lunes, 27 de febrero de 2017

Fences, de Denzel Washington

August Wilson es un dramaturgo ganador de dos premios Pulitzer y que ha centrado buena parte de su carrera en mostrar la vida de los afroamericanos en Estados Unidos a lo largo del último siglo. De entre ellas destacan una serie de diez obras conocidas bajo el sobrenombre de El Ciclo de Pittsburgh.

La sexta de esas obras, Fences, es de 1983, pero está ambientada en la década de los cincuenta. No solo ganó el Pulitzer, sino un Tony por su representación. El protagonista, Troy, de cincuenta y pocos años de edad, casado desde hace 17 años con Rose, trabaja como basurero. A lo largo de la historia, vamos descubriendo todos los esfuerzos y sacrificios que Troy ha tenido que hacer para llegar a la posición en la que se encuentra y cómo eso ha afectado a la relación que tiene con su esposa, su mejor amigo Bono, sus dos hijos y su hermano Gabe, que volvió de la guerra con una lesión cerebral que le ha producido una severa disminución psíquica.

Troy es un personaje complejo, autoritario y severo en la educación de sus hijos, pero al mismo tiempo se hace muy querido por su verborrea y su simpatía natural. A lo largo de toda la historia, va construyendo una valla de madera alrededor de su propiedad, que sirve como alegoría de su propia vida emocional.

En el año 2010 la obra fue rescatada en Broadway y protagonizada por Denzel Washington (Flight) y Viola Davis en los papeles principales, ambos reconocidos con sendos Tony.

Ahora se estrena la versión para cines, convertida en la tercera película como director de Washington y basada en un guión escrito por el propio Wilson, que logró terminar antes de morir. Con su casa como único escenario, los rápidos diálogos se suceden entre la cocina, la calle o el porche donde se sientan a charlar y echar un trago los protagonistas.

Un proyecto que le ha ido muy bien al carismático actor, ya que ha funcionado en taquilla y la crítica se ha portado con él. Y con toda la razón, porque está estupendo junto a Davis, con un cambio drástico en su manera de moverse y de hablar, con un marcado acento que hace un tanto complicado seguirla en versión original. Ambos fueron nominados a los Globos de Oro, pero fue Davis la única que lo consiguió. Para los Oscars parte con cuatro nominaciones, incluyendo película y guión adaptado.


Aunque la película puede hacerse dura en algún momento, ya que son más de dos horas de gente hablando en el mismo lugar, lo que se nos cuenta tiene tal intensidad y está tan bien transmitido por los actores que mantiene la atención durante buena parte del metraje. Aunque es imposible no caer en la cuenta de que se trata de una obra de teatro adaptada.

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