miércoles, 25 de enero de 2012

Las huellas imborrables, de Camilla Läckberg

No son pocos los autores que nos han llegado de los países escandinavos. Al veterano Henning Mankell (el detective Kurt Wallander) se le sumó en el año 2005 el éxito arrollador que supuso la Trilogía Millennium, que puso de moda en nuestro país la fiebre por la novela policíaca. Y si ésta venía del norte, pues parecía que mejor.

Por aquellas fechas fue cuando empezó a escribir Camilla Läckberg: en el año 2002 publicó La princesa de hielo y desde entonces son más de ocho novelas con la misma protagonista y ambientadas todas en ellas en un pequeño pueblo de Suecia al borde de la frontera con Noruega, Fjällbacka, justo el lugar de nacimiento de la autora. Todo un éxito en su país de origen, en España se ha vendido bastante gracias a su forma sencilla y directa de plantear un asesinato y posterior investigación y resolución.

Las huellas imborrables es la quinta aventura de la escritora Erica Flack, especializada en libros de investigación sobre crímenes y sucesos reales. Como tal y como se trata de la primera novela de la escritora sueca que leo, llego en un momento muy avanzado de la historia personal de la protagonista y de su nuevo marido, el policía de la ciudad Patrick Hedströn, recién bendecidos con la paternidad. Esto puede echar para atrás a nuevos lectores, ya que las relaciones entre los personajes secundarios –familia, compañeros de la comisaría de policía- están ya establecidas y como suelen ser fuente de la mayoría de momentos cómicos uno no acaba de aprovecharlos del todo.

Sin embargo el drama principal de la novela es lo suficientemente interesante como para atrapar al lector, siempre y cuando se centre en la investigación y no en el desarrollo de los personajes. Algo que puede chocar al poco de empezar a leer, ya que la vida personal de la escritora tendrá mucho que ver con el crimen a resolver: el de un viejo anticuario especialista en coleccionismo de objetos nazis que es encontrado asesinado en su propia casa. Su hermano, cuya vida ha estado dedicada a la caza y captura de criminales de guerra nazis, era su único compañero. Mientras la policía investiga el crimen, Erica se topará con un misterio personal: el de su propia madre, amiga del difunto y cuya descripción por parte del anciano choca diametralmente con la opinión que tiene Erica de su progenitora.

Pese a que la investigación criminal es algo tópica y se va desarrollando de una forma sencilla, sin sobresaltos ni giros de guión inesperados, Läckberg consigue acelerar el ritmo y el interés de la historia narrando en paralelo todos los pormenores que rodean a la policía y su investigación con una historia narrada en el pasado, alrededor de 1940 en plena II Guerra Mundial, en una Suecia neutral pero donde existen personas que deciden luchar contra la ocupación nazi de Noruega, mientras existen otros simpatizantes de la causa invasora.

Cuando Millennium se publicó por primera vez se hizo hincapié en la oscuridad latente que habitaba bajo una sociedad que desde fuera tenía la pinta de perfecta. Las mayores crueldades, maldades y miserias se encontraban bajo la piel de sus habitantes y Camilla Läckberg, sin recurrir al realismo extremo de Stieg Larsson, continúa en la línea de desacreditar esa utopía, esta vez centrada en el pasado colaboracionista que tuvieron muchos de sus ciudadanos y en el racismo del que cada vez tenemos más noticias en los tiempos que corren –la película En un mundo mejor es un ejemplo inmejorable de ello-.

En sí la historia está entretenida y sirve como una hábil radiografía de la sociedad sueca  actual–y por consiguiente, para todos nosotros-. Pierde un poco de su fuerza debido a que se trata de un capítulo avanzado de una saga que va ya por su novena entrega, pero eso no le impide que se pueda leer de forma autónoma, sin necesidad de buscar los primeros capítulos. La ambientación en el pasado está bien lograda y es del todo creíble, algo que siempre supone un punto a tener en cuenta.
Fjällbacka

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