jueves, 20 de abril de 2017

Los muertos vivientes II: muchos kilómetros a las espaldas, de Robert Kirkman & Charlie Adlard.

Charlie Adlard, artista curtido en la 2000AD británica, se convirtió en el dibujante titular de The Walking Dead en el año 2004, a partir del séptimo episodio, en sustitución de un Tony Moore que lo había dado todo en el lanzamiento de la colección. Adlard no solo sigue siendo el responsable gráfico de la serie más de una década después, todo un logro para un cómic de cadencia mensual que se publica en los Estados Unidos, sino que ha contribuido a uno de los fenómenos editoriales más importantes de los últimos años; ha vivido en primera persona el éxito gracias a la serie de televisión y si todo va bien, se asegurará un puesto de honor en la conclusión de la colección, ya que los rumores sobre su final son cada vez más numerosos.

Una estancia tan continuada en un solo título brinda además la oportunidad de apreciar la evolución de un autor, con sus etapas buenas y malas, que las hay también. Adlard tiene un estilo alejado del de Moore. Es más estático y apunta a ser más realista, pero utiliza mejor las manchas de negro y las prefiere a los juegos de grises. Tanto en el diseño de escenarios como en el de los innumerables zombies que aparecen por doquier hace un buen trabajo. Quizás en sus primeras páginas le cueste más dar personalidad a cada uno de los personajes que van apareciendo, ya que Kirkman es un guionista que utiliza mucho el recurso de “cabezas hablando” y la caracterización que el dibujante hace de los personajes es muy importante para diferenciarlos entre ellos y no confundir al lector.
Talking Heads

En este segundo recopilatorio, que abarca los números #7 al 12 USA, completando así el primer año de la colección, Kirkman todavía anda buscando su camino, algo que se traslada a las peripecias de los personajes. Rick ha perdido a su mejor amigo, Shane, a manos de su propio hijo Carl y ahora no le queda más remedio que aceptar el papel de líder natural del grupo de supervivientes. El primer objetivo está claro: no es posible seguir viviendo en campo abierto o hacinados en la caravana de Dale, por lo que deben buscar un lugar seguro donde cobijarse y entonces comenzar a preocuparse por lo demás: comida, armas, mantas, etc.

Hay unos primeros intentos de asegurarse la protección de un nuevo lugar, pero todos acaban en tragedia. Algunos de los personajes que conocimos en el anterior volumen van a morir devorados por los zombies, dejando duras secuelas en los supervivientes –Glenn, Andrea, Carol- y el guionista aprovecha la oportunidad para introducir otros nuevos, algunos de los cuales tendrán mucho que decir en el futuro, como Tyreese, que viene acompañado por su hija y el novio de esta.
Tyreese, Julie y Chris

Lo que maneja Kirkman de forma sobresaliente son los cliffhangers finales de cada episodio –como el repentino embarazo de Lorie, la mujer del protagonista-. A estas alturas la colección todavía mantiene una velocidad muy alta, algo que con el éxito iría perdiendo poco a poco, derivando hacia una forma más calmada de narración. Pero ese momento no ha llegado todavía y Carl es tiroteado por error por un superviviente, que lleva al grupo de Rick a la granja de Hershel, donde este habita con su familia. De aquí también sacará Kirkman buenos personajes, como Maggie y sus hermanas.


También es el momento ideal para introducir una de las inquietudes del guionista a la hora de plantear las principales tramas de la serie: las diferentes formas en que los seres humanos nos enfrentamos a la adversidad y como nos organizamos como sociedad para superarla. En este caso, Rick y los suyos se toparán con que Hershel y su familia, aunque son amables, tienen un punto de vista bien diferente de lo que está pasando con los muertos vivientes y se niegan rotundamente a acabar con ellos. Lo que supone un peligro mortal para todos los vivos.

Como no podía ser de otra forma, el breve descanso en la granja debe terminar porque este es un tomo de transición y no es hasta su última página que tenemos la oportunidad de vislumbrar por donde van a ir los tiros en los siguientes números de la colección: una enorme prisión.

Con un eficaz dibujante como nuevo compañero de fatigas, Kirkman puede centrarse en ir desarrollando a sus personajes principales. Hay muchos cuyo único propósito es morir a manos de los zombies, pero hay unos cuantos que han venido para quedarse y vamos a ir conociéndolos poco a poco mientras intuimos cómo serán sus reacciones futuras. El guionista incluso se permite el lujo de sembrar aquí y allí ciertas semillas que esperemos germinarán en próximos números y nos traerán más de una sorpresa. Pero lo más importante es que ambos artistas van construyendo una historia de la que queremos saber más. Pase lo que pase.
¿Una nueva esperanza?

No hay comentarios:

Publicar un comentario