El éxito en Hollywood es el ejemplo más claro y actual de aquello que siempre se ha dicho que la gloria es efímera. Sobre todo hoy en día, donde las grandes compañías solo buscan los réditos rápidos en taquilla y la explotación rápida de las ideas más rentables, los actores y actrices que la pueblan pronto pasan de moda, sobre todo una vez que comienzan a hacerse mayores, pierden atractivo y comienzan a tener dificultades para encontrar papeles a su medida.
Curiosamente es el caso de los tres principales artistas tras esta película. Tanto Nicolas Cage (Kick-Ass, Teniente corrupto) como Nicole Kidman son sendos ganadores del Oscar y sin embargo hace mucho que su estrella se apagó. A Cage lo hemos visto en todo tipo de producciones de la más diversa calidad, tirando a baja, debido a sus constantes problemas monetarios. Kidman es un caso diferente con papeles secundarios aquí y allí para que no nos olvidemos de ella, pero sin llamar mucho la atención. Una de sus últimas películas, Rabbit Hole, ni siquiera se ha estrado en España.
El director Schumacher (Twelve) es otro caso parecido, lleva unos diez años sin un taquillazo y eso en la industria de Los Angeles va menguándote poco a poco. Ahora se centra en narrarnos una de esas historias de terror realista. Dicho género ha sido explotado hacia la saciedad en muchas de sus vertientes: los adolescentes hormonados que van cayendo uno a uno; los diferentes psicópatas; el terror gótico de casa encantada y fantasma o el más extraño y fantasioso. Entre todos ellos una de las vertientes que más de moda ha estado en los últimos tiempos es aquel que intenta dar un toque de verosimilitud al asunto, como el de los confiados viajeros que se toman con unos asesinos. Bajo amenaza se sitúa un paso más allá, pese a no ser nada original, aquel miedo que se pasa en el lugar más seguro de todos: tu propia casa y con tu propia familia.
Un matrimonio e hija adolescente son sorprendidos en su lujosa mansión por un grupo de individuos que parece tener las cosas muy claras: van a por los diamantes con los que trabaja el marido y conocen todos los mecanismos de alarma. Sin embargo, en vez de echarse atrás, Kyle Miller apostará por un peligroso juego que podría salvar sus vidas. El carácter inestable de algunos de los invasores hará el resto.
La duración es la adecuada para una historia que pronto pierde el rumbo y comienza a repetirse -¿cuántas veces echan a correr los protagonistas sin conseguir nada?-. Es de reseñar el empeño de Cage y Kidman por dar credibilidad a sus personajes, pero la historia sencillamente no da más de sí y el final es bastante blando. Lo mejor es la ambigüedad con la que juega el personaje de Cage para confundir a sus asaltantes, para así poder ganar algo de tiempo con el que proteger a su familia.
Como secundarios tenemos a Ben Mendelsohn (Animal Kingdom) o Cam Gigandet.



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