La leyenda del propio Hemingway es tan grande como los son
sus geniales novelas. Pocos autores han vivido tanto y han dado tanta cancha a
la prensa y a su historia personal como
el norteamericano, ganador del Premio Nobel en 1954, entre otros –el Pulitzer
con El viejo y el mar, por ejemplo,
poco tiempo antes-.
La guerra civil española fue uno de tantos eventos
históricos en los que el escritor y periodista se inmiscuyó de una forma o de
otra. Son muchos y muy variados los puntos de vista diferentes que dan personas
de la época sobre la participación de Hemingway en la contienda. Algunas pueden
ser ciertas, otras inventadas y resulta difícil discernir cuál fue el verdadero
papel que realizó como corresponsal; lo que queda fuera de toda duda es que en
1939, cuando residía en Cuba, Hemingway realizó aquello que acaba por ser
definitorio para todo tipo de artista: dar a luz a su mejor obra. Un año
después se publicaba la novela y se aupaba inmediatamente a los primeros
puestos de ventas y a cosechar enormes críticas positivas.
Ambientada en la sierra de Guadarrama en el año 1937, en
mayo concretamente, entre Madrid y Segovia y a punto de tener lugar un hecho
histórico probado: una ofensiva republicana sobre esta última ciudad. Allí se
fija Hemingway en la figura ficticia, pero al parecer basada en personajes
reales, de Robert Jordan, un maestro norteamericano perteneciente a las
Brigadas Internacionales que se une a un grupo de guerrilleros republicanos con
el objetivo de volar un puente, acción que ayudará a dificultar las maniobras
de las tropas fascistas cuando se desencadene el ataque republicano.
Experto dinamitero, aventurero y conocedor en la medida de
lo posible del pueblo español, Jordan llega a parar a una banda ya constituida,
fuertemente arraigada en su camaradería, que se refugia en cuevas y que espera
el momento indicado para volar el puente, que no es otro que instantes después
de que empiecen los bombardeos republicanos. En esos días de espera, el joven
norteamericano conocerá a sus nuevos compañeros, sus luchas, sus miedos y sus
esperanzas.
Aquí Hemingway pinta una serie de retratos apasionantes de
varios de los miembros de la guerrilla, como Pablo, líder de la misma, con un
pasado de asesinatos y de crueldades –lo que se cuenta de los hechos acaecidos
varios meses atrás parece que está basado en una serie de atrocidades que
tuvieron lugar en Ronda- y un presente de pesar, alcohol, dudas y miedos; de
Pilar, auténtico soporte del grupo, una mujer de armas tomar cuyo carácter
difícil y resuelto al tiempo es todo un misterio; o la joven María, que ha
sufrido en sus carnes lo peor de la guerra y que se convierte, por sorpresa
para el propio Jordan, en un interés romántico más allá de la pasión y del
amor.
Hemingway logra transportar al lector a una época y a un
momento concreto, describiendo de manera muy vívida lo que podrían haber sido
cuatro días en la guerrilla, al tiempo que vamos conociendo algo más de sus
personajes, por boca de los mismos o gracias al pensamiento íntimo del propio
Robert Jordan. Con breves pinceladas que nos permiten acercarnos al Madrid
republicano, a los círculos políticos, a los agentes rusos o a las matanzas
entre hermanos y hermanas en pueblos españoles; el autor logra dotar a su
historia de una gran profundidad y son muchas sin duda las lecturas paralelas
que se pueden hacer de ella: la lucha ideológica, incluso la armada; el valor
ante la superioridad del enemigo y la certeza de la muerte; la amistad o el
amor en vidas al límite. Incluso resulta del todo curioso el retrato de un
grupo selecto de españoles, teniendo en cuenta que se trata de la visión de un
extranjero de nuestra propia sangre.
Pero por encima de todo, Por
quién doblan las campanas es una novela apasionante que refleja un
momento de nuestra historia reciente, en
un entorno muy concreto, que no le quita ni un ápice de interés a sus más de
quinientas páginas. Con un tono realista que hace que de verdad nos interesemos
por sus personajes, se va creando un clima de tensión hasta los últimos
capítulos, donde tiene lugar una serie de sucesos increíbles que nos llevan
hasta un final trágico pero del todo lógico, si hemos atendido a todo lo que se
nos ha ido contando.
Una muestra más del genio de un escritor cuya literatura me
parece muy real y apasionada, que me lleva más allá del mero entretenimiento y
del que muchas veces me cuesta separar su vida real de sus historias
inventadas.

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