jueves, 15 de octubre de 2009

Batman: silencio, de Jeph Loeb & Jim Lee

En 2002 el personaje creado por Bob Kane venía de una serie de etapas que habían aumentado el nivel de sus historias desde que acabaran los nefastos años 90. Había llegado la hora de la traca final en un movimiento editorial que supondría la vuelta de uno de los dibujantes más espectaculares y más querido por el público: el coreano Jim Lee.

El éxito fue inmediato. Con Jeph Loeb a los guiones, los doce números de Batman en los que se desarrolló la saga Silencio fueron incrementando sus ventas y hoy en día ya han sido publicados en sendos tomos de tapa blanda y de tapa dura; en un único volumen de lujo o incluso en el polémico formato Absolute, destinado a las obras más importantes de la DC Comics.

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Jeph Loeb ha participado en varios de los superventas más recientes del cómic americano de superhéroes. Además posee una trayectoria como productor y guionista en televisión, habiendo aportado ideas a series como Héroes, Perdidos o Smallville. Los guiones de las películas Comando y De pelo en pecho (Teen Wolf) son suyos. Centrándonos en su carrera en los cómics, ésta daría comienzo en 1991 con Challengers of the Unknown, ocho números donde colaboraría por primera vez con Tim Sale, con el que ha trabajado posteriormente innumerables veces: El largo Halloween, Dark Victory y Catwoman para el universo del murciélago; Superman: Las cuatro estaciones o su saga de colores en la competencia: Spider-Man Blue, Daredevil Yellow, Hulk Grey y a punto de salir, Captain America White.

Creó la serie Superman/Batman y continuó trabajando con varios de los mejores dibujantes del momento –incluido un arco argumental con Carlos Pacheco-. Desde 2005, Loeb trabaja en exclusiva para Marvel y forma parte de la cúpula creativa de la empresa, habiéndose ocupado de varios títulos exitosos como El hijo caído, centrado en las consecuencias de la muerte del Capitán América. Otros trabajos recientes han sido las miniseries de los Ultimates y de Ultimatum, así como el lanzamiento de una nueva serie protagonizada por Hulk. Su futuro se ve lleno de proyectos.

Nació en Stamford y en 2005 perdió a su hijo de 17 años debido a un cáncer óseo que le afectó profundamente y por el que recibió todo el apoyo de la industria y de sus compañeros de trabajo. Jeph Loeb ha ganado además cuatro Premios Eisner, dos por El largo Halloween, uno por Dark Victory y otro por el crossover unitario entre Spirit y Batman.

Jim Lee. Nacido en Seúl pero criado en Missouri, abandonó pronto sus ideas de convertirse en médico cuando llamó la atención de los medios en unos pocos fill-ins que realizó como sustituto de Marc Silvestri, dibujante regular de The uncanny X-Men. Meses después Lee se haría con los lápices de la colección y comenzaría una carrera meteórica que le ha llevado hasta hoy en día, siendo uno de los dibujantes con más reconocimiento por parte de crítica y público. Por estas fechas ya coincidiría con Scott Williams, que se convertiría en su entintador habitual. La propia Marvel le concedería un gran control en el lanzamiento de la segunda serie dedicada al grupo principal de mutantes, X-Men, que vio la luz en 1991. No sólo participó en los guiones y rediseñó a todos los personajes gráficamente, sino que acabó provocando la salida de Claremont del título, intocable hasta ese momento y asumió el control casi total de la serie –que vendió una barbaridad y sumió al mercado en un auge especulativo que propició su casi autodestrucción tiempo después-. Un año después, en 1992, Lee y varios artistas de renombre dejaron Marvel y fundaron una editorial propia, Image, donde podían dar rienda suelta a todas sus ideas sin tener que pasar por ningún filtro editorial. Mencionar que la calidad de las historias sufrió una profunda desmejora e instauró durante casi toda la década una preferencia por un dibujo tan espectacular como amorfo que contribuyó todavía más a la crisis de la industria.
WildC.A.T.s y otros títulos vieron la luz aquí. También es justo mencionar que a través de este conglomerado nuevo de empresas se dieron salida a títulos bastante interesantes donde trabajaban grandes autores con lo que siempre habían anhelado: total libertad para contar sus historias. Strangers In Paradise o el Astro City de Kurt Busiek encontraron aquí el caldo de cultivo ideal.

En 1996 Lee demostraría que seguía siendo un genio de las ventas cuando firmó con Marvel un contrato de un año de duración durante el cual manejó las riendas de las colecciones de Iron Man –guión- y Los cuatro fantásticos –guión y dibujo-. Aunque no fueran buenas historias, estas vendieron estupendamente. Centrado en su propia compañía, grandes títulos y autores seguirían apareciendo: The Authority, Planetary y toda la línea creada por el mismísimo Alan Moore.

A finales de los 90 Lee estaba agotado de la dirección y ansiaba volver a dedicarse a lo que más le gustaba y que le había conseguido la fama: el tablero de dibujo. Ni corto ni perezoso, vendió a la propia DC y así recaló en el título que nos ocupa, pensado como un espectáculo pirotécnico que festejaba su vuelta al redil. Hoy en día sigue ligado a personajes de la DC, Superman y Batman principalmente, aunque sus trabajos están marcados por los grandes retrasos que acumula. Las portadas y los pin-ups aparecen con más frecuencia.

Silencio
Loeb plantea una historia en doce partes donde sólo hay una única cosa importante: hacer que Jim Lee luciera más que nunca. Para ello plantea el guionista una montaña rusa, una gran superproducción llena de fuegos artificiales que distraigan la atención sobre un hecho importante: que en realidad no hay mucha historia.

Un Batman que depende más que nunca de su equipo –toda la batfamilia aparece aquí y están coordinados por Oráculo: Cazadora, Robin, Nightwing- y de su tecnología se enfrenta a sus más poderosos y antiguos enemigos que están desarrollando nuevos patrones de acción y que se encuentran relacionados entre sí por alguien que mueve los hilos y que será el principal leit motiv de la serie: ¿quién es el nuevo enemigo que anda detrás de los problemas de Bruce Wayne? ¿Y quién está inmerso en este complot? ¿En quién puede confiar?

De ese modo Loeb es fiel a su estilo: usar la mayor cantidad de personajes que, si es posible, aparezcan y desaparezcan sin ton ni son ni explicación. Ni falta que hace. Aparte de la batfamilia; Killer Croc, Hiedra, el Joker y su compañera, Rash, el Espantapájaros e incluso el propio Superman se enfrentarán cara a cara con el héroe, aparte de todos aquellos tras las cortinas que se descubrirán conforme avanza la trama. El guionista no tiene miedo de desdibujar a los personajes –Batman deja mucho que desear como superhéroe y dista mucho de ser el mayor detective del mundo- ni de profundizar en el pasado del mismo Wayne, introduciendo nuevos personajes de su niñez y reexplorando su relación con sus seres más cercanos. Al tiempo iniciará un romance entre Batman y Catwoman con demasiados altibajos. Incluso el desenlace resulta algo previsible –pese a algún truco usado anteriormente para desviar la atención- y algo atropellado, quedando un montón de cosas en el aire y sin explicar. El constante uso de textos de apoyo plasmando los pensamientos de Batman es también marca de la casa.

Por parte de Jim Lee, da rienda suelta a su arte espectacular. Lee es al cómic lo que Light&Magic al cine: ofrece los mejores efectos especiales. ¿Que todas sus mujeres tienen el mismo cuerpo? Son todo cuerpazos. ¿Que todas las caras masculinas son iguales? Aumentamos el nivel de detalle en los atuendos. ¿Que me apetece diseñar nuevos aspectos y uniformes de los viejos villanos? Se crea una excusa argumental y ya está, que Killer Croc pinta mejor como dinosaurio. La tecnología que usa Batman es inponente: varios coches diferentes, una Batcueva enorme, el Ala…

Da igual que en muchas de sus composiciones los personajes parezca que están posando ante la cámara en vez de interactuando entre ellos. Lee es el mejor que hace esto. En estos doce números –aparte de usar la misma estructura de viñetas para comenzar cada capítulo- Lee usa y abusa de las escenas de acción sorprendentes, regalando al lector viñetas a toda página o a doble página con un gran dominio de las sombras, con fondos completos. Cambia un poco el estilo –en especial el color de Alex Sinclair- cuando se presentan hechos del pasado del personaje.

Valoración personal
A estas alturas sobra decir que Lee es lo mejor de esta famosa historia y que los personajes reinterpretados por el guionista se han vuelto a usar en la continuidad y no muy bien. Sin embargo hay que reconocer que Loeb cumple con su papel, que no es otro que ofrecer al dibujante coreano la posibilidad de llamar la atención con una historia entretenida, poco exigente con el lector, que apenas le distraiga de los poderosos dibujos. Y Jeph Loeb esto la sabe hacer. Entregar un producto entretenido, para consumo mayoritario, destinado a romper todos los récords de venta y recopilarse en innumerables formatos distintos.

El cómic de superhéroes puede ser más interesante, más profundo que Silencio, pero eso no quiere decir que de vez en cuando sólo ofrezca un poco de diversión sana. Y como se ha comprobado después, que esta serie vendiera más a cada número es algo que no ha sido fácil de conseguir nuevamente.


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