miércoles, 19 de abril de 2017

Los Tecnólogos, de Matthew Pearl

Las tres primeras novelas de este escritor norteamericano tenían en común una serie de elementos que hay que tener en cuenta si uno quiere acercarse a su literatura: todas tienen una cuidada ambientación histórica, generalmente en el Siglo XIX y situadas geográficamente en la costa este norteamericana –aunque a veces, como ocurría en El último Dickens, alguna subtrama transcurre en el extranjero, como Londres o la India-; todas plantean un misterio a priori interesante que va desinflándose poco a poco y cuyo final, aunque correcto, deja con sabor agridulce; y todas poseen en su corazón una trama en torno a un tema literario, principal razón por la que sigo confiando en el autor.

Paradójicamente, en su cuarta novela Los tecnólogos, publicada en 2012, desaparece este último punto, se mantiene el primero y se mejora mucho en el segundo. Es decir, posiblemente sea la novela de Pearl que más he disfrutado, siguiendo las peripecias de la primera promoción del MIT bostoniano en una época donde el Instituto no estaba tan bien considerado como hoy en día; más bien todo lo contrario: la conservadora sociedad de la época no ve con buenos ojos el auge y uso de la tecnología. Los sindicatos ven peligrar sus puestos de trabajo; los académicos asisten con desconfianza al nacimiento de una nueva universidad y la masa social, fuertemente influenciada por las enseñanzas religiosas del catolicismo, no ve con buenos ojos a esos científicos que ponen en duda muchas de las teorías que hasta ahora habían sido indiscutibles, como el creacionismo.

En ese aspecto, la ambientación en la ciudad de Boston en la segunda ciudad del Siglo XIX está muy lograda, creíble al cien por cien y la principal trama asegura buenos ratos de entretenimiento y emoción. Cuando la ciudad de Boston sufre una serie de ataques inexplicables que tienen en su centro un comportamiento anormal de las ciencias físicas, el Instituto de Tecnología decide mantenerse al margen para salvaguardar el poco prestigio que le queda. Todos salvo un pequeño grupo de brillantes alumnos pertenecientes a la primera promoción que deciden tomar cartas en el asunto y de manera secreta intentar averiguar quién o qué se encuentra tras los terribles fenómenos que asolan la ciudad.

Pearl pone especial cuidado a la hora de mostrar tan variopinto grupo, integrado por cuatro miembros: dos jóvenes pertenecientes a la alta sociedad de Boston, que se han enemistado con su familia por el hecho de estudiar en el MIT y no en Harvard; una brillante mujer, la primera en asistir a clase como cualquier otro alumno masculino –aunque con ciertos límites- y el líder, al menos espiritual, del conjunto, un joven de origen humilde, un veterano de la Guerra Civil dispuesto a demostrar que es un gran ingeniero.

Pearl se esfuerza por hacer asequible al gran público una enorme cantidad de información científica necesaria para seguir las vicisitudes de los improvisados investigadores. Y hacerlo de manera amena e interesante. Resulta sorprendente como una de las Universidades más prestigiosas de la actualidad tuvo unos comienzos tan difíciles y como los prejuicios de la gente fueron un escollo casi insalvable.


Eso convierte a Los Tecnólogos en la novela que más he disfrutado del autor. Es entretenida y está muy conseguido el equilibrio entre información y diversión. La ambientación cumple de sobra y por una vez el final no está cogido por los pelos. Será necesario comprobar si esta mejoría se mantiene en su siguiente novela. 

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