
Portada del tomo español a cargo de John Romita, Jr., realizada para el número final de la colección
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Si ya en un anterior trabajo (Marvel 1985) el guionista había dado forma a uno de los sueños más recurrentes que puede tener un aficionado a los cómics –que de repente estos abandonen las páginas de papel y aparezcan en la vida real, siendo además tú el protagonista y la clave que puede darles la victoria-, en Kick-Ass decide, cambiando el estilo clásico y nostálgico por un enfoque más moderno y violento, dar salida a ese otro sueño oculto que todavía permanece en el aficionado: convertirse él mismo en un superhéroe. Para ello Millar cuenta la historia de Dave, un chaval normal de un instituto de Nueva York que no es que sea desgraciado o muy feliz, sino todo lo contrario: es un personaje anodino. Un día se le va la cabeza y decide enfundarse un traje hortera de neopreno y salir a dar una vuelta a ver si puede ayudar a alguien. Pero como nos encontramos en el mundo real, tan sólo dos cosas pueden pasar. Y esto es lo que ocurre: que primero recibe una paliza de muerte que lo manda seis meses al hospital. Y la segunda vez que sale de patrulla consigue ganar no sabe muy bien cómo y se convierte en una celebridad de la noche a la mañana, gracias a las redes sociales y a Internet. Esto pronto creará una moda donde aparecerán imitadores, hasta que llegue a encontrarse con unos aficionados a disfrazarse que no se lo toman de la misma manera que él, lo que le traerá un montón de problemas.

Violencia descarnada y cantidad de escenas gore plasmadas por un dibujante que baila al son del guionista, que no duda en recurrir a situaciones esperpénticas, a diálogos soeces repletos de referencias culturales al cine, series de televisión y al mundo del cómic norteamericano y a giros de guión imprevisibles. Como resultado final hay que reconocer que Kick-Ass es un tebeo divertido, pero poco más. Como si de una gran superproducción veraniega y palomitera para cines se tratara, una historia de acción donde hay mucho humor con mala leche y litros y litros de sangre. Tengo que admitir que la caracterización del personaje principal me echa un poco para atrás y es que ya estoy un poco cansado del personaje friki perdedor. Es que no aparece un aficionado a los cómics normal en todo el tebeo, están todos de la olla.

Destaca más el trabajo de John Romita que el de Millar –algo curioso, le pasó lo mismo al dibujante en la miniserie de Los Eternos, cuando hizo equipo con Neil Gaiman- ya que la historia gana mucho con su arte. Demuestra mucha potencia Romita, gran profusión de detalles en los fondos y peleas bien coreografiadas. El guión no está mal, pero es algo simple, como suele ser habitual en el guionista –esto se está convirtiendo en un tópico-; plantea ideas muy interesantes en los comienzos que luego abandona en pro de las escenas de acción que tan bien se le dan y que suele ofrecer en casi todas sus propuestas. En realidad se pude decir que no hay nada nuevo por parte de Millar en este cómic, lo que no impide que sea entretenido y divertido. Al dibujante le asiste en las tintas Tom Palmer, otro veterano con tanta experiencia como el propio Romita.

La edición de Panini muy bien, recopilando los ocho números que conformaron la serie limitada americana en tapa dura y juntando algunos extras en forma de bocetos y proceso de realización de un par de páginas de la historia, así como artículos de introducción o del propio Millar. Como dato curioso, es de un tamaño ligeramente mayor al del comic-book de toda la vida y no se si se debe a la edición española o en Estados Unidos también fue así.

Otros cómics de Mark Millar en este blog:
Lobezno: Old Man Logan, con Steve McNiven
Los 4 Fantásticos, junto con Bryan Hitch
Wanted, con J. G. Jones
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