martes, 18 de octubre de 2011

La solución final, de Michael Chabon


El quinto trabajo de ficción del escritor nacido en Washington puede catalogarse dentro de sus obras menores, sin ser esto un hándicap para su lectura. Ya desde los mismos comienzos de su carrera literaria en 1988 con Los crímenes de Pittsburg, Chabon fue elevado por la crítica especializada de su país y por las numerosas ventas de sus libros a un pequeño pedestal al lado de un puñado de escritores de su generación –Jonathan Frazen, por ejemplo- cuyo destino no es otro que liderar la literatura norteamericana de principios del siglo XXI.

Mucha presión, que le ha hecho diversificar su escritura entre novelas más largas y a priori complicadas donde posee el espacio necesario para elaborar sus tramas y desarrollar sus fantásticos personajes. Entre la publicación de Las extraordinarias aventuras de Kavalier y ClayPremio Pulitzer 2001- y El sindicato de policía Yiddish (2007), posiblemente sus trabajos más elogiados, Chabon publicó dos obras más pequeñas en extensión y de temática bien diferente: una novela para jóvenes titulada Summerland (2002) que fue todo un best-seller –pese a no ser ensalzada por la crítica- y la que nos ocupa en este post, publicada dos años después, de apenas unas cien páginas y con reminiscencias en su título tanto a la situación judía en el momento en que está ambientado la historia –finales de la II Guerra Mundial- como a un homenaje encubierto desde el mismo título al protagonista, un anciano de 89 años de edad que vive en la campiña, retirado de todo lo que ha conocido alguna vez y dedicado al cultivo de miel.

Chabon traza un relato detectivesco a medio camino entre el homenaje velado y la deconstrucción o crítica de esa forma de ver los crímenes y misterios que inundaron las librerías a finales del siglo XIX y que en Estados Unidos iniciaría Edgar Allan Poe. Dejando de lado su estilo de escritura, que siempre logra cautivarme –es, por otro lado, uno de los escritores que más me cuesta leer en su idioma original, quizás por ese punto extra de esfuerzo que disfruto enormemente todos sus trabajos- la historia es más sencilla de lo habitual en él: son pocos los personajes que aparecen y el caso a resolver no es muy complicado, quedando un poco simple en su desenlace final. Es sin duda en su comienzo, muy original y en la figura de su protagonista donde esta pequeña novela gana muchos enteros.

Un crío mudo de ascendencia alemana y judío acaba de llegar para quedarse en casa del reverendo del pueblo. Como elemento más curioso de su persona, porta siempre en su hombro un loro africano que no para de recitar palabras y números en alemán, inconexas todas ellas y sin ningún tipo de relación para aquellos que las escuchan. Cuando uno de los inquilinos de la casa donde vive el muchacho aparezca muerto y el inusual animal robado, el comisario de policía recordará al viejo anciano –cuyo nombre nunca se menciona- de viejas historias y leyendas, de cuando éste vivía en Londres  y se ocupaba de aquellos casos tan difíciles que ni siquiera Scotland Yard podía resolver.

Una vez planteado el misterio, le queda a Chabon el homenaje a una figura a la que se creía muerta y que resulta está pasando sus últimos días en el campo. Sus inquietudes y pensamientos, sus increíbles habilidades deductivas y la resignación de aquel que se sabe cercano a su final son sus señas de identidad. A partir de ahí hay una gran cantidad de referencias a un pasado glorioso y distante -23 años desde que abandonara la capital inglesa- que los lectores más asiduos y espabilados no tendrán ningún problema en reconocer.

Un curioso acercamiento a la novela de detectives primigenia por parte de Chabon, que en los últimos años ha estado más dedicado a ejercer de editor o colaborador en antologías –Maps & Leyends era una recopilación de sus artículos y ensayos-, así como a sueldo de Hollywood, mientras espero ande trabajando en su siguiente novela, que por el tiempo que está tomando tiene pinta será de las grandes.Otra obra de Chabon en este mismo blog sería Gentlemen of the Road.

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