martes, 7 de febrero de 2012

Cage, de Brian Azzarello & Richard Corben

Miniserie de cinco números que se publicó a lo largo del 2002 dentro de la línea MAX para lectores adultos de la propia Marvel, lo que le permitía a sus autores jugar con conceptos conocidos de la editorial en un ambiente más real y malsano o, lo que es lo mismo, poder hacer uso de palabrotas, violencia descarnada y algún que otro desnudo –pero poco más-.

Ambos autores ya se conocían de haber trabajado juntos en un arco de Hellblazer en el que su protagonista acababa en una cárcel norteamericana. El propio Corben se ha sentido de lo más a gusto en esta línea editorial, donde ha realizado otros trabajos como Punisher The End, Starr el bárbaro; Hulk o sus propias adaptaciones de Poe y Lovecraft. Y en este caso se le ve mucho más cómodo que a su guionista, que se limita a plantear una historia de sobra conocida, que en su final queda alargada a lo sumo y poco convincente, repleta de referencias a ese tipo de cine protagonizado por negros y que tenía un marcado tono callejero y violento, la blaxploitation. En los años setenta tuvo su auge y directores actuales como Quentin Tarantino no han renunciado a sus hallazgos.

Azzarello (Superman Por el mañana) plantea una historia que recuerda demasiado a Yojimbo y sus remakes (Por un puñado de dólares o El último hombre) situando a Cage en medio de dos bandas rivales intentando sacar toda la tajada que pueda. Al principio es contratado al más puro estilo Shaft por una madre con pocos recursos para que encuentre y vengue a los responsables de la muerte de su hija pequeña, que recibió una bala perdida. La cosa empieza a complicarse y a dar vueltas sobre el mismo tema hasta la inevitable conclusión, que deja muy frío al lector. En realidad, la mayor parte del tiempo se lo pasa Cage mirando su reflejo, sentado y bebiendo su cerveza.

No sé qué parte será mérito del guionista y qué de Corben, pero al menos la versión del personaje principal está muy bien: una masa de músculos enorme que en ningún momento queda claro ni sus intenciones, ni su moralidad ni si tiene algún atributo especial. Todo se desarrolla en un ambiente muy urbano y Corben le saca todo el partido que puede, destacando ese juego extraño de reflejos con Cage y la caracterización de algunos personajes conocidos como Cabeza de Martillo, Lápida, que aquí es albino o el Juggernaut. Hay algunas buenas escenas de acción y las ya familiares mujeres neumáticas e imposibles de Corben, pero la cosa se antoja insuficiente. Reconocerle al guionista el acierto de mantener en secreto las habilidades sobrehumanas o no de Cage, algo que no se sabrá hasta la última viñeta.

Corben se curra unas portadas espectaculares para estos cinco números, que en su conjunto me han sabido a muy poco. Me cuesta conectar con la historia y me parece muy vista y las referencias no me parecen suficientes para hacerla atractiva, ni el inmovilismo de su protagonista. De nuevo lo mejor es el dibujo y por desgracia la historia no está a su altura.

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