lunes, 21 de abril de 2014

Lulú. Mujer desnuda, de Étienne Davodeau



Historia intimista repleta de ternura en la que el artista francés nos presenta a Lulú, una mujer ya en la cuarentena, madre de familia con tres hijos, que desencantada con la vida y tras el enésimo rechazo en una entrevista de trabajo decide marcharse lejos de todo lo que conoce, sin rumbo fijo ni ningún plan a largo o a corto plazo, provocando la alarma entre sus familiares y sus amigos más allegados.

Davodeau elige una estructura curiosa para narrar su historia, la de una reunión familiar y de amigos en el porche de una casa donde todos permanecen a oscuras sobre lo que ha pasado, como el propio lector. Es a través del relato de uno de ellos, que conoce los pormenores de lo que ha ido ocurriendo los últimos días, que nos iremos enterando de las peripecias de Lulú, que lejos de vivir grandes aventuras dedica su recién obtenida libertad a pasear horas y horas, a entablar conversaciones con desconocidos y a conocer gente nueva, de los que sacará alguna que otra amistad e incluso un nuevo amor. Hay que destacar la existencia de un tierno sentido del humor, que evita que el guión se convierta en un melodrama barato.

Davodeau publicó Lulú en dos volúmenes separados de unas ochenta páginas cada uno más o menos, el primero de ellos apareció a finales de 2008 y el segundo a mitad de 2010. Argumentalmente le sirve al autor para parar la acción en un momento crucial de la historia, con una serie de revelaciones que necesitan a su vez de una mayor explicación, que proseguirá a través de una voz narrativa diferente a la que nos venía contando la historia.

Costumbrismo muy bien construido alrededor de una mujer que no puede evitar una tristeza interior insoportable, que la lleva a realizar un viaje personal a la costa francesa, paisaje ideal para que el desenfadado dibujo de Davodeau cobre un nuevo significado, de forma que casi se puede sentir a través de sus páginas las emociones que perturban a la protagonista. El nivel de detalle es suficiente en un guión donde abundan los paisajes naturales, una constante que podemos ver repetida en otras obras recientes del francés, como la magnífica Los ignorantes o la reciente Rural. Ambas optaron por eludir el color, quizás por su tema documental, estableciendo una separación con las ficciones que antes había producido, como esta Lulú donde los colores suaves son indispensables para sumergirnos en lo que se nos está contando.

La Cúpula, editorial donde podemos encontrar a Davodeau traducido en nuestro país, reedita ahora esta obra en un tomo integral, una ocasión perfecta para releer su primera edición, en tapa dura y separada en dos volúmenes.   

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