domingo, 7 de febrero de 2010

The Wire. Cuarta Temporada

Algunas cosas han cambiado desde que la Unidad de Delitos Mayores acabara con el liderazgo de Avon Barksdale en las calles de Baltimore. Pero el vacío de poder ha provocado que ahora las esquinas y el tráfico de drogas que sucede en ellas pertenezcan a Marlo, un joven traficante que ya hizo su aparición en la temporada pasada cuyos métodos desconciertan a la policía.

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Porque aunque la Unidad ha cambiado mucho, todavía sigue con las escuchas y el seguimiento de estos delincuentes, que parecen mucho menos cuidadosos que sus predecesores. Lo extraño es que han dejado de aparecer cuerpos en la calle; no hay muertes y esto frena la actividad policial. Lester Freamon y “Kima” siguen trabajando como detectives bajo las órdenes de otro teniente y están dispuestos a levantar una gran polvareda en plenas elecciones: el dinero de las drogas salpica a muchas personalidades importantes de la ciudad de Baltimore. Su enlace con la fiscalía sigue siendo Ronda Pearlman, que mantiene su relación con el ahora comandante Cedric Daniels, a cuyas órdenes tiene de nuevo a McNulty, si bien este se niega a trabajar en homicidios y prefiere seguir pateando la calle de patrulla.

Las elecciones a la alcaldía de la ciudad centrarán los primeros capítulos de esta nueva temporada y las ambiciones del congresista Tommy Carcetti, un blanco aspirante al trono en una ciudad donde la mayoría es de raza negra. Aunque él mismo no se ve como ganador, está dispuesto a dar toda la guerra posible.

Otros personajes que ya conocemos dispondrán de sus minutos: “Prez” ha dejado la policía y se ha metido a profesor de matemáticas de instituto. Esto enlaza con la presencia de cantidad de chavales de los barrios bajos en los que los realizadores de la serie deciden centrarse de momento: lo que hacen, de dónde sacan el dinero, cómo se relacionan con los traficantes –la mayoría son sus propios familiares-. “Bubbles” también sigue rondando las calles, esta vez con uno de estos chavales como protegido. Omar “Little” es otro delincuente recurrente en la serie desde sus primeros capítulos, aunque no he hablado mucho de él en estos resúmenes. Es temido en los bajos fondos por su destreza con las armas y por su afición a robar a los traficantes –tanto su dinero como su mercancía-. Este personaje está muy bien cuidado y sus apariciones siempre son garantía de que algo bueno va a pasar. No sólo ha ayudado a McNulty y los suyos para encerrar algún pandillero que le haya jugado una mala pasada, sino que por su cuenta ha perjudicado y mucho al Clan Barksdale –al finalizar la tercera temporada, él fue el responsable de la muerte de “Stringer” Bell- por lo que en estos momentos, es a Marlo al que ha fijado en su punto de mira.

La primera mitad de esta temporada vendrá aupada por dos frentes: los chavales que habitan las calles más problemáticas de Baltimore y su entorno, y qué se puede hacer para ayudarles; y la carrera por la alcaldía de la ciudad, cuyo ganador conoceremos al finalizar justo el sexto capítulo. En su segunda parte se irán desarrollando las tramas anteriores. Tras las elecciones, vientos de cambio soplarán en Baltimore: el Departamento de Policía va a sufrir una serie de reformas y sus objetivos van a cambiar. Eso propicia que se vuelva a reinstaurar la Unidad para Delitos Mayores cuando la persistencia de Lester de con todos los cadáveres que deberían de haber ido apareciendo. Los capítulos finales dejarán todo preparado para la quinta y última temporada de The Wire, donde los traficantes vuelven a estar en el punto de mira de nuestros protagonistas, que vuelven con fuerzas renovadas, en especial uno de los más carismáticos y que durante esta temporada ha estado en un segundo plano cuando no olvidado: Jimmy McNulty.

La política –en especial en época de elecciones- y el sistema educativo de la ciudad norteamericana han sido los dos temas centrales. Uno no puede evitar tener la continua sensación de que, por mucho que los policías, educadores u abogados que pueblan esta fantástica historia lo intenten, las dosis de realidad son tan altas que casi nunca lo consiguen. El sistema en el que se basa todo está tan corrupto y tiene tanta deuda a sus espaldas que es imposible luchar contra él, mucho menos vencerlo o sonsacarle una pírrica victoria. El dinero, la burocracia, las clases políticas y en definitiva el interés propio y personal son los que condenan toda acción de cualquier persona individual al más absoluto fracaso. Todo cambia para poder seguir igual. Es una regla de oro que se cumple al 100% en Baltimore.

Todo The Wire, aquí.

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