jueves, 27 de marzo de 2014

Grand Piano, de Eugenio Mira



Interesante película del alicantino Eugenio Mira, que debutó en el género fantástico con The Birthday (2004) y trabajó con Eduardo Noriega en Agnosia (2010), dos propuestas diferentes y arriesgadas, de igual manera que lo es este Grand Piano, que aunque ha tenido cierta distribución en Estados Unidos y ha llegado a estrenarse en varios festivales, Sitges incluido, no ha cuajado una taquilla aceptable, si bien las principales páginas de crítica en internet le dan un resultado más que notable, como no podía ser de otra forma una vez finalizada esta producción apadrinada por Rodrigo Cortés, con el que ya trabajó en Luces Rojas, interpretando un pequeño papel como el joven Robert de Niro.

Mira se enfrenta en su primer trabajo de encargo a un guión difícil de Damien Chazelle, acompañado por un comprometido Elijah Wood (El hobbit: un viaje inesperado), que le ha pillado el gusto a trabajar con españoles –a estas alturas ya ha rodado con Alex de la Iglesia y Nacho Vigalondo-. Aquí interpreta a Tom Selznick, un prodigio del piano que lleva cinco años sin tocar una pieza en público debido a que en su última actuación intentó llevar a cabo la llamada pieza intocable, donde fracasó quedándose irremediablemente congelado. Ahora, casado con una guapa y boyante actriz, decide volver a dar un concierto, aunque ni por asomo se plantea acercarse a su pieza maldita. Hasta que un psicópata, en plena representación, amenaza con matarle a él y a su mujer si deja de tocar o falla una sola nota, obligándole a enfrentarse a su mayor fracaso.

El ajustado metraje de hora y media se pasa volando gracias a los recursos que aporta el director en la dirección, cuya mejor arma –por no decir la única- es la puesta en escena, ya que la mayoría del metraje transcurre con Wood sentado al piano tocando. La música de Víctor Reyes se convierte en una pieza esencial en este trepidante thriller, donde también hay que destacar a la actriz Kerry Bishé (Argo, Red State) y a John Cusack (2012) en un papel muy curioso ya que apenas sale en pantalla y sin embargo está presente en todo momento a través de su voz, algo muy parecido a lo ocurrido con Scarlett Johansson en la reciente Her, de Spike Jonze.

La implicación de los actores es esencial en una película cuya historia no se sostiene por sí sola. Una vez descubierta la sorpresa final, que explica qué ha estado ocurriéndole al protagonista durante todo el metraje, no vale la pena darle una explicación mayor porque acabaría viniéndose abajo, de ahí que haya que disfrutar de este viaje sin muchas complicaciones y dejándose llevar por el pulso narrativo de Mira, que saca lo mejor de sus intérpretes, con planos más que arriesgados y algún que otro movimiento de cámara sorprendente, homenaje incluido a Brian de Palma y su gusto por dividir la pantalla en dos imágenes.   

Un proyecto muy interesante y diferente, en la línea de aquellos que el propio Cortés ha ido desarrollando para sí mismo en sus labores de director. Es entretenida en todo momento y se pasa volando, lo mejor que se puede decir de un thriller pensado para atrapar al espectador sin remedio. 

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