jueves, 16 de junio de 2016

Marvel Knights Punisher: bienvenido, Frank, de Garth Ennis & Steve Dillon

A la tercera va la vencida. Eso debió de pensar Joe Quesada, ya Director Editorial de Marvel, cuando se decidió a lanzar la tercera miniserie protagonizada por Frank Castle dentro de la línea Marvel Knights que él mismo ayudó a crear, en lo que fue su primer puesto de editor dentro de la compañía –Quesada también se reservó los lápices de una de las colecciones más importantes, el Daredevil que lanzaría junto al cineasta Kevin Smith-.

Dentro del mismo sello habían probado suerte dos miniseries protagonizadas por Punisher, pero estas no habían calado en el público debido a un enfoque un tanto ajeno al personaje, convirtiendo al justiciero por antonomasia del Universo Marvel es una especie de siervo de los ángeles. La cosa no funcionó, pero Quesada no desistió del proyecto y decidió lanzar una tercera miniserie de doce números que acabaría convirtiéndose en el quinto volumen del personaje. Para asegurar su éxito, Quesada se hizo con los servicios de una de esas parejas artísticas que nacen para trabajar juntos: los británicos Garth Ennis y Steve Dillon, famosos por haber creado Predicador, una de las series más famosas y laureadas del sello Vertigo.

Los diálogos irreverentes de Ennis y las situaciones escatológicas por las que transitan sus personajes encuentren un acomodo inaudito en la persona de Frank Castle. El guionista prefiere no complicarse la vida y trae de nuevo a Frank a la Nueva York que todos conocemos con una nueva misión: acabar con la familia mafiosa Gnucci. Lo que parece a priori algo ya visto en infinidad de ocasiones, resulta sorprendentemente fresco en manos de un guionista que tiene muy claro lo que hacer con un personaje que, por mucho que se intente, no tiene cabida natural en un universo de ficción superheroico como el de Marvel, donde la mayoría de héroes nunca han roto un plano y meten en la cárcel, día sí día también, a cientos de psicópatas como el propio Frank. Así que su apuesta es clara por el humor y la acción, de modo que el producto final queda en una historia algo intrascendente, pero muy divertida; de ágil lectura pero de resultado más que redondo.

Steve Dillon, fiel escudero de Ennis, nunca ha sido un dibujante de mi agrado. Demasiado simple para mi gusto y si bien en Predicador tenía un pase, sus colaboraciones dentro de los superhéroes nunca han acabado de convencerme. Pero aquí está bastante bien, se sabe todos los trucos del oficio –repetición de algunas secuencias; pocas viñetas por página; abuso de planos detalle; rigidez en algunas de sus figuras- y su dibujo es fluido y adecuado al tono de la historia que se está contando –la secuencia que tiene lugar en el zoo es descacharrante-. Le acompaña en todo momento Jimmy Palmiotti en el entintado y Chris Sotomayor en el coloreado.


A parte de la trama principal de la historia, Ennis se las apaña para crear a una serie de personajes secundarios con un deje patético que pululan en todo momento alrededor del protagonista, como los dos policías que lo siguen a todas partes en busca de su detención o el trío de perdedores que viven en su mismo edificio y que fueron adaptados en la película de 2004 protagonizada por Thomas Jane –la serie comenzó su andadura en abril del año 2000-. No sería lo único que se adaptaría, ya que algunas secuencias, como el enfrentamiento con El Ruso o el cuchillo con disparador, también aparecieron en la gran pantalla.

Además la serie se mantiene bastante alejada del ambiente superheroico que suele reinar en la Nueva York del Universo Marvel, a excepción de un atípico enfrentamiento con Daredevil. Ennis no pierde la ocasión de ridiculizar a los héroes más famosos de la editorial siempre que puede o, al menos, hacerles sufrir un poquito.

El resultado de la miniserie, esta vez sí, fue tan bueno que se continuó con una nueva serie regular del personaje, que lanzaría el propio Ennis junto con Dillon. El caso es que por aquella época el guionista no estaba muy conforme con permanecer mucho tiempo en una serie regular; preferiría moverse dentro de proyectos especiales de menor duración y mayor libertad. El caso es que desconozco cómo lo haría Quesada, pero Ennis no solo permaneció en la serie un buen puñado de números, sino que retomó al personaje dentro de la línea Max, donde todavía podía dar una mayor rienda suelta a su lenguaje malsonante y a sus situaciones extremas. Convirtiéndose así en el guionista más importante en toda la historia del personaje. Y todo empezó con una serie limitada cuyo único propósito era entretener lo máximo posible; divertir al personal y dejar de lado cualquier otro asunto que no tuviera nada que ver con pasarlo bien leyendo al bueno de Frank Castle. De hecho, durante breves instantes uno cree que la crítica social y política está servida, con la figura de tres asesinos en serie pertenecientes a estratos bien diferentes de la sociedad. Pero solo se queda en eso: en un breve apunte.

Como curiosidad, todas las portadas están realizadas por Tim Bradstreet, fieles a un mismo estilo en el que se presenta al personaje con pinta amenazadora, armado hasta los dientes y con poca o ninguna referencia a lo que ocurre en el interior –dejando de lado una fijación algo enfermiza por las calaveras humanas-.


Panini ha publicado toda la etapa de Ennis en su formato reducido, algo que no afecta lo más mínimo al dibujo de Dillon. Difícil encontrar un mayor entretenimiento a un precio más justo, al menos dentro del mundillo. 

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