En mayo de 2008 publicó la editorial Aleta un recopilatorio con todo el material que Sergio Bleda había
ido creando con el paso del tiempo centrado en el tema vampírico, desde que en
1997 publicara una serie limitada de bastante éxito en PlanetaDeAgostini, en una línea que gozó durante unos meses del
privilegio de estar consagrada a autores españoles, la mayoría de ellos
noveles.
Aunque la edición de Aleta
reduce considerablemente el tamaño normal de un comic-book, formato original de
publicación, la labor de recopilación y la edición compensa todo lo demás,
quedando un tomo muy completo y atractivo, con una reproducción del blanco y
negro perfecta y con varias ilustraciones y páginas a todo color. Además de una
portada con fondo rojo de lo más llamativa.
Volviendo a 1997, la Línea
Laberinto, que así se llamaba el sello de cómic para autores españoles de
la extinta Forum, publicó la historia
de Bleda en una miniserie de cuatro números, a 24 páginas cada uno en blanco y
negro. Todavía tengo vagos recuerdos de la primera vez que me acerqué a dicha serie,
recuerdos que por otro lado se ven corroborados cada vez que releo la edición décimo aniversario: el autor se las
arregla para en cada número meter una gran cantidad de cosas, es decir, de
sustancia, de emoción y de aventuras, con varios personajes principales:
vampiros de diferente clase, neonazis, la policía, un hombre misterioso… La
primera vez que lo leí me pareció muy entretenida, con un buen criterio a la
hora de finalizar cada número con el considerable cliffhanger y con secuencias de acción muy logradas. El final me
pareció algo abrupto en aquel momento: quería saber más de esos personajes.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que el dibujo y la
historia de Bleda tiene muchos más matices de los que percibí hace ya catorce
años: que la ambientación en Barcelona es exquisita si hablamos de sus calles,
de la gente que vive en ella y de uno de sus monumentos más importantes. Al
tiempo se aprecia un amor por el detalle a la hora de situar la historia en un
contexto temporal exacto –el año 1996- gracias a la música que escuchan los
personajes, que logos aparecen en sus camisetas o cómo están decoradas las
habitaciones de los adolescentes de la época. Las secuencias de acción están
muy bien logradas y el contraste entre blanco, negro y grises de Bleda está muy
bien con un diseño de página muy logrado, variado y que aprovecha diferentes
recursos narrativos.
El tomo de Aleta
viene prologado por Antoni Guiral, editor de Bleda en la época en que se
publicó la miniserie y que aporta su granito de arena al recopilatorio con unas
palabras en un marcado estilo literario. Tras las cuatro entregas de El baile del vampiro se recopila un
número especial titulado Inés 1994,
que se publicó unos dos años después, también en Forum, y que cuenta el origen de una de las protagonistas, Inés,
que mientras realiza el viaje desde Albacete –lugar de nacimiento del autor- a
Barcelona va recordando las circunstancias que la han convertido en un vampiro.
El estilo de dibujo es el mismo que en su predecesora.
Se completa el tomo con abundante material adicional: una
historia de tres páginas a color realizada en 2004, guionizada por el escritor
Alberto López Aroca y que viene a ser un homenaje nada encubierto a los Pitufos,
en la que aparece Jakob, el protagonista masculino de El baile del vampiro.
Seguimos con el color para la reproducción de todas las
portadas e ilustraciones promocionales de todo lo relacionado con el evento
vampírico y algún que otro inédito.
Finaliza el tomo de una forma de lo más original: con más de
diecisiete ilustraciones de otros autores españoles y con un relato corto de
Alberto López Aroca, en la que trata de mezclar todos los mundos de fantasía de
su amigo Sergio Bleda.
En resumen, un tomo inmejorable, la recopilación definitiva
sobre El baile del vampiro y todo lo
que trajo consigo, teniendo en cuenta que en su momento Bleda había trabajado
en un periódico realizando tiras cómicas y alguna que otra historia erótica en La Cúpula. Fue entonces cuando se dio a
conocer y cuando fue nominado a Autor Revelación en el Salón del Cómic de
Barcelona. Es una historia agradable de releer, un placer perderse en el
detalle del dibujo de Bleda al tiempo que se sigue una trama trepidante con
abundantes giros inesperados.
El único pero: todavía
sigo pensando que la cosa acabó demasiado pronto.





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