza bruta por parte del ejército y la policía-; así como otros bien
diferentes, como el de la familia de a pie que tiene miedo del contagio y que
observa impotente como la sociedad va viniéndose abajo a su alrededor. Destacar
uno de los papeles más originales el interpretado por Jude Law (Sherlock Holmes, Repo Men), dando vida
a un blogger de éxito empeñado en
contar la verdad y cuyas acciones tendrán consecuencias imprevisibles.
Todo está muy bien contado, el director es un maestro en eso
y pese a la gran cantidad de personajes
y a los continuos cambios de escenarios –diferentes países,
laboratorios- el espectador no se pierde en ningún momento. Además Soderbergh
recurre de vez en cuando a unas secuencias donde lo único que se escucha son
los acordes de la banda sonora y dan mucha información en pocos segundos, muy
bien ejecutados. Quizás se le pueda achacar un abuso de los primeros planos,
pero en esta situación viene bien para crear una sensación más intensa y
desasosegada. Saca lo mejor de su reparto teniendo en cuenta los minutos con
los que cuenta cada uno, destacando una vez más Matt Damon en el papel más
dramático, convenciendo al público una vez más de su increíble versatilidad
como actor.
El único pero que se le puede achacar al director es que me
sigue pareciendo un poco frío en lo que cuenta y que a veces parece que nos da
un poco igual. Le falta emoción a esta película, como a la mayor parte de su
obra y eso impide que se trate de algo más grande. Aun así es disfrutable y no
se hace pesada, aunque me esperaba mucho más, con tantas críticas positivas
como le había leído.




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