miércoles, 22 de marzo de 2017

El hombre sediento Vol. V, de Kazuo Koike & Gôseki Kojima

En su viaje lejos de la influencia de su padre el shôgun, Mondo ha ido enfrentándose a cuantos asesinos han sido enviados por el clan Owari. Pero también ha tenido tiempo para seducir a dos especialistas en las artes ninjas y en el tiro con pistola, Fukiko y Arare, a las que ha convertido en sus esposas.

El tomo anterior dejaba a este improvisado trío en el medio de una elaborada traición, encerrados en una estación de posta y con todo el pueblo convertido en una trampa mortal. Pero la inteligencia y el arte para el disfraz de Mondo, que puede pasar por una mujer –muy bella, por cierto- los librarán de sus perseguidores.

Aun así sus problemas no han terminado. La nueva familia tiene un punto débil y un famoso asesino llamado Hiyakusai está decidido a explotar la difícil relación entre las dos mujeres, de modo que la desconfianza y los celos hagan mella en ellas. Su elaborado plan y la resolución del mismo completan una buena parte de este quinto tomo de las aventuras del catador del shôgun, que enfila ya su recta final.

De hecho, se da inicio a una subtrama en la que el padre de Mondo, caprichoso en muchas de sus decisiones, toma el consejo de un excéntrico médico y opta por la construcción de una institución farmacéutica con capacidad para mil personas. De esa manera será posible aliviar su alma y alegrar su espíritu. Pero solo hay un hombre en quien confíe para llevar a cabo tamaña tarea: su propio hijo.

De esa manera se inicia el regreso de Mondo a la corte de su padre. Un viaje de vuelta que no estará exento de peligro, pero que a estas alturas poco más puede importarle a un samurái como él, que además está acompañado por dos letales mujeres.


Al igual que ocurría en el tomo anterior, este quinto volumen también acaba con un cliffhanger importante: el clan Owari no está dispuesto a cejar en su empeño de vengar la afrenta recibida y contrata a una experta asesina, una psicópata que acaba con sus víctimas tras hacer el amor con ellas y mediante el uso de un alfiler tallado por ella misma y empapado en veneno. El encuentro entre ella y Mondo queda interrumpido hasta el siguiente tomo. 

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