En unos pocos días se celebrará el centenario de la muerte de uno de los grandes escritores europeos de la época de entre guerras, probablemente el más leído en su doble faceta de novelista y ensayista o biógrafo. Zweig no pudo soportar el devenir del viejo continente, que se sumía una vez más en la barbarie y la matanza y en Petrópolis, Brasil, se quitó la vida junto con su amada. Atrás dejó una amplia producción que abarcaba el teatro, la poesía, la novela, el relato, la biografía, el ensayo, una interesante correspondencia y finalmente la autobiografía. Magallanes: el hombre y su gesta (1938) es una de sus últimos trabajos, visto en este blog.
En el año 1922 escribe este relato breve titulado Carta de una desconocida, repleto de esa profundidad psicológica de la que tan buen ejemplo ha dado a lo largo de su obra, supeditado a un tipo de escritura claro y sencillo. En este caso, la acción tiene lugar cuando un escritor de éxito retorna a su casa para encontrar entre la correspondencia un voluminoso sobre sin remite que contiene una serie de folios repletos de menuda letra femenina. A partir de entonces Zweig recurre a la primera persona para situarnos desde el punto de vista de la mujer que narra su historia a este hombre, del que ha estado enamorada toda su vida desde que tenía trece o catorce años. Sus ensoñaciones de juventud, su idealización de la persona amada, la separación forzosa, el rencuentro y el primer encuentro carnal y la tragedia de su vida, siempre gobernada por el amor por alguien al que apenas conoce o, mucho más trágico, el amor por alguien que parece no reconocerla en ningún momento de su vida, pese a haber tenido más de un encuentro fortuito. Más de diez años tras los que se decide a escribir una carta contando la verdad oculta en su vida, debida a una serie de circunstancias graves que se enumeran al inicio del relato y que no voy a comentar aquí por no estropear la sorpresa.
La historia, por breve, concisa y directa al corazón, tiene varios puntos interesantes que la hacen indispensable y que la dotan de un punto hipnótico: el amor a primera vista, el incondicional, aquel que no tiene reservas y es para toda la vida, ¿existe de verdad? Y si fuera así, ¿es algo bueno? ¿Se puede controlar una pasión tan grande? ¿Son los sentimientos más fuertes que la razón y deben gobernar nuestra vida, pese a todas las consecuencias? Y si profundizamos un poco más, ¿cuál es la responsabilidad del vital escritor para con su amante secreta? ¿Y la de ella?
La sencillez con la que el escritor austriaco describe a esta mujer contrasta con la cantidad de lecturas que se pueden desprender de ella, a la que yo añado una más: ¿cuál es la razón de la mujer para escribir esa carta y revelar su existencia? ¿El amor, la pena, el sufrimiento? ¿Un enorme deseo de perdurar en la mente de su amado? ¿Reconocimiento? ¿Puede ser el odio?
¿Nos encontramos, en vez de ante una desgarradora historia de amor, ante una cruel y calculada venganza?
Serán los lectores los que juzguen esta historia y den respuesta a todas las incógnitas planteadas en los párrafos inmediatamente anteriores cuando se sumerjan en la hábil prosa de Zweig, que ha sido además adaptada dos veces al cine e incluso a ópera.


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