
El ansiado regreso de Allen a Nueva York nos trae de nuevo muchas –si no todas- de las constantes aparecidas en su cine que lo hacen tan reconocible. Desde el inicio con los títulos de crédito y el uso de la música clásica hasta el argumento y circunstancias de su personaje protagonista: Boris es un maduro genio, experto en mecánica cuántica que una vez fue aspirante al Nobel, que malvive de dar clases de ajedrez a niños. Se separó de su mujer tras un intento frustrado de suicidio –saltó desde su piso, pero sólo le quedó una cojera- y arrastra algunas lindezas de carácter, como la misoginia o la hipocondría.
La primera curiosidad en esta película viene de la mano de su protagonista, un Larry David que no sólo personifica a Allen, sino a su propia creación en la serie de comedia de HBO en la cual, para variar, se interpreta a sí mismo. La acción de la película comienza cuando deja entrar en su casa a una joven sin hogar –Eva Rachel Wood- lo que le cambiará la vida a él y a muchas de las personas a su alrededor.
Aunque el resultado final de la cinta es bastante irregular, Allen usa sus afilados diálogos para despotricar contra las religiones, la sociedad actual, la represión sexual, la hipocresía... terrenos conocidos para los aficionados al autor. También pueden apreciarse algunos cambios, como la introducción de las diferentes relaciones entre parejas que pueblan la cinta: las intergeneracionales, las homosexuales o incluso los tríos. Estos son quizás los momentos que más pueden provocar la sonrisa en el espectador, aunque los saltos en el tiempo que posee la historia hacen que esta pierda un poco de su gracia y aburra en algunos tramos.
A destacar dos momentos: Boris nos cuenta su propia historia en primera persona, su filosofía de vida. Y lo hace mirando a cámara, atravesando la cuarta pared. De ese modo, en la apertura de la película Larry David nos habla directamente al público mientras sus compañeros de bar no aciertan a comprender con quién está hablando. Algo que se repetirá a lo largo de toda la cinta y que, en su última escena, provocará de nuevo que sus amigos se extrañen ante tal comportamiento, provocando que Boris-Larry-Woody espete al público –nosotros-: por eso soy un genio, porque soy el único que ve la foto completa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario