Pocas series hay ahora mismo en
antena que sobresalgan en tantos aspectos diferentes como esta producción que
no solo regresa para unos nuevos trece episodios, sino que ha conseguido la
renovación para una tercera tanda con mucha más facilidad que el año pasado.
Bryan Fuller ha sido fiel a su estilo y ha cobrado justa recompensa por su
tenacidad, ya que nos encontramos ante una de las mejores series que se emiten
actualmente en la televisión, ya sea en abierto o por cable.
Si ya con Pushing Daisies Fuller demostraba la atención meticulosa que ponía
en el aspecto visual, en Hannibal lo
lleva un paso más allá con una de las atmósferas más conseguidas que recuerdo a
la hora de llevar a cabo un relato tan cruento y oscuro como el que tiene lugar
aquí. Sabedor de que para ello debe rodearse de los profesionales más
adecuados, otorga la dirección a directores con un marcado estilo visual como
David Slade, que ha dirigido películas como 30
días de oscuridad; Michael Rymer (Battlestar Galactica) con el que comparte labores de producción o el italiano Vincenzo
Natali, famoso por su debut Cube. A
base de primeros planos, una iluminación de lo más especial, repleta de
contrastes; composiciones arriesgadas y diferentes a lo que nos tiene
acostumbrados las series generalistas o el acertadísimo uso del sonido ambiente
y de la música, se va creando una atmósfera opresiva e intrigante que mantiene
al espectador en vilo los minutos que dura cada episodio.
Fuller sabe además como dosificar
la información de un guión que funciona muy bien en su conjunto, con muy pocos
bajones de interés a lo largo de todo el metraje, con algún que otro caso
semanal que tiene que investigar el FBI. La primera escena con la que comienza
esta segunda temporada es un violento enfrentamiento físico entre el doctor
Hannibal Lecter y Jack Crawford, el jefe de la Unidad del FBI encargada de los
casos más extraños y difíciles. Una escena que queda en suspenso hasta mediados
del último episodio, de modo que todo lo que vemos en medio no es sino un
gigantesco flashback, que podemos
dividir en dos partes: en la primera de ellas, Will Graham es víctima de las
manipulaciones del buen doctor, que le han llevado al psiquiátrico de Baltimore
acusado de asesinato múltiple. Y en la segunda, recuperado de nuevo la relación
entre doctor y paciente, se establece un peligroso juego de identidades, de maestro
y discípulo y de una particular caza.
Si tanto el aspecto visual como
la historia están bien definidos, la labor actoral no se queda atrás. Mads
Mikkelsen (La caza, Furia de titanes, Casino Royale)
y Hugh Dancy protagonizan un enfrentamiento dialéctico que va más allá de
intensas miradas: un duelo de inteligencia que no va a acabar bien para ninguno
de los dos. Lawrence Fishburne (El hombre de acero) no se queda atrás en su interpretación de un Jack Crawford
asediado por las dudas y tan solo Caroline Dhavernas pierde un poco de empaque
en sus minutos en pantalla. Como secundarios destacan en papeles determinantes
una muy atractiva Gillian Anderson; Gina Torres (Firefly) como la moribunda esposa de Crawford; Cynthia Nixon,
Miranda en Sexo en Nueva York o un
desconcertante Michael Pitt tras su paso por Boardwalk Empire.
La figura del psicópata atractivo
para el gran público no es nueva. Ya existía esa atracción o admiración en las
películas protagonizadas por Anthony Hopkins o en la serie Dexter. El Hannibal de Fuller es elegante, culto y refinado,
extremadamente educado, astuto y mortalmente inteligente. Posee habilidades
únicas para su vida oculta y en la cocina no encuentra igual. La elaboración de
los platos ideados y pensados por el cocinero español Jose Andrés, famoso en la
televisión norteamericana, son un elemento único e indispensable para entender
el alcance de esta serie. Eso hace que la sorpresa continúa sea más que
creíble, como se puede comprobar en el brutal desenlace. También sorprende la
manga ancha con que la NBC emite esta
serie, que roza en muchos momentos el gore, con imágenes muy fuertes para una
cadena en abierto.
Otro tanto que se anota el
guionista es a la hora de adaptar los personajes ideados por Thomas Harris y
vencer ciertas dificultades. En los títulos de crédito siempre aparece el libro
Red Dragon como fuente de adaptación,
pero son varios los personajes de la tercera novela, Hannibal, los que aparecen –los Verger y su piara de cerdos, por
ejemplo-.Curiosamente, nadie de El
silencio de los corderos puede hacerlo, ya que Fuller no tiene los
derechos, al menos todavía. El hecho de que haya anunciado que necesita ocho
temporadas para contar su historia plantea ciertas dudas, algo que Fuller parece
haber solucionado de la manera más fácil: cambiando la historia a su antojo. Lo
que es de agradecer, ya que los aficionados a las novelas o aquellos que hayan
visto las películas reconocer algunas situaciones como familiares, pero no
tendrán problemas para sorprenderse con algunos giros. Sin embargo se las
ingenia para jugar con los iconos más característicos del personaje, retorciéndolos
a su gusto, como la máscara que se ve obligado a llevar Will en su cautiverio y
que se convirtió en uno de los elementos publicitarios más importantes.
Me encanta la imprevisibilidad de esta serie..
ResponderEliminarEs una de sus mejores características: nunca sabes si va a seguir el camino marcado por los libros o si va a explorar nuevos senderos.
EliminarMe tiene fascinada y encantada esta serie amo a hannibal ,majestuosa su interpretación ,amo su cara su casi sonrisa ironica ,su dialecto tan refinado ,su trato, y como se lo muestra tan perfecto en todo ,y sobresaliente en lo culinario,me resulta una serié muy especial!!
ResponderEliminar¡Me alegro que te guste tanto!
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