jueves, 5 de noviembre de 2009

Dollhouse sufre un parón poco esperanzador


Whedon juega demasiado con la cadena, que pese a que prometió emitir la segunda temporada íntegra, ha decidido suspender de emisión a la serie tras su cuarto episodio por los tan manidos problemas de audiencia. Pese al final de la primera temporada, que mejoró mucho con respecto a sus comienzos y al esperanzador último capítulo no emitido y puesto a la venta con el DVD (Epitaph One), Whedon no ha sabido imprimirle a esta segunda tanda de episodios el ritmo adecuado y ha vuelto a perderse en historias autoconclusivas poco relevantes. Y es que la falta de una trama principal más interesante ha planeado durante toda la vida de esta serie, incapaz de mantenerse por sí sola capítulo a capítulo –no hay que olvidar que las muñecas son borradas tras cada misión, así es casi imposible que el espectador empatice con ellos- que ahora más que nunca pende de un hilo. Tan sólo nos queda esperar que al final quede todo bien atado y es que es una lástima, ya que, una vez más, el último capítulo emitido a mejorado muchísimo al anterior, introduciendo a los personajes en una encrucijada moral muy interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que los dirigentes de la Dollhouse cada vez tienen menos escrúpulos hacia sus empleados, sus propias muñecas y hacia la sociedad en la que viven.

De Joss Whedon depende que su último experimento no acabe como Firefly, ya que si se hace bien, puede quedar una serie en dos temporadas entretenida y con buenos momentos. Aunque siempre quede el regusto de que se podía haber hecho más, mucho más.

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