Emitida en 2015, la tercera
temporada de esta serie de época nos trae a su protagonista totalmente renovado
tras los sucesos que se narraron en la temporada anterior, donde Ragnar
Lothbrok se convertía él mismo en Rey, tras superar las traiciones de su predecesor,
celoso de su ascendencia en el resto de hombres del Norte y envidioso de sus
éxitos.
Su primera decisión va a ser
la persecución de un viejo sueño: la de conseguir tierras para instalar a su
gente en la ya no tan lejana Inglaterra, para lo que retornará a Wessex y
exigirá al rey Ecbert que honre su antiguo pacto. Algo que a priori no será tan
fácil, ya que tanto el rey como la reina Kwenthrith necesitan de la pericia de
los hombres del norte con las armas para así asentar sus respectivos reinos.
Michael Hirst, creador y
guionista de la serie, no renuncia a seguir contando la historia de su país de
origen, una Inglaterra en cuya unificación tuvo mucho que ver el rey Ecbert y
las manipulaciones a las que va a someter a todos aquellos que se encuentran a
su alrededor, Ragnar incluido. La primera parte de la temporada transcurre
entre guerras en la isla de Inglaterra, mientras en Kattegat tiene lugar una
subtrama que enemistará para siempre a Ragnar con su esposa Aslaug y con
Lagertha, cuya posición en el asentamiento vecino ha sido usurpado. Aquellos
que cuentan con la máxima confianza del rey, a excepción de su primogénito,
Bjorn Ironside, van a alejarse de él
en un momento u otro, incluidos su hermano Rollo, siempre dominado por los
celos y Floki, que no puede soportar la influencia del antiguo sacerdote
cristiano Athelstan en su amigo. La religión es una parte esencial de esta
serie, en especial en determinados momentos cuando parece que los dioses se
manifiestan de una u otra forma, sea a través de visiones o incluso tomando
forma y andando entre los propios mortales.
Como curiosidad, en algún
capítulo de esta primera mitad de la serie aparece Lindisfarne, un lugar que
apareció en el tercer volumen de la saga nórdica liderada por Brian Wood: Northlanders Vol. III: sangre en la nieve.
La segunda parte de la
temporada tiene como punto central el asedio de Paris, lo que trae de nuevo a
primer plano uno de los puntos fuertes de la serie: las batallas. Como subtrama
tenemos un cada vez más errático rey Ragnar, consumido por la muerte de uno de
sus mejores amigos y por la traición de otro; herido gravemente en la lucha y
dispuesto a lo que sea necesario para conquistar Paris, algo que no se hará
solamente a base de fuerza bruta, sino con una buena dosis de ingenio e
inventiva.
Vikings continúa a un gran nivel, pese a que en esta temporada
hemos asistido a un buen puñado de subtramas, sobre todo en sus comienzos, que
no parecen tener una opción clara de prosperar y que la serie ha quedado
partida en dos. La situación para el protagonista y sus allegados parece
difícil, algo que no va a impedir que siga empeorando en la cuarta temporada.




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