August Wilson es un dramaturgo
ganador de dos premios Pulitzer y que
ha centrado buena parte de su carrera en mostrar la vida de los afroamericanos
en Estados Unidos a lo largo del último siglo. De entre ellas destacan una
serie de diez obras conocidas bajo el sobrenombre de El Ciclo de Pittsburgh.
La sexta de esas obras, Fences, es de 1983, pero está ambientada
en la década de los cincuenta. No solo ganó el Pulitzer, sino un Tony
por su representación. El protagonista, Troy, de cincuenta y pocos años de
edad, casado desde hace 17 años con Rose, trabaja como basurero. A lo largo de
la historia, vamos descubriendo todos los esfuerzos y sacrificios que Troy ha
tenido que hacer para llegar a la posición en la que se encuentra y cómo eso ha
afectado a la relación que tiene con su esposa, su mejor amigo Bono, sus dos hijos
y su hermano Gabe, que volvió de la guerra con una lesión cerebral que le ha
producido una severa disminución psíquica.
Troy es un personaje complejo,
autoritario y severo en la educación de sus hijos, pero al mismo tiempo se hace
muy querido por su verborrea y su simpatía natural. A lo largo de toda la
historia, va construyendo una valla de madera alrededor de su propiedad, que
sirve como alegoría de su propia vida emocional.
En el año 2010 la obra fue
rescatada en Broadway y protagonizada por Denzel Washington (Flight) y Viola Davis en los papeles
principales, ambos reconocidos con sendos Tony.
Ahora se estrena la versión
para cines, convertida en la tercera película como director de Washington y
basada en un guión escrito por el propio Wilson, que logró terminar antes de
morir. Con su casa como único escenario, los rápidos diálogos se suceden entre
la cocina, la calle o el porche donde se sientan a charlar y echar un trago los
protagonistas.
Un proyecto que le ha ido muy
bien al carismático actor, ya que ha funcionado en taquilla y la crítica se ha
portado con él. Y con toda la razón, porque está estupendo junto a Davis, con
un cambio drástico en su manera de moverse y de hablar, con un marcado acento
que hace un tanto complicado seguirla en versión original. Ambos fueron
nominados a los Globos de Oro, pero
fue Davis la única que lo consiguió. Para los Oscars parte con cuatro
nominaciones, incluyendo película y guión adaptado.
Aunque la película puede
hacerse dura en algún momento, ya que son más de dos horas de gente hablando en
el mismo lugar, lo que se nos cuenta tiene tal intensidad y está tan bien
transmitido por los actores que mantiene la atención durante buena parte del
metraje. Aunque es imposible no caer en la cuenta de que se trata de una obra
de teatro adaptada.




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