Jackie, de Pablo Larraín

Había un diálogo en Mad Men donde se indicaba que todas las mujeres de la época querían ser Marilyn Monroe o Jackie Kennedy. Es lo más cerca que puedo estar de entender el papel de esta Primera Dama en la sociedad norteamericana del momento. Sobre el presidente Kennedy, su influencia y su asesinato hay mucho más material, sobre todo en cine, que lo hace más asequible.

Es decir, a priori no tenía un especial interés sobre un biopic de este personaje histórico. Apenas la interpretación de Natalie Portman (Hermanos), que le ha granjeado buenas críticas y la posibilidad de optar a un nuevo Oscar en su carrera. Y es cierto que la actriz logra cambiar su registro, su forma de hablar, de moverse, etc. Pero poco más interés tiene una película que juega con varias tramas que se cuentan a la vez: una entrevista que concede Jackie a un periodista tras el asesinato de su marido o un remontaje de un famoso tour que realizó en la Casa Blanca.

Detrás de la producción se encuentra Darren Aronofsky, que iba a dirigirla hace unos años junto a otra actriz. Al final optó por quedarse entre bambalinas y otorgar la dirección al chileno Pablo Larraín y el papel protagonista a Portman, con la que triunfó hace unos años gracias a Cisne negro.

La actriz israelí ha sido la gran beneficiada de esta producción, tras protagonizar películas como La venganza de Jane, que pasaron demasiado desapercibidas. Atrás quedan sus coqueteos con el cine más comercial: la saga de Star Wars; la trilogía de Thor, próxima a finalizar o la horrible Caballeros, princesas y otras bestias.

Acompañan a la actriz en papeles secundarios actores como Peter Sarsgaard (Black Mass, The Killing, La huérfana, An Education), Billy Crudup (Watchmen, Enemigos públicos) o el recientemente fallecido John Hurt (El topo, Snowpiercer, Hellboy, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal).

Teniendo en cuenta que se trata de una película nominada a los Globos de Oro y a los Oscars, resulta decepcionante. En buena parte de su metraje es aburrida y poco más. En muy pocos momentos me genera algo de interés.