Una de las mejores sagas que ha tenido El Vengador Dorado –tampoco es que haya tenido muchas- corrió a cargo de uno de los mejores equipos que se ha mantenido en la serie, el formado por el guionista David Micheline y el entintador Bob Layton, ambos compartiendo los argumentos. En estos números están asistidos por el dibujante Mark D. Bright y por el gran Barry Windsor-Smith –en el número que concluía la aventura-.
Esta saga de desarrolló a finales de los años ochenta en la serie regular de Iron Man #225 al #232. En su momento fue un gran acierto y con el tiempo ha contado con la inevitable secuela así como algún que otro remake. El argumento a priori parece simple: Anthony Stark descubre de repente que una parte de su tecnología más secreta, aquella que se usa para la armadura de Iron Man ha sido robada y vendida al mejor postor, de forma que muchos de los villanos que se nutren de un traje cibernético para aumentar sus poderes están usando la tecnología desarrollada por Stark. Esto es algo que el millonario no puede permitir, por lo que se lanza a una cruzada personal para recuperarla al precio que sea: incluso ir por libre y a actuar fuera de la ley.
No sólo villanos clásicos como el Zancudo, el Escarabajo o el Controlador sufrirán las iras del vengador, sino el propio gobierno de los Estados Unidos: Mantarraya, los Mandroides o incluso los Guardianes de la Bóveda deben ser purgados de todo rastro de componentes pertenecientes a Stark. Incluso su viejo amigo el Capitán América se verá inmerso en la situación, algo que les acarreará a ambos algo más que la ruptura de su vieja amistad. Tras una incursión en territorio ruso para luchar contra la Dinamo Carmesí y el Hombre de Titanio, los propios Vengadores le retirarán su apoyo públicamente.
Micheline hace uso de la gran mayoría de secundarios que había estado escribiendo en su larga etapa al frente de la colección. James Rhodes es el fiel escudero del protagonista, así como todo el personal de Industrias Stark. Viejos conocidos del Universo Marvel también tendrán su momento, como Nick Furia o Los Vengadores Costa Oeste, ya que el errático comportamiento de Iron Man no puede quedar sin consecuencias. Bright ofrece un dibujo muy correcto, con grandes dosis de acción y al que Layton dota de un acabado muy digno. Recordar que en estos números Tony Stark viste la armadura rojo y plata. Barry Smith se ocupa del último número de la serie, una clase de epílogo onírico en el que también participó en el guión.
Una saga clásica del personaje, que lo situará al borde del precipicio –tanto a Tony Stark como a su alter ego- y que comenzó una nueva etapa al tiempo que la vieja armadura rojo y oro volvía a la palestra.


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