jueves, 11 de febrero de 2010

Wallander. Segunda Temporada


Durante el verano de 2009 –y llegando a tiempo para el siguiente compromiso del actor principal, esta vez comprometido con Marvel Studios para rodar la adaptación de Thor a la gran pantalla- Kenneth Branagh volvió a meterse en la piel del detective Kurt Wallander, ideado por el escritor sueco Henning Mankell y cuyas novelas policiales tanto éxito han obtenido en su país de origen y en España.

De nuevo la producción se trasladó a Ystad para continuar narrando las aventuras de uno de los policías más existencialistas que conozco. Ya comenté cuando reseñé la primera temporada la gran labor de ambientación, fotografía y dirección, así como el estilo. Todo esto se ha mantenido y mejorado cuando ha sido pertinente, aunque haya sido su actor principal el que más alabanzas ha cosechado e incluso haya ganado algún premio importante de la televisión inglesa.

Se adaptan aquí tres historias más: Asesinos sin rostro (la novela de su debut), El hombre sonriente y La quinta mujer. Tres casos de temática muy diferente, unidos en el tiempo por las vicisitudes que debe pasar Wallander tanto en su resolución como en su vida personal. La relación con su hija –desde que se separó de su mujer intenta mantener el contacto con ella- va a subir a un nuevo nivel cuando conozca a su nuevo novio: un inmigrante en Suecia, médico, sirio, llamado Jamal. El asesinato de una pareja de ancianitos con claros signos de tortura hace que se desate una oleada racista en el pequeño pueblo del sur del país nórdico, algo por lo que Wallander no puede evitar sentirse culpable ¿han interferido sus propios prejuicios a la hora de juzgar el caso? La resolución de la trama hará que el inspector de policía se replantee una vez más su papel en el cuerpo y medite la tan ansiada retirada.

Pocas semanas durará su retiro. Un viejo amigo llega a buscarle pidiendo ayuda. Su padre ha sufrido un accidente de coche y ha fallecido hace pocos días. Pero hay una serie de circunstancias que no le casan del todo y pide ayuda al viejo policía. Wallander se niega. No está para nadie. El suicidio de su compañero tras la negativa hará que sus sentimientos de culpabilidad vuelvan a la superficie. Con gran esfuerzo, Wallander volverá al servicio activo, tímidamente al principio hasta destapar una peligrosa conspiración.

En estos momentos, Povel Wallander está en las últimas. Recluido en una residencia por sus continuos ataques violentos, pide volver a su casa para morir en paz. Hecho que afectará profundamente a su hijo, que tiene que lidiar con una serie de asesinatos violentos, donde las víctimas mueren entre dolores espantosos. El nexo común entre todos ellos parece ser los malos tratos, la tan llamada recientemente violencia de género.

Estos tres capítulos hacen un mejor uso de la continuidad que los anteriores. Aunque se pueden disfrutar por separado –se tratan de películas para televisión- en conjunto datan de una mayor profundidad a sus personajes y en especial a Branagh, auténtica alma mater del asunto en una interpretación muy sincera de un detective alejado de excentricidades y genialidades: sólo es una persona normal que hace uso de su experiencia y del trabajo duro; con tendencia a obsesionarse con los casos que investiga y con la marcha del mundo, así como a no dormir nunca en una cama, sino en cualquier rincón que pilla. La tercera temporada de Wallander parece que tiene luz verde. Seguiremos disfrutando.

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