Logan, junto a un director
teatral que creo hace su debut en cine,
deciden centrarse en narrar la difícil relación de trabajo y amistad que hubo
entre el editor y el escritor Thomas Wolfe, cuya excéntrica personalidad no
ayudó precisamente a hacer las cosas más fáciles.
Como le ocurre a muchos
biopic, una vez presentados los principales personajes y dejado clara la
situación de los mismos para el público, la historia pierde fuerza y algo de
interés. Al menos Logan decide prestar atención a un tema que a muchos
espectadores les resultará novedoso y no es sino la increíble labor de edición
que tienen muchos manuscritos de grandes artistas antes de poder ponerse a la
venta. Por otro lado, el director fía el resultado final de la película al buen
hacer de un reparto muy correcto donde hay que destacar a la pareja
protagonista, con un Colin Firth (El discurso del rey, El topo, El retrato de Dorian Grey) que ha hecho de estos
papeles de tipo serio, callado y responsable una marca de fábrica y con un Jude
Law (Sherlock Holmes, Contagio, Repo Men, Anna Karenina) carismático. Los acompañan a ambos actrices como Laura
Linney (Sully, John Adams) o Nicole
Kidman (Bajo amenaza), esta última
con mayor peso en las tramas; mientras que para representar a los famosos
escritores se recurre a cameos de rostros conocidos como los de Guy Pearce o
Dominic West (The Wire).
Es una película condenada a
pasar desapercibida y además con razón, porque pese a tocar un tema de lo más
interesante, al menos para aquellos que disfruten de los entresijos de la
creación artística y de la redacción de los manuscritos que luego dan lugar a
las novelas que todos leemos, ni el director ni el guionista logran hacerlo
atractivo y el buen trabajo de los actores no es suficiente para levantar una
producción que tampoco ha recibido muy buena aceptación en Estados Unidos.



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