Abe Sapien nació como
personaje en el primer número de Hellboy,
en 1994. Ahí Mignola ya le dotaba, en apenas una viñeta, de un misterioso
origen que no se revelaría en su totalidad hasta muchos años después. Junto a
otros personajes secundarios como Liz Sherman, Abe fue pululando y viviendo
aventuras alrededor del personaje principal, hasta que en un momento dado
Mignola vislumbró el increíble potencial que tenía la Agencia para la
Investigación y la Defensa Paranormal. De esa forma, en enero de 2002 aparecía
la colección protagonizada por los demás miembros de la Agencia, entre los que
Abe tenía un papel destacado.
Fue en las páginas de esta
serie, un spin-off que tras el paso
de los años ha demostrado ser tan buena como la colección original de la que
salió, donde Abe descubrió su verdadero origen primero y su relación con la
plaga de ranas después. También fue allí donde, en un extenso y complejo arco
argumental titulado El infierno en la
Tierra, Abe sería disparado y herido de gravedad, pasando a estar recluido
en cuidados intensivos en un profundo coma.
Abe también ha tenido la
oportunidad, siguiendo esa apuesta por el formato en series limitadas que tanto
ha explotado Mignola y Dark Horse, de
protagonizar su propia colección, ligada de manera tangencial a un universo de
ficción tan rico como inagotable. Primero fue con El Ahogado, una de sus primeras misiones en solitario en la
Agencia, investigando un caso del que ya se había ocupado previamente Sir
Edward Grey. En su segundo volumen, El diablo no bromea y otras historias, tenían cabida una serie de relatos
cortos que luego han servido como introducción para nuevos e importantes
personajes en el devenir de la saga actual.
El tomo que nos ocupa recopila
los cinco primeros números de la nueva serie regular protagonizada por Abe
Sapien y se sitúan cronológicamente cuatro meses tras su accidente. En ese
tiempo todo ha cambiado y no necesariamente a mejor. Su aspecto físico ha
sufrido una nueva mutación, más extrema, anfibia y menos humana. Al mismo
tiempo, el mundo ha sufrido una serie de catástrofes que han acabado con millones
de vidas y que tiene a la Agencia al borde de la extinción. Su mejor amiga ha
desaparecido, Hellboy está muerto y no son pocos los compañeros que lo miran
con recelo, debido a la relación que comparte con los monstruos invasores.
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| Página de Sebastián |
En esa tesitura, Abe decide
huir de la Agencia y volver sobre sus pasos en busca de respuestas sobre su
verdadera condición, topándose con una serie de supervivientes que le mostrarán
de qué manera puede un ser humano cabal enfrentarse a lo que está asolando el
mundo. Y no es nada bonito.
Primero con Scott Allie –el
editor habitual de la colección- y luego junto a John Arcudi, Mignola va
sentando las bases de un nuevo misterio en torno a la naturaleza de un Abe
Sapien más humano que nunca bajo una apariencia monstruosa. Resulta
sorprendente la cantidad de conceptos que Mignola fue dejando aquí y allá en
diferentes sagas del pasado y que ahora parece van encajando cada vez mejor,
logrando crear una atmósfera inquietante y perversa en muchos momentos, pero
siempre intrigante –la plaga de ranas, la nueva raza del hombre, etc. Los
hermanos Fiumara se encargan del dibujo regular de la serie. Abre fuego con la
primera saga Sebastián, al que luego seguirá Max. Los argentinos tienen un
dibujo detallista, ensalzados por el eterno Dave Stewart, aunque al tiempo
ambos consiguen mantener su propio estilo –se puede apreciar, sobre todo, en
los rostros-.
Los guionistas les preparan
una buena ensalada de acción y aventura y como viene siendo tónica habitual en
los cómics recientes de Mignola, las páginas están repletas de extrañas
criaturas, de diseños monstruosos y de una ambientación post apocalíptica muy
lograda.
La nueva serie de Abe Sapien
es una buena muestra de lo que puede dar de sí la saga que Mignola está
contando en prácticamente todas sus colecciones. Y lo mejor es que todavía
quedan muchos misterios por revelar –y muchos monstruos por aniquilar-.




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