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El genial artista, en un español bastante claro –pero que en algunos momentos le hacía ir despacio y en otros debía de preguntar por la traducción, demostró especial dificultad con la palabra herramienta- comentó como esta historia nació de la experiencia de abandonar para siempre el uso habituado que tenía de fumar marihuana, uso que defendió en pequeñas y controladas dosis y siempre con un fin creativo –interesante la comparación que realizó con un medicamento, alejándose de su uso por el placer exclusivo-. Introduciéndose a él mismo como personaje, esto dio pie a algunas de las líneas de conversación entre Moebius y el público más interesantes, con toda la figura de ese dios creativo y como al plasmarse él mismo en viñetas era como si el hijo de dios bajara a la tierra… Todo esto entendiéndolo siempre desde el sentido del humor.
Tras una pequeña explicación, donde habló de algunos datos de ventas de sus anteriores trabajos –en una ocasión prometió más Blueberry’s- se decidió por un diálogo con el público, que pudo ir planteando sus preguntas. Esto siempre tiene su parte buena y su parte mala, ya que algunas preguntas siempre serán más interesantes que otras, aunque según mi opinión lo que habría que prohibir es que la gente hable sin micrófono. Por muy cerca que se encuentre del autor, entre el ruido ambiente y los murmullos es muy difícil entender las preguntas.

Algunos ejemplos que me vienen ahora mismo a la cabeza: se le inquirió por su obra más influenciada por las drogas, a lo que él replicó que ninguna, que era de consumo responsable. Contó una anécdota graciosa en México al consumir hongos, pero poco más. Interesante también fueron las cuestiones sobre Bin Laden, personaje que aparece en el libro y que acaba convertido en mujer, viendo en la tele Grupo Salvaje, película favorita del género del autor. Cómo no salió el tema de las caricaturas y de los autores amenazados y si tenía miedo, a lo que Moebius respondió muy irónicamente que con una tirada de apenas 1500 álbumes no veía posibilidad de que llegará su obra a Pakistán. Curiosa la comparación que él mismo realizó, ya que sus Blueberry’s venden unos 200.000 ejemplares.
Hasta aquí lo más curioso. También se habló mucho de la realización de la obra, de si había tenido un fin terapéutico para él. Su relación con el cine también salió en algunos momentos, desde un último proyecto con Morgan Freeman que no ha llegado a tener continuidad a sus pasadas experiencias junto con Jodorowsky en Dune y su mastodóntica producción de más de ocho horas. Que por cierto sólo tuvo palabras de reconocimiento y cariño para su compañero en El Incal. Un avispado espectador se salió con una gran pregunta: ¿qué le parecía la adaptación de Kounen de su Blueberry? Moebius la alabó, aunque confirmó que no es una obra maestra, pero que está de acuerdo con una interpretación libre y que habló personalmente con el director. Además volvió a conseguir las risas en la sala afirmando que el productor había pagado, así que podían hacer lo que quisieran.

En general una charla distendida, donde el sentido del humor estuvo siempre presente. Se le vio contento al autor y el público se portó bastante bien. Sólo se me ocurren dos pegas: la primera fue mala suerte y es que justo en esos momentos la escalera mecánica de salida de las plantas superiores estaba estropeada, por lo que todos los clientes debían hacer uso de la escalera de pie, que acaba justo en la sala de conferencias, por lo que siempre había un poco de confusión por aquella parte. Y la segunda es que no hubo sesión de firmas como tal. Uno ya se podía imaginar que no iba a dedicar dibujos a todo el personal, pero unos 20 minutos o más de firmas rápidas no hubiese estado nada mal –la charla se alargó una hora, hasta las 21:00 tenían tiempo de sobra para irse a cenar-. De todas formas esto es opinable, muchos fuimos los que nos acercamos igualmente y plantamos nuestros cómics abiertos a ver si había suerte y nos plasmaba una firmita, un mero garabato. Algunos se lo llevaron y otros no, eso es lo que hay. De todas formas pudimos disfrutar unos momentos con un gran artista como Moebius y eso es lo que importa, gracias a la organización, al editor y al propio autor.
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