martes, 27 de mayo de 2014

Hannibal. Segunda temporada



Pocas series hay ahora mismo en antena que sobresalgan en tantos aspectos diferentes como esta producción que no solo regresa para unos nuevos trece episodios, sino que ha conseguido la renovación para una tercera tanda con mucha más facilidad que el año pasado. Bryan Fuller ha sido fiel a su estilo y ha cobrado justa recompensa por su tenacidad, ya que nos encontramos ante una de las mejores series que se emiten actualmente en la televisión, ya sea en abierto o por cable.

Si ya con Pushing Daisies Fuller demostraba la atención meticulosa que ponía en el aspecto visual, en Hannibal lo lleva un paso más allá con una de las atmósferas más conseguidas que recuerdo a la hora de llevar a cabo un relato tan cruento y oscuro como el que tiene lugar aquí. Sabedor de que para ello debe rodearse de los profesionales más adecuados, otorga la dirección a directores con un marcado estilo visual como David Slade, que ha dirigido películas como 30 días de oscuridad; Michael Rymer (Battlestar Galactica) con el que comparte labores de producción o el italiano Vincenzo Natali, famoso por su debut Cube. A base de primeros planos, una iluminación de lo más especial, repleta de contrastes; composiciones arriesgadas y diferentes a lo que nos tiene acostumbrados las series generalistas o el acertadísimo uso del sonido ambiente y de la música, se va creando una atmósfera opresiva e intrigante que mantiene al espectador en vilo los minutos que dura cada episodio.

Fuller sabe además como dosificar la información de un guión que funciona muy bien en su conjunto, con muy pocos bajones de interés a lo largo de todo el metraje, con algún que otro caso semanal que tiene que investigar el FBI. La primera escena con la que comienza esta segunda temporada es un violento enfrentamiento físico entre el doctor Hannibal Lecter y Jack Crawford, el jefe de la Unidad del FBI encargada de los casos más extraños y difíciles. Una escena que queda en suspenso hasta mediados del último episodio, de modo que todo lo que vemos en medio no es sino un gigantesco flashback, que podemos dividir en dos partes: en la primera de ellas, Will Graham es víctima de las manipulaciones del buen doctor, que le han llevado al psiquiátrico de Baltimore acusado de asesinato múltiple. Y en la segunda, recuperado de nuevo la relación entre doctor y paciente, se establece un peligroso juego de identidades, de maestro y discípulo y de una particular caza.

Si tanto el aspecto visual como la historia están bien definidos, la labor actoral no se queda atrás. Mads Mikkelsen (La caza, Furia de titanes, Casino Royale) y Hugh Dancy protagonizan un enfrentamiento dialéctico que va más allá de intensas miradas: un duelo de inteligencia que no va a acabar bien para ninguno de los dos. Lawrence Fishburne (El hombre de acero) no se queda atrás en su interpretación de un Jack Crawford asediado por las dudas y tan solo Caroline Dhavernas pierde un poco de empaque en sus minutos en pantalla. Como secundarios destacan en papeles determinantes una muy atractiva Gillian Anderson; Gina Torres (Firefly) como la moribunda esposa de Crawford; Cynthia Nixon, Miranda en Sexo en Nueva York o un desconcertante Michael Pitt tras su paso por Boardwalk Empire.

La figura del psicópata atractivo para el gran público no es nueva. Ya existía esa atracción o admiración en las películas protagonizadas por Anthony Hopkins o en la serie Dexter. El Hannibal de Fuller es elegante, culto y refinado, extremadamente educado, astuto y mortalmente inteligente. Posee habilidades únicas para su vida oculta y en la cocina no encuentra igual. La elaboración de los platos ideados y pensados por el cocinero español Jose Andrés, famoso en la televisión norteamericana, son un elemento único e indispensable para entender el alcance de esta serie. Eso hace que la sorpresa continúa sea más que creíble, como se puede comprobar en el brutal desenlace. También sorprende la manga ancha con que la NBC emite esta serie, que roza en muchos momentos el gore, con imágenes muy fuertes para una cadena en abierto.

Otro tanto que se anota el guionista es a la hora de adaptar los personajes ideados por Thomas Harris y vencer ciertas dificultades. En los títulos de crédito siempre aparece el libro Red Dragon como fuente de adaptación, pero son varios los personajes de la tercera novela, Hannibal, los que aparecen –los Verger y su piara de cerdos, por ejemplo-.Curiosamente, nadie de El silencio de los corderos puede hacerlo, ya que Fuller no tiene los derechos, al menos todavía. El hecho de que haya anunciado que necesita ocho temporadas para contar su historia plantea ciertas dudas, algo que Fuller parece haber solucionado de la manera más fácil: cambiando la historia a su antojo. Lo que es de agradecer, ya que los aficionados a las novelas o aquellos que hayan visto las películas reconocer algunas situaciones como familiares, pero no tendrán problemas para sorprenderse con algunos giros. Sin embargo se las ingenia para jugar con los iconos más característicos del personaje, retorciéndolos a su gusto, como la máscara que se ve obligado a llevar Will en su cautiverio y que se convirtió en uno de los elementos publicitarios más importantes.

4 comentarios:

  1. Me encanta la imprevisibilidad de esta serie..

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    1. Es una de sus mejores características: nunca sabes si va a seguir el camino marcado por los libros o si va a explorar nuevos senderos.

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  2. Me tiene fascinada y encantada esta serie amo a hannibal ,majestuosa su interpretación ,amo su cara su casi sonrisa ironica ,su dialecto tan refinado ,su trato, y como se lo muestra tan perfecto en todo ,y sobresaliente en lo culinario,me resulta una serié muy especial!!

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