Desde que en 2013 se publicara
el primer volumen de esta trilogía, segunda novela en la carrera literaria de
Dolores Redondo, el éxito le ha acompañado, convirtiéndola en una de las
escritoras más vendidas en nuestro país y con unas buenas ventas allende nuestras
fronteras, ya que su trilogía ha sido traducida a un buen número de idiomas. Por si todo eso no
fuera prueba suficiente, el año pasado se hizo con el Premio Planeta y este
mismo marzo llega a los cines El guardián invisible –que previamente ya había sido adaptado al cómic-,
primera parte de la llamada Trilogía del
Baztán.
La inspectora Amaia Salazar de
la Policía Foral es la encargada de investigar el asesinato de una joven cuyo
cadáver ha aparecido en los márgenes del río Baztán. Salazar es originaria de
un pueblo cercano, Elizondo, situado en la parte vascófona de Navarra. Su
familiaridad con las gentes y costumbres del lugar y su entrenamiento en
Quantico junto al FBI la hacen la más adecuada para resolver el caso. Sin
embargo, las tribulaciones internas de la inspectora no le van a poner nada
fácil dar con un asesino que parece ser no es la primera vez que mata, dado el
carácter ritual encontrado en el escenario del crimen.
Porque a lo largo de los años
Amaia ha cambiado mucho; se ha casado con un apuesto norteamericano, un artista
con varias exposiciones importantes a sus espaldas y pese a que todavía
conserva a buena parte de su familia residiendo en Baztán, sus dos hermanas y
su querida tía Engrasi, sus recuerdos de juventud son terroríficos, ya que su
madre, encerrada en un psiquiátrico, perdió la cabeza cuando ella apenas era
una niña y desarrolló un odio visceral hacia ella, llegando incluso a intentar
asesinarla.
Dolores Redondo sabía muy bien
como hilar la investigación criminal con la agitada vida familiar de la
protagonista, a la que añadía unas gotas de cierto realismo mágico, por llamarlo de alguna forma: las ancestrales
leyendas del valle del Baztán se convierten en el condimento ideal para una
mezcla ya de por sí atractiva. El basajaun,
deidad protectora de los bosques, es el nombre elegido por la prensa para
bautizar al esquivo asesino. Pero ¿y si fuera algo más que meras leyendas?
A finales de ese mismo año
2013 se publicaba la segunda parte, Legado en los huesos, que continúa directamente de los hechos narrados en la
anterior, cuando la inspectora es requerida por un preso al que ella misma
encarceló y acaba suicidándose dejando tras de sí una nueva referencia a una
criatura sacada de la mitología vasca: el cíclope Tarttalo. Amaia Salazar, que
acaba de ser madre por primera vez en su vida, se ve arrastrada a una vorágine
de engaños que la llevan de nuevo al corazón del valle del Baztán, ya que unas
profanaciones en iglesias están teniendo lugar, relacionadas con huesos de
bebés recién nacidos, lo que entronca con una serie de tradiciones de la zona
que se remontan incluso a tiempos anteriores al catolicismo.
La vida personal de la
protagonista se convertía de nuevo en punto central de la trama de la novela,
ya que su familia parece encontrarse en el centro de todo lo que está
ocurriendo, aunque ni ella misma, ni el lector, sepan exactamente qué es lo que
está ocurriendo. La novela terminaba con una trepidante persecución, una lucha
contrarreloj por salvar la vida de Ibai, el bebé de Amaia.
Ya a finales de 2014, se
publicó la conclusión de la trilogía, Ofrenda
a la tormenta. En ella la autora consigue algo que no es nada fácil: por un
lado una historia que puede funcionar por ella sola, aunque obviamente hay muchos
elementos que son más fáciles de entender si ya se conocen de antemano. Esta
parte está relacionada con una nueva investigación policial en torno al
asesinato de un bebé y al posterior intento de robo del cadáver. Amaia, que a
estas alturas ha ascendido en el cuerpo, tendrá que lidiar además con un nuevo
problema personal, ya que en su vida ha entrado un atractivo juez al que se
siente muy atraída.
Por otro lado, Dolores Redondo
también consigue hilar todo lo que ha ido contando hasta ahora, para ofrecer
nuevos puntos de vista con los que desentrañar algunos de los misterios que
podían quedar pendientes de las anteriores entregas. Esos detalles de fantasía
que han ido adornando el relato hasta ahora van a quedar explicados, al tiempo
que el nuevo caso policial se relaciona a su vez que los anteriores asesinatos
que han ido asolando el valle en los últimos años.
Ofrenda a la tormenta es la más trepidante de la trilogía. Hay una
interesante mezcla de elementos que elevan el interés, como la participación de
ese sacerdote del Opus Dei, con un puesto de importancia en la Clínica
Universitaria, que fue introducido en el volumen anterior; la presencia
amenazante de la madre de Amaia, fugada y en paradero desconocido –y el giro de
guión que protagoniza-; el asesinato de un miembro del equipo de Amaia, que
viene a desestabilizar la investigación y ese toque que me recuerda mucho a Los sin nombre, una estupenda película
española.
Por el contrario, tengo que
admitir que el final me pareció demasiado apresurado, algo cada vez más
habitual en este tipo de novelas que van construyendo poco a poco la tensión y
luego parece que se quedan sin páginas. Tal vez por eso me haya parecido mucho
menos interesante la verdadera naturaleza de uno de los personajes, ya que no
solo se veía venir, sino que no acabó de convencerme la explicación.
En definitiva, más allá de un
fenómeno editorial, la Trilogía del
Baztán es una interesante muestra del género negro patrio, ambientada de
maravilla en el norte de España y en las tradiciones vasco navarras. Además
tiene una evolución notable con cada novela, pasando de una investigación
policial más tradicional –la búsqueda de un asesino de niñas- hacia algo más
grande y terrorífico. La mezcla con elementos fantásticos añade una capa de
lectura adicional, ya que Redondo consigue un equilibrio muy bueno con este
tema.

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