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Ilustración de David Finch de la familia mutante actual
Pero como se suele decir, todo empezó aquí. Sin duda la idea más novedosa del dúo es aquella que daba su ser a la serie y que ha permitido que tantos años después gocen de tan buena salud –al menos editorialmente, que en calidad han perdido un poquito-: la idea de evolución. Los protagonistas son el siguiente paso evolutivo de la humanidad, los mutantes, que desarrollan habilidades sobrenaturales variadas con la llegada de la pubertad. Me imagino que, cansado de inventar orígenes para todos sus personajes anteriores, Lee se sacaría este as de la manga que le permitiría –a él y a todos los guionistas que vendrían detrás- traer nuevos personajes de la nada con diferentes poderes con la simple excusa de la genética. Así de fácil.
De ese modo, la idea original es modelaba por ambos autores en los primeros números de la colección donde conoceremos al profesor Charles Xavier, uno de los mutantes más poderosos que existen y fundador de una Escuela para Jóvenes Talentos donde se enseña a mutantes adolescentes a controlar sus poderes. En sus inicios la Patrulla-X la formaban Cíclope, Bestia, Ángel, El Hombre de Hielo y una recién llegada Chica Maravillosa. Cada uno de ellos con sus personalidades definidas, en las que Lee hacía mucho hincapié con sus interminables textos de apoyo y sus innumerables diálogos. De esa forma cada uno de ellos toma un estereotipo y muchos los han conservado hasta ahora: Cíclope es tímido, taciturno y responsable; Bobby Drake es impulsivo y chistoso; la Bestia es un genio de lo más ingenioso… Las constantes puyas entre los compañeros son tratadas con naturalidad, bajo el yugo de un instructor algo tiránico que, aunque se preocupa en demasía por ellos, no deja de estar obsesionado con la puntualidad, el entrenamiento y las mejoras de los resultados, así como de que sus órdenes se acaten inmediatamente.

En estos números la Patrulla-X defiende a la humanidad de los estragos que puedan ocasionar mutantes malvados como Magneto y su Hermandad Diabólica –Lee era único para los nombres-, los mayores enemigos de los protagonistas y a los que se enfrentaban prácticamente cada dos números. Los mutantes aquí presentados, aparte de su cabecilla y líder –made in Lee: megalómano, orgulloso, sin escrúpulos, poderosísimo y siempre derrotado por una argucia u otra al final- son el Sapo, Mente Maestra, Mercurio y su hermana la Bruja Escarlata. Muchos de los guiones de estos capítulos son tremendamente parecidos: ante la aparición de un nuevo mutante, ambos equipos antagónicos intentan reclutarlo para sus propias filas, por lo que el enfrentamiento entre ambos acaba siendo inevitable. Algunos conceptos vertidos en estos números irán sobreviviendo al tiempo y a los diferentes autores –muchos de ellos no dudarán en modificarlos, darles nuevo enfoque o directamente olvidarlos- como son la Sala del Peligro, el Asteroide M o Cerebro, el detector de mutantes –curiosamente, dos de los tres citados anteriormente cobraron vida propia en diferentes sagas recientes de los mutantes-.
Irán naciendo personajes tan dispares como El Desvanecedor, La Mole –el primero en volver a aparecer unas cuantas aventuras más tarde- o Unus El Intocable y no será hasta el sexto número de la colección en la que Lee echará mano del cada vez más complejo universo que iba tejiendo a dos manos con Kirby: Namor hace acto de presencia –la historia es la misma, sólo que no saben si se trata o no de un mutante-. Así, en el #9 USA la Patrulla-X se enfrentará por primera vez con los Poderosos Vengadores en su formación clásica, en esas historias donde un simple enredo acaba liando a todos los héroes a puñetazos. En el #10 USA ambos autores viven otro momento de inspiración creando la Tierra Salvaje y a su principal defensor, Ka-Zar y su fiel mascota Zabú –hábil reciclaje por parte de los autores de las historias de Tarzán, así como de diferentes novelas como Viaje al centro de la tierra o El mundo perdido-.

Hasta aquí he hablado más del argumento, que como ya se puede afirmar hoy en día, hay que agradecerles tanto al guionista como al propio dibujante. Kirby sigue en su línea en estos números, creando muchos personajes y situaciones, llenando la página de viñetas llenas de detalles, onomatopeyas y líneas cinéticas y demostrando un dinamismo envidiable. Todo es movimiento y color en estas páginas. Los primeros números son entintados por Paul Reinmann, pero a partir del #6 USA entraría Chic Stone, el cual según mi opinión mejoró bastante la calidad. En este primer año sin duda destacaría la aventura en la Tierra Salvaje, a un nivel gráfico –diseño, acción- insuperable. Merece la pena resaltar dos curiosidades gráficas: la primera sería cómo el uniforme de la Chica Maravillosa sufre una variación de un número a otro para luego volver a quedar igual: su máscara varía dejándole el pelo más o menos suelto. ¿Pruebas de vestuario, tal vez? La segunda y más evidente es la progresión en el diseño del Hombre de Hielo, en un cambio de muñeco de nieve con botas hasta cobrar la apariencia de un premio Oscar –ya sin botas y con unas líneas que demarcan lo que sería una especie de pantalón corto o calzoncillo-.

El #11 USA es el último número dibujado en su totalidad por Kirby –y donde se presentará al Extraño, un poderoso ente alienígena que eliminaría a Magneto como enemigo de La Patrulla- siendo ayudado en los siguientes principalmente por Jay Gavin, cuyo acabado final es fácilmente diferenciable del que venía plasmando El Rey. La idea del continuará y del cliffhanger cobra importancia en estos capítulos, con una minisaga sobre el Juggernaut, donde se nos revelará el pasado del propio Charles Xavier. Hasta este mismo momento, la mayoría de números habían sido autoconclusivos. Pero a partir de aquí, como si ambos artistas previeran su salida inmediata del título, empieza una saga detrás de otra que es sin duda lo mejor de su etapa en los mutantes. La lucha contra el imparable Juggernaut –al tiempo que se desvelan interesantes datos sobre el pasado de Charles Xavier- sólo es una antesala de la aventura más extensa de los jóvenes cuando el doctor Bolivar Trask inicia la histeria antimutante y crea los peligrosos Centinelas, que por supuesto cobrarán vida propia y no sólo intentarán eliminar a los mutantes, sino a toda la humanidad. Y tras enfrentar esta nueva amenaza, los estudiantes y su excelso profesor se encontrarán en su vuelta a casa con su mayor enemigo en un díptico cuya parte final (el número #18 USA) está dibujado en su totalidad por Jay Gavin, hecho que es claramente apreciable y que supuso una ligera bajada en el nivel gráfico de la colección. Stan Lee duraría un número más, donde se presentaría al Mímico en una historia autoconclusiva, siendo sustituido a partir de entonces por Roy Thomas, aunque es de sobra conocido que debía de supervisar de cerca los guiones de su sustituto oficial en aquella época.

Valoración personal
Los 19 primeros números de The X-Men son un claro ejemplo de lo que podían hacer juntos dos grandes creadores como Stan Lee y Jack Kirby. El dibujante pasaría a abocetar los números unos meses antes de su marcha –seguido por Lee un número después-. Las primeras aventuras, autoconclusivas en cada número, están lastradas por todo lo que conlleva la presentación de todos los personajes que conforman la Escuela de Xavier para Jóvenes Talentos: los cinco estudiantes y sus diferentes caracteres, así como la ominosa presencia del maestro. Defectos que quedan ampliamente superados por el torrente de ideas que vierten ambos autores, dando vida a nuevos personajes y situaciones cada pocas páginas. Muchas de esas ideas han perdurado hasta hoy en día y han dado pie a innumerables y míticas aventuras posteriores de la mano de otros guionistas. Conforme ambos genios van tomando el pulso a los mutantes van sucediéndose mejores números, teniendo su mejor etapa a partir de la llegada de Kazar y de las aventuras continuadas: la Tierra Salvaje; el Juggernaut; la Saga de los Centinelas y la vuelta del enemigo acérrimo, Magneto.

Aunque no es comparable a sus cien números en The Fantastic Four, hay que reconocer que el hito logrado por ambos en la colección del cuarteto es insuperable. Eso no quita que sea una buena conjunción de números y de ideas con muchos de los puntos fuertes de Lee y Kirby: largos diálogos y textos de apoyo; dinamismo, acción y espectacularidad en la parte gráfica y sobre todo entretenimiento, mucho entretenimiento, aderezado por esas ideas moralizantes que tanto gustaban al guionista: jóvenes independientes que son diferentes cuando no solitarios; todo lo referente al movimiento antimutante; la historia latente de amor entre Scott y Jean, que transcurre por medio de los pensamientos de ambos, ya que sus responsabilidades no les permiten estar juntos…
Siempre resulta agradable volver al trabajo de dos de los más grandes artistas del mundo del cómic de superhéroes, por dos razones: la primera por repasar los cimientos de lo que hoy se conoce como el Universo Marvel y contemplar todo lo que ha evolucionado en sí mismo; y por otra el poder disfrutar de sus historias y de su arte en sí mismo. Imprescindible.

Homenaje de Alex Ross a la portada #1 de The X-Men
Vente a la cena!!!
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