miércoles, 20 de enero de 2010

The Wire. Tercera Temporada

De forma algo dubitativa comienza de nuevo una de las series más prestigiosas de los últimos años. El grupo de vigilancia del teniente Daniels está plenamente establecido, aunque ha perdido a dos de sus miembros, que patrullan las calles del distrito. Han pasado algunos meses desde los acontecimientos que tuvieron lugar en el puerto de Baltimore, de modo que la Unidad Especial ha continuado con su red de escuchas y de seguimiento en el Baltimore Oeste, a la caza de los jefes mafiosos que se dedican al tráfico de drogas. Hasta ahora han obtenido pocos resultados.

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El Clan Barksdale continúa bajo el liderazgo de “Stringer” Bell y recupera minutos en pantalla debido a la nueva adquisición de territorios de venta que se ven obligados a hacer, por la demolición de las torres donde tenían sus lugares comunes. Si a eso añadimos que el propio Bell está armando a su alrededor toda una maraña de negocios legales, su captura está cada vez más difícil.

La vida privada de los protagonistas sigue teniendo su importancia en la serie: McNulty no renuncia a recuperar a su mujer y a sus hijos, mientras intenta pasar algo del tiempo que le queda sobrio; Daniels ya no vive con su mujer y “Kima” apenas puede soportar a su novia y a su hijo.

Sin embargo, en los primeros episodios de la serie es difícil adivinar por dónde van a ir los tiros durante esta temporada. Si en la Primera se nos mostró la lucha contra ese último escalón del narcotráfico; y en la siguiente la venta al por mayor y cómo los que dirigían los muelles la introducían en la ciudad; ahora la cosa tarda un poco más en esclarecerse. La maniobras políticas, el tráfico de influencias, la lucha por las lealtades también tiene sus momentos, pero es algo que ya se nos había mostrado en anteriores capítulos. Una serie de nuevos personajes parece que llevarán parte del peso de la trama: por un lado un concejal tiene una ambición de lo más alta: ser el próximo alcalde de Baltimore. Siendo como es blanco, puede costarle más de lo que cree; un comandante de división con la jubilación a las puertas y harto de ver a los pandilleros vendiendo en las calles idea un nuevo y arriesgado plan: presionarlos y arrastrarlos fuera de los barrios hasta una serie de manzanas desabitadas donde tendrán paso libre; y finalmente un ex convicto que tras 14 años en la trena sale para intentar reincorporarse a la sociedad, algo que tampoco es fácil.

No será hasta bien avanzada la temporada cuando de nuevo la serie alcance un ritmo infernal, especialmente con la salida a la calle de Avon Barksdale. Los 26 mese que ha pasado a la sombra no le han hecho cambiar sus ideas de cómo debe llevar el negocio, algo que le puede hacer chocar con Stringer Bell. Si a eso le sumamos la aparición de un nuevo mafioso que se dedica al tráfico de drogas, Marlo, ya tenemos de nuevo guerra entre bandas y cadáveres en las calles. Razones suficientes para que McNulty y los suyos presten más atención a lo que está ocurriendo en la parte Oeste de la ciudad. Eso, junto con el controvertido plan de “liberalización de las drogas” del Comandante Corvin caerá como una bomba justo en época de elecciones, lo que hará que todos los interesados se remuevan inquietos en sus asientos y piensen cómo podrían sacar tajada.

Aunque creo que esta temporada baja un poco el gran nivel alcanzado por la segunda, sigo afirmando que la calidad es altísima y, por lo tanto, una serie de obligado visionado. Se apuntala todo aquello que nos lleva maravillando desde sus comienzos –realismo, crudeza, profundidad psicológica en un extenso reparto coral, ritmo y sentido de la acción- al que se añaden nuevos personajes, más situaciones, diferentes capas de la sociedad… El mosaico creado por David Simon en torno a Baltimore sigue creciendo y nosotros con él.


Todo sobre esta serie en este blog, aquí.

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