lunes, 20 de junio de 2016

Hellboy Vol. II: despierta al demonio, de Mike Mignola


Desde que creara a Hellboy, Mignola siempre ha sido fiel a su editorial, Dark Horse, y a la forma en que ha publicado sus obras, a través de series limitadas de pocos números que se suceden las unas a las otras. Lo hizo con el Demonio Rojo, con los sucesivos spin-off del mismo y con el resto de series independientes que conforman su particular universo creativo.

Pero en el momento en el que se publica Despierta al demonio, todavía falta tiempo para todo eso. Hellboy parece que ha llamado la atención del público con su primera aventura y es hora de asentar al personaje en el mercado. Para ello Mignola prescindió de la ayuda de John Byrne en los guiones y contó con James Sinclair para la aplicación de los colores, en una miniserie que se compondría de cinco episodios, publicados entre junio y octubre de 1996, aunque estaban ambientados un año antes.

Como se encarga de recalcar el mismísimo Alan Moore en el prólogo del tomo recopilatorio en tapa dura, la acción y la aventura que plantea Mignola rebosa del influjo de Jack Kirby por todos sus lados, si bien es cierto que sus tramas y sobre todo la ambientación son menos luminosas y beben más del folclore y las leyendas europeas. El propio autor dedica el tomo a Drácula y a todos los vampiros que alguna vez le han gustado, ya que en el centro de la historia se encuentra Vladimir Giurescu, un ser procedente de Rumanía que lleva arrastrándose por el mundo desde las guerras napoleónicas y que parece resucitar cada cierto tiempo, al cumplir un arcano ritual en su castillo. Giurescu abandonó nuestro mundo por última vez durante la II Guerra Mundial, por culpa de su relación con el nazismo.

La Agencia

Aunque la trama principal lanza a varios agentes de la Agencia por tierras rumanas con la misión de impedir la vuelta de entre los muertos de Gierescu, Mignola se las ingenia para continuar las subtramas planteadas en Semilla de destrucción, de modo que tenemos a todos los integrantes del Proyecto Ragna Rok como secundarios, con Rasputín a la cabeza buscando venganza por su asesinato a manos de Abe, Liz y Hellboy. Todos van a sufrir de lo lindo en esta aventura y alrededor del Demonio Rojo van a descubrirse –y plantearse- nuevos misterios, sobre todo relacionados con su auténtica condición. Como curiosidad, Mignola revela, con mucho acierto, qué son esas protuberancias con las que dibuja a su personaje principal y de las que hasta ahora no teníamos ni idea.

El ambiente de leyendas y maldiciones europeas está muy presente en todo momento, junto con la acción trepidante y, por momentos, algo descerebrada, de modo que el sentido del humor no es algo ajeno al personaje. Su increíble resistencia es puesta continuamente a prueba, algunas de las veces de manera descacharrante. Esto se traslada al dibujo de Mignola, que a veces parece que tiene prisa por acabar la historia, echando mano de viñetas muy grandes, sobre todo a la hora de plasmar la acción.

Algunos personajes como Kate Corrigan, de la Agencia o el séquito de servidores de Rasputín –especial atención merece todo ese rollo de científicos locos ocultos en Noruega-, comparten páginas con seres mitológicos como la diosa Hécate o la Baba Yaga. En la recopilación que se hizo en tapa dura, aparte de una nueva portada para la ocasión, Mignola completó un epílogo protagonizado por este ser y Rasputín. Durante esta miniserie se revelaba que la anciana ya había tenido un encuentro no demasiado placentero con Hellboy en el pasado, si bien todavía desconocemos los detalles.

Aunque más tarde cobrarían renovada importancia, durante esta historia también aparece por primera vez un homúnculo con una especial relación con Liz y alrededor de Hellboy Mignola sigue construyendo su propia mitología, muy deudora de la de Lovecraft. Como curiosidad, se pronuncian importantes nombres como los de Anung Un-Rama o el Ogdru-Jahad.

La edición de Norma continúa con el buen hacer mostrado en el tomo anterior. La tapa dura, la edición y la recopilación del epílogo hecho para la ocasión mencionado más arriba, así como varias ilustraciones del personaje principal realizadas por diferentes artistas.


Despierta al demonio es una buena continuación de la anterior historia. Va avanzando en la mayoría de tramas planteadas, como si se tratara de una serie regular, pero al mismo tiempo le da una entidad propia alrededor del personaje de Giurescu, al que tiene que investigar la Agencia. El dibujo de Mignola no ha evolucionado todavía, de hecho se aprecia cierto apresuramiento en algunas páginas y en el guión va puliendo detalles poco a poco –en su esencia, la historia es muy parecida a la que se narró en el volumen anterior, una nueva oportunidad de atraer a Hellboy al lado oscuro por parte de su padre espiritual, Rasputín-. Y de nuevo también le valió la oportunidad a su creador de hacerse con un Premio Eisner, esta vez al Mejor Escritor/Artista en Drama (1997). 

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