En esta nueva aventura, Gonzalo de Montalvo ha descubierto parte de sus orígenes: al hecho de que el comisario es su propio hermano y de que su madre fue una noble francesa, todavía le queda mucho por averiguar, algo que los espectadores ya saben debido a las continuas pistas que han dado los guionistas. De ese modo, la joven esposa del comisario es también hermana de los dos protagonistas –la situación entre ambos es de lo más absurda- y su padre no es ni más ni menos que el Rey de las Españas. Lo que ocurre es que la trama principal del pasado del maestro de escuela aparece y desaparece cual Guadiana y son apenas unos momentos lo que les dedica en cada episodio, dejando la mayoría del metraje para una aventura auto conclusiva, normalmente resuelta a patadas y puñetazos por el Águila Roja en los momentos finales del capítulo.
De ese modo son los personajes secundarios los que cobran protagonismo. Alberto San Juan tenía un breve papel al final de la temporada anterior y al comienzo de ésta, dando vida al marido de Margarita, no muy querido por la andaluza. Esto añade un vértice más a ese triángulo entre Juan, su prometido y el propio Gonzalo, su primer amor; por otro lado tenemos a los nobles, con la Marquesa, el comisario y el hijo común de ambos, Nuño. Y es que esta disfuncional familia se verá afectada por las presiones de otros nobles que los atacarán donde más les duele: en la figura de Nuño, al que tan pronto querrán meter en un convento como quitarle todas sus posesiones.
En lo referente a Águila Roja, tendrá que enfrentarse a unos traficantes de esclavos, al peligro que conlleva que su identidad sea descubierta o a un terror sobrenatural en un alarde de los guionistas sin igual hasta ahora: un vampiro amenazará la seguridad de las jóvenes mujeres de la Villa.
La verdad es que no puedo añadir más de lo ya dicho sobre la temporada anterior. La cosa ha continuado como venía siendo: ningún tipo de novedad, ni en las tramas ni en la realización, que ya empieza a pecar de repetitiva con tan sólo esos minutos finales dedicados al encapuchado. Sin duda los inicios de la segunda temporada fueron mucho más espectaculares que éstos. Los realizadores se saben con la mano ganadora y eso puede perjudicarles ya que de momento parecen bastante asentados, sin capacidad de mejora. Sigo echando en falta más ambición, tanto en las labores de dirección como en las tramas.
Las noticias de nuevas incorporaciones de caras conocidas, en especial las femeninas con Manuela Velasco o Mónica Cruz y alguna que otra idea algo descabellada sobre el fin del mundo pueden dar algo de vidilla a la serie, siempre a la espera del salto de calidad necesario para convertirla en una imprescindible de la parrilla española.
A continuación, el avance de la tercera temporada:


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