
Peter Sarsgaard y Vera Farmiga interpretan a un matrimonio cuyo turbulento pasado, lleno de pruebas superadas y de desconfianzas, va volviendo a salir ante la presencia de la nueva inquilina de la casa, Esther, interpretada de forma inquietante por Isabelle Fuhrman en uno de sus primeros papeles en el cine.
Collet-Serra abusa de los tópicos del género pero con estilo, sembrando la inquietud y la sensación de que algo raro pasa con la cría, incluso cuando ya se confirma su condición de psicópata no se deja llevar por lo desagradable y sigue apostando por un terror psicológico. La película va avanzando hacia un presumible clímax cuyo desenlace no es al menos lo que yo me esperaba, así que le doy un punto por la originalidad en este aspecto. Hemos visto ya tantas propuestas parecidas que va siendo difícil que te sorprendan con algo.
Al final ha resultado una película entretenida –de la que tengo que confesar que no me esperaba nada- pese a su larga duración y que trae de nuevo a la palestra un subgénero que ha dado muchas alegrías al cine: el de los niños diabólicos, endemoniados, locos de atar, asesinos o simplemente, con mala leche.
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