Poe es uno de
los grandes escritores norteamericanos de toda la historia y su vida es tan
interesante como cualquiera de los múltiples relatos que lo han hecho famoso.
Su trágico final, con tan solo cuarenta años de edad, vino a confirmar la
característica de adelantado a su tiempo que siempre gobernó su vida: fue uno
de los precursores del relato corto; el género detectivesco le debe mucho en su
concepción y entre otras cosas, luchó contra viento y marea para conseguir algo
impensable en aquellos días: vivir exclusivamente de su profesión. Aunque su
género predilecto fue el terror más clásico y gótico, siempre le acompañó un
halo romántico que se deja ver sobre todo en sus poemas y que acabó dotando a
su figura de un misterio que otros autores compartieron con él, convirtiéndolo
en inspiración y que también intentaban ganarse la vida con la escritura:
Howard (Las extrañas aventuras de Solomon Kane),
Lovecraft, etc.
En toda su
carrera literaria Poe desarrolló, además del relato corto y la poesía, la
crítica literaria y el periodismo, pero solo alumbró una única novela: The Narrative of Arthur Gordon Pym of
Nantucket, que primero se publicó incompleta por entregas y acabaría siendo
recopilada en un par de volúmenes en el año 1838. Su repercusión fue escasa,
pero la influencia de la misma con el transcurrir de los años ha sido enorme.
Poe plantea un
compendio de historias marítimas con un mismo protagonista, que va saltando de
un peligro a otro con un ritmo trepidante, que atrapa al lector en un suspiro.
Pero al mismo tiempo se plantea un horror muy particular, un viaje infernal que
comienza en tono realista, con cantidad de detalles técnicos y una ambientación
muy trabajada, basada en experiencias reales del propio Poe y de marineros
profesionales de la época, que va derivando en una aventura irreal con un final
que provoca estupor y que ha dado pie a numerosos estudios por parte de la
crítica especializada. Cuando uno lee esta novela, no puede evitar acordarse de
otras historias que comienzan en clave de aventura y van degenerando en algo
mucho más abstracto, complicado y profundo, como pueden ser Moby Dick o El corazón de las tinieblas, por citar dos ejemplos donde la
navegación es parte esencial de la trama, salvando las distancias en estilo y
forma.
Poe ya había
trabajado algunos relatos cuyo principal escenario era el mar y no puede evitar
que en su novela se note su predilección por este tipo de narraciones: los
capítulos van sucediéndose y el protagonista va saltando de un peligro al
siguiente, como si se trataran de episodios de una serie, sin apenas descanso
ni para su persona ni para el lector, que asiste impávido a una sucesión de
horrores sin igual que, si bien hoy en día resultan menos chocantes, en el
Estados Unidos de la época debieron de resultar casi inadmisibles. Poe reunió
una serie de influencias y referencias que mezclaban viajes científicos,
teorías de la época no probadas todavía, leyendas marinas y una traumática
experiencia infantil cuando se vio obligado a partir a Inglaterra atravesando
un Atlántico embravecido en un barco de vela en el que estuvo atrapado algo más
de un mes. Algo que no justifica la pericia técnica que se aprecia en muchos de
los pasajes y que presupone un completo trabajo de documentación previo. Y
escribe de forma compulsiva y brillante, como si no le preocupara la falta de
una trama concreta, sino contar sus historias a su propio ritmo y no tuviera
muy claro el destino final de su viaje, visto el enigmático final de la novela.
Decir que queda sujeta a interpretación es quedarse corto: si en el futuro se
encontrara un manuscrito perdido de Poe donde se descubriera que estaba
historia estaba incompleta, a nadie le extrañaría lo más mínimo, tal es la
violencia de su desenlace. Violencia que se traslada al texto en la manera
realista de narrar de Poe, que no escatima ningún tipo de sordidez a sus
lectores, dadas las circunstancias en las que tiene que sobrevivir el
protagonista. Así se convierte una aventura marítima en una historia de terror
que pone a prueba al lector.
El
protagonista narra la historia en primera persona, en un recurso que es verdad
que transmite mucho al lector pero que visto la historia en su totalidad no era
el más indicado desde el punto de vista formal. Eso ya nos pone en antecedentes
de que hay que olvidarse de este tipo de detalles y prepararse para disfrutar
de una auténtica montaña rusa literaria, la que comienza con las inquietudes
del protagonista, que reside en la isla de pescadores de Nantucket, en la costa
de Massachusetts. La primera parte de la historia, que se puede ver como un
prólogo que poco o nada tiene que ver con el desarrollo de la novela, salvo la
presentación de los personajes, tiene lugar en un pequeño bote perteneciente al
protagonista, el Ariel. Junto con su mejor amigo, Augustus Barnard, y en plena
borrachera descomunal, deciden salir a navegar con la mala fortuna de que son
sorprendidos por una tormenta descomunal. Augustus, más curtido en la
marinería, resulta inservible por el alcohol y obliga al propio Pym a tomar las
riendas de la situación en un intento desesperado por salvar la vida. Algo que
ocurre de milagro gracias a la aparición de un ballenero que los salva en el
último momento.
Lejos de
disuadir al joven, que quiere dedicarse a la vida en el mar contra los deseos
de su familia, esta primera aventura acaba por estimular la decisión de Pym de
acompañar a su amigo en su próxima travesía, ya que su padre es capitán de un
ballenero, el Grampus. Los amigos
idean un plan que no carece de peligro: Augustus prepara un habitáculo
escondido en las profundidades del barco lo suficientemente espacioso para dar
cabida a Pym y a su perro Tiger. El
objetivo es mantener a Pym oculto, alimentado a escondidas por su amigo, el
tiempo suficiente para que la nave alcance su destino en los mares del sur y se
encuentre demasiado lejos para desembarcarlo en su país.
Aquí comienza
uno de los momentos más claustrofóbicos de la narración: encerrado sin luz ni
comida, las provisiones dejan de llegar y Pym se encuentra solo sin poder hacer
nada para sobrevivir, encerrado con un animal que en el cruel ambiente comienza
a sufrir una regresión a una vida más salvaje. El peligro, el estado decadente
del protagonista y sobre todo el no saber qué es lo que ha podido pasar
contribuyen a crear una atmósfera asfixiante, que se ve solucionada en el
último momento –hecho que va a repetirse en numerosas ocasiones, la salvación
en el instante final-.
Sin cambiar de
escenario, pero ante un nuevo desafío, Ambrose pone en antecedentes a su amigo:
ha habido un salvaje motín que ha acabado con muchos miembros de la
tripulación, mientras otros han sido desembarcados en alta mar. Con un nuevo
aliado a bordo, un arrepentido marinero llamado Dirk Peters, se lleva a cabo un
plan demencial que entronca directamente con leyendas de fantasmas a bordo,
pare recuperar el gobierno del barco.
La difícil
situación finaliza con una desastrosa tormenta que deja a los tres compinches,
más un marinero llamado Richard Parker, como únicos supervivientes de un navío
roto, ingobernable y sin provisiones de ningún tipo. Los días pasan y el hambre
y la sed se hacen insoportables. En este momento tiene lugar un pasaje
sobrecogedor, que recuerda a la historia del holandés errante. Desesperados, los cuatro marinos divisan un barco
que se les aproxima. Creyéndose salvados, presencian un horror indescriptible
al dejarlo de lado y vislumbrar a toda la tripulación convertida en cadáveres
en descomposición. De nuevo el autor pasa de largo, no considerando oportuna
una mera explicación del origen y destino de los infortunados, preocupado por
los siguientes infortunios que van a soportar los protagonistas.
Uno de los
momentos más polémicos de la novela tiene lugar a continuación, quizás el que
mayor rechazo provoca en el público: el canibalismo al que se ven obligados
para sobrevivir, seguido de uno de los más tristes: la muerte de Ambrose. Así
quedan Pym y Dirk, a la deriva en poco más que un trozo de madera, salvados in
extremis por un barco británico, el Jane
Guy.
Un nuevo
cambio de escenario en el que ambos entran a formar parte de la tripulación de
un barco que se dispone a explorar el Polo Sur y donde Poe aprovecha de nuevo
para mostrar datos reales sobre la fauna y flora que se puede encontrar en esas
latitudes. Un breve descanso, atípico en la novela, que muy pronto toma un
nuevo camino de fantasía, cuando el Jane
Guy atraviese una de las líneas de hielo del polo y arribe a una misteriosa
isla habitada por una tribu desconocida. Poe comienza aquí a preparar el final
de su historia, introduciendo un dato que a priori parece irrelevante pero que
luego tendrá una importancia vital: los nativos de la isla sienten una
repulsión total hacia el color blanco.
Los en un
principio amigables indígenas se muestran salvajes y calculadores, emboscando y
matando a toda la tripulación, destruyendo el barco en el proceso. De nuevo Pym
y Dirk se convierten en los últimos supervivientes y pasan a un nuevo entorno:
la isla hostil, de donde deben fugarse a toda costa. Si el lector ha demostrado
un gran arrojo para llegar hasta aquí, el final de la novela no puede serle
indiferente: los protagonistas se las apañan para secuestrar a un salvaje y
robar una canoa que se ven incapaces de gobernar, ya que parece moverse sola
atrapada por una corriente. El color blanco se hace cada vez más presente e
importante hasta que de repente… todo se acaba, con uno de los desenlaces más
intrigantes que recuerdo haber leído nunca y más sujeto a interpretación.
Tiene cierta
lógica que la novela no cuajara en su momento y que su reivindicación tuviera
lugar cuando grandes escritores y artistas recordaran la inmensa figura de Poe,
muchos años tras su muerte. Su influencia ha sido grande y manifiesta y se le
considera una de las figuras capitales de las letras norteamericanas y de la
literatura en general. Por citar tan solo dos de las más grandes obras
relacionadas que se han escrito, Lovecraft adaptó con su personal estilo ese
universo blanco como fuente de terror en En
las montañas de la locura, curiosamente uno de los pocos trabajos extensos
que realizó, centrado al igual que su reverenciado Poe, en el relato corto y el
cuento. El segundo sería La esfinge de
los hielos, quizás una de las obras menos conocidas del francés Julio Verne
y que es una secuela directa del Arthur Pym, apostando por el progreso
científico y la exploración aventurera que tanto gustaba al autor, que se veía
capaz de ofrecer una explicación a ese final portentoso ideado por Poe –no deja
de ser curioso estos dos ejemplos, que intentan ofrecer una misma respuesta,
pero que no podían ser más diferentes entre sí-.
Por tiene
relatos insuperables, poemas famosísimos y enigmáticos, y una única novela que
resulta espectacular, que atrapa como pocas, valiente y decidida, que
transforme la aventura marinera en un relato de terror oscuro y realista, a
ratos, y fantasmal e incomprensible en otros. Ese anarquismo en su redacción,
unida a su prosa cuidada, detallista y erudita, forman un cocktail difícil de digerir pero de extraordinario sabor, que
perdura en el paladar mucho tiempo después de haber finalizado su lectura y que
marcó a muchas generaciones de lectores, de forma directa o indirecta.
Hola soy leyenda. No quiero ser spam pero no sabía como contactar contigo. Mi amigo David y yo hemos sido amantes de Poe desde críos. Él lleva dos años trabajando en ilustrar la obra del primero. Espero que el próximo proyecto que lleve a cabo sea de Lovecraft.
ResponderEliminarAhora ha presentado todo este trabajo en kickstarter para financiar una antología ilustrada del maestro del terror, en formato edición limitada. Además incluye la banda sonora creada por nuestro compañero y amigo Teo Grimalt.
Solo quería comentarte sobre el proyecto, para que le eches un vistazo.
Aquí tienes el link directo a Kickstarter: http://kck.st/1eNtyFP
La web en español: http://poekickstarter.com/es/
Mil gracias por leer estas lineas y felicidades por el blog :)
En esta obra, Poe se embarca —y aquí la expresión viene al pelo— en el género novelístico con éxito más que notable. El amor por el mar y la aventura son el hilo conductor de un relato crudo y asombroso que culmina con un enigmático final, quizá uno de los desenlaces más misteriosos de la historia de la literatura. El autor colma de detalles al lector sin que por ello la narración se haga pesada o tediosa, con acción sin pausa, y algunos intervalos de alivio cuando el protagonista consigue superar una adversidad. La obra, aunque parece inacabada, fue publicada en el año 1838. No existe información sobre cuál fue la intención del autor al concluirla de ese modo. En cualquier caso, una obra imprescindible y magnífica.
ResponderEliminarUna de las características de esta obra más curiosa es ese final que mencionas, que ha cautivado a tantos lectores y autores que han venido después. Uno no puede leer En las montañas de la locura sin acordarse del Arthur Gondon Pym y el mismísimo Julio Verne escribió una secuela directa. Eso sí, en su propio estilo.
Eliminar