
Portada del tomo recopilatorio americano a cargo de Robertson, dibujante regular de la serie
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Con mucho sentido de humor, Ellis va asentando algunos conceptos que irán desarrollándose a lo largo de toda la serie. Así, Spider acaba de obtener un gran éxito tras su vuelta al periodismo, lo que le ha permitido escoger un sitio mejor para vivir y contratar a una asistenta personal o secretaria; una estudiante de periodismo deseosa de aprender del mejor; joven e independiente, ex stripper y ex guardaespaldas. También será introducido La Bestia, el presidente, enemigo de Spider, que se presenta a la reelección.

Portada del #4 USA, obra del escocés Frank Quitely
En el siguiente número USA, Spider se dedicará a estudiar un poco ese mundo al que ha vuelto a través de uno de sus mejores exponentes: la televisión. 24 páginas repletas de humor y crítica a un medio que en el futuro ha alcanzado sus peores cotas y que en manos de un depravado como Jerusalem puede ser un arma mortal. Por supuesto, las ideas de la verdad, del auténtico periodismo, de la libertad, están presentes de manera constante en el discurso del corrosivo y violento columnista. A veces incluso, pese a todos sus defectos, parece que Spider Jerusalem sea el único personaje íntegro de Transmetropolitan, fiel a sus ideas y a sí mismo.
La religión copará la siguiente aventura del cáustico periodista, siempre con su cigarro en los labios y esta vez disfrazado del propio dios. Aprovechando que se celebra una convención, tanto Spider como nosotros tendremos una buena muestra de por donde van las oraciones de los fieles en el futuro. Y como la mayoría de ellas no ofrecen mucha confianza, un ultradefensor de la verdad puede reaccionar de forma muy violenta.
Tras la religión llega el más allá. Además estamos ante la primera portada realizada para la serie del dibujante regular. Las tres anteriores (#4 al #6 USA) fueron realizadas por Frank Quitely. Durante una serie de números seguirá siendo Robertson el encargado de plasmar la imagen inicial del cómic. Que a propósito, el dibujante seguirá con su tono acertado a la hora de retratar la sociedad distópica en la que se encuentra, apostando siempre por un trazo gracioso y exagerado, lleno de detalles a la hora de describir los artilugios y seres extraños que la pueblan. Comenté lo del más allá porque aquí Ellis plantea otra idea interesante: abandonar el cuerpo y la mente y traspasar la esencia de uno mismo a una especie de ser incorpóreo, que ha dejado la carne atrás.
También es posible la reencarnación para aquellos que murieron en el pasado y fueron lo suficientemente previsores para contratar los servicios de una empresa de Resurrección, que les garantiza devolver su mente al cuerpo que deseen. Pero la llegada de estos seres del pasado a una ciudad tan distinta como esta puede ser traumático y su socialización e integración la cosa menos sencilla del mundo. La idea de que estamos condenados a repetir los errores del pasado –el guionista pone de manifiesto la cantidad de hechos históricos interesantes que podrían aprenderse de una de estas personas- vuelve a tocarse en el siguiente capítulo, cuando Spider haga un tour por las innumerables reservas naturales que existen y donde se preservan antiguas tribus tal y como eran entonces, de forma que las enfermedades son las de aquella época y sus comportamientos los mismos, sin importar lo crueles o estúpidos que fueran. Todo con tal de preservar sociedades pasadas en su máximo esplendor y con la mayor veracidad posible. Aunque una de esas culturas fueran los mayas, se dedicaran a decapitarse los unos a los otros y finalmente a autodestruirse.

Es en los tres últimos números del tomo donde ambos autores vuelven a narrar una historia en varias partes. Por un lado sigue una pequeña línea argumental que ha ido desarrollándose a lo largo de todas las páginas anteriores: Channon –la asistente- ha sido dejada por su novio y el trauma de trabajar para Spider ha sido demasiado, por lo que ha decidido marcharse y hacerse monja en la Iglesia de Fred Christ, uno de los responsables de la revuelta que vimos en los primeros números. Podemos centrarnos en Jerusalem, que tras conocer la noticia de que la cabeza de su ex mujer criogenizada ha sido robada, recibe en su piso a una panda de asesinos furiosos. Al dar buena cuenta de ellos, se ve obligado a huir con la policía canina tras él. Freeze Me With Your Kiss es el título original de este arco argumental, titulado en España Mátame a Besos y que llevará al protagonista a huir por su vida hasta que se encuentre ¿con su propio hijo? Un vistazo al pasado del vitriólico periodista, cuyas consecuencias aparecen para perseguirle en el presente, ofreciendo al lector más dosis de esperpento y de carcajadas aseguradas.

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