miércoles, 14 de diciembre de 2016

Fear The Walking Dead. Segunda temporada


Todavía no tengo claro si haber aumentado el número de capítulos en esta temporada haya sido buena idea o no. Hay más altibajos que en la serie madre y resulta más difícil conectar con los personajes, pese a que sería lo más normal, ya que aquí se ha optado por plasmar cómo una familia normal norteamericana se enfrenta a la pandemia zombie.

La comparación con The Walking Dead es inevitable. Allí había expertos en el manejo de armas, como policías y delincuentes, mientras que aquí a veces las armas brillan por su ausencia. Mientras que Rick y los suyos pululan por bosques y carreteras abandonadas, la familia liderada por Madison lo hace por el mar, primero, y por el desierto después, ya que es la Costa Oeste norteamericana donde se mueven los personajes, siempre rumbo sur, convirtiéndose la frontera mexicana en uno de los escenarios predilectos por los guionistas.


Hay algunos recursos heredados de la serie madre, como la idea de separar a los protagonistas para luego ir viendo de qué maneras pueden ir encontrándose o esa extraña manía que tienen muchos grupos de conservar a sus muertos encerrados y aullando en un lugar cercano. Sin embargo, también hay oportunidades de ver cosas nuevas. Como la vida en el mar, en un barco de lujo como el Abigail; o cómo reaccionan ante la epidemia otras culturas diferentes a la norteamericana, en este caso la mexicana, con una relación mucho más estrecha con la muerte. También, aunque resulte más difícil, podemos ver la evolución de personajes que son adolescentes y que son los que más juego dan. La relación entre Travis y su hijo es de lo mejor de esta temporada, aunque su final no ha sido de mi gusto. Hubiera preferido seguir viendo un poco más de eso. Algunos comportamientos y decisiones –como el momento de la borrachera y el piano-, están cogidos por los pelos.


Va a necesitar más tiempo Fear The Walking Dead para encontrar su propio camino. Todavía no ha aparecido un lugar físico para que los personajes se hagan fuertes, parecía que iba a ser el hotel, pero al final no; ni un antagonista que los aceche y del que tengan que defenderse. De igual manera, todavía está por aparecer un protagonista carismático que eleve un poco el nivel.

Aunque hay que reconocerle todo esa crítica en torno a la inmigración que se puede apreciar entre bambalinas, muy de moda recientemente con el resultado de las elecciones norteamericanas.

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