jueves, 17 de junio de 2010

La tempestad, de Santiago García y Javier Peinado


Una de las últimas obras de Shakespeare –y una de las más atípicas, mezcla de comedia y drama con tintes sobrenaturales en forma de magia- sirve para que esta pareja de madrileños unan sus fuerzas por primera vez para narrar de nuevo esta historia actualizada y pasada por el filtro de la ciencia-ficción y del arte del cómic.

Propuesta muy arriesgada por parte del guionista veterano que ya venía destacando tanto por su labor como crítico y traductor como por sus guiones para El vecino. En un planeta que se cree aislado se estrella una nave espacial que acaba de sufrir una tormenta cósmica. Los supervivientes son un grupo de científicos y de empresarios que se reparten por diferentes sitios de la superficie del planeta. Pronto empiezan a ser perseguidos por diferentes criaturas o por máquinas robóticas y se inicia una aventura que no dejará indiferente a nadie.

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Ya desde el inicio es curioso cómo los personajes de Shakespeare son adaptados por los artistas. Próspero y Miranda son aquí el científico Kesavan, un hombre traicionado y resentido con la humanidad y su hija Amala, inocente y ajena a todo lo que no tenga que ver con su padre y su entorno paradisíaco. El espíritu Ariel se convierte en un superordenador a ratos inquietante que recuerda y homenajea al HAL9000 de Una odisea espacial. Calibán es un ser misterioso, una criatura llamada Ayu. Si se conoce el original literario se puede disfrutar aún más si cabe de estas versiones modernas en el papel, aunque si por el contrario no se ha oído hablar nunca del argumento de La tempestad esto no va a impedir sumergirse en una obra rompedora en su concepción.

Porque si es los comienzos es fácil seguir los pasos del bardo inmortal, pronto la obra de los españoles se va separando poco a poco pero sin descanso de la original y comienzan a contar su propia historia. Si el sentido del humor o la maravilla destacan en los comienzos, en un determinado momento se produce un giro mortal hacia el drama más absoluto, ofreciendo un final de historia trepidante, con un ritmo endiablado y un desenlace bestial y despiadado, pero consecuente con todo lo que se ha contado, ya que la tensión ha ido creciendo página a página desde el mismo comienzo. Un final muy personal, valiente y, sobre todo, que no deja indiferente a nadie.

Por su parte, Javier Peinado debuta con esta obra en el mercado español –publicada de forma excepcional por Astiberri, como viene siendo costumbre de la editorial-. Licenciado en Bellas Artes, Peinado apuesta por un estilo fácil de describir: el de la línea clara, cuyos mejores ejemplos son los autores del mercado francobelga como Jacobs o Hergé. Tradicional, elegante, luminoso. Son muchos los adjetivos que le pueden sumar a los lápices de Peinado. El color, del que también se ocupa, también tiene un papel importantísimo y se aprecia con especial atención a la hora de dividir la historia y seguir a los diferentes grupos de supervivientes, según las zonas de la superficie del planeta donde han aterrizado.

En su totalidad estamos ante una obra que, aunque sea una adaptación, ésta es tan personal que la hace original y cuya progresiva inclinación de la luminosidad inicial hasta la oscuridad final está muy bien conseguida tanto por el guionista en su retrato y caracterización de los personajes como por parte del dibujante con un diseño al que poco se le puede echar en falta, donde no sobra nada.

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