martes, 5 de octubre de 2010

Puro cine negro: L. A. Confidential, una película de Curtis Hanson


En 1997 el director nacido en Reno no sólo filmó su mejor película, sino que inicio un periplo de unos seis o siete años donde realizó los mejores títulos de su filmografía, como Wonder Boys o 8 Mile. Desde entonces, aunque ha seguido trabajando, no ha vuelto a conseguir llamar la atención como cuando se ocupó de adaptar una novela de James Ellroy ambientada en la ciudad de Los Ángeles en los años cincuenta, donde la mafia campaba a sus anchas gracias a la inoperancia y a la corrupción de la propia policía. Junto con el guionista Brian Helgeland (Cirque du Freak, Robin Hood) consiguió llevarse el Oscar al Mejor Guión Adaptado, el primero de los dos que consiguió en esa ceremonia.

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Hanson realiza una muy hábil introducción al ambiente donde va a desarrollarse la película así como una presentación rápida y precisa de los principales personajes protagonistas, que son unos cuantos. De ahí que en poco tiempo la historia no sólo eche a andar, sino que lo hace con varios caracteres bien presentados, por lo que el espectador ya tiene una idea muy acertada de cómo es cada uno. A lo largo del metraje Hanson irá puliendo las aristas de estos personajes, dotándoles de mayor profundidad de manera que podamos entender porqué toman las difíciles decisiones que toman, aún cuando parecen salir perjudicados. Su producción es muy cuidada y el espectador se ve trasladado sin problemas a la época en la que se ambienta.

Es la voz en off de Danny DeVito (En la boda de mi hermana) la que nos cuenta una serie de hechos relevantes que acaban de tener lugar en la metrópoli: la mafia acaba de perder a su cabecilla, al tiempo que el ayuntamiento está impulsando un lavado de cara a la policía. Aunque el encarcelamiento del capo ha sido todo un éxito, todavía queda mucho por hacer, ya que el vacío de poder puede resultar muy problemático para la ciudad. Sid es el periodista de prensa amarilla que va contando todo esto mientras escribe sus titulares. Para conseguir buenas noticias, Sid no duda en estrechar sus lazos de amistad con el detective Jack Vincennes, interpretado por Kevin Spacey (Los hombres que miraban fijamente a las cabras). Los actores principales de esta película están soberbios y sin duda son un pilar básico –junto con un guión que funciona muy bien en todo lo que a investigación de un caso policial se refiere- para el éxito de esta producción. Spacey borda a un policía exitoso y famoso que no le importa sacarse unos pavos extra trapicheando con Sid en detenciones preparadas de antemano, de forma que él se lleva la publicidad y su amigo periodista la exclusiva. Eso le viene muy bien a Vincennes porque además colabora con la serie de moda en televisión, un drama de policías y detectives de la que es asesor.

El día de navidad, coincide en la comisaría con Ed Exley, un novato cuyo padre fue un famoso policía al que mataron estando de servicio. Exley quiere a toda costa convertirse en detective y medrar en el cuerpo y está obsesionado con respetar las reglas, algo que lo hará chocar con la forma poco ortodoxa con que la comisaría es llevada por el jefe Dudley Smith, así como la forma de comportarse de sus nuevos compañeros. Exley es posiblemente la mejor interpretación de Guy Pearce (La carretera, En tierra hostil) junto con Memento dando réplica a grandes actores como James Cromwell (Surrogates, Yo Robot), que da vida al jefe de la comisaría. 

En la misma comisaría acaba de llegar el tercer vértice de lo que parece ser un triángulo actoral insuperable –luego va a ir expandiéndose un poco más y mejorando-, Bud White, un violento policía obsesionado con el maltrato a las mujeres al que da vida un Russel Crowe (Robin Hood, Red de mentiras, El tren de las 3:10, American Gangster) muy físico y que consigue que su personaje acojone durante toda la película, pese a ir dando tumbos de un lado a otro sin mucho sentido. Su primera interpretación de altura, unos años antes de dejar a todo el mundo anonadado en The Insider y de ahí una carrera de sobresaliente.

La acción va sucediéndose muy deprisa: la detención de unos hispanos acusados de apalizar a unos policías, mezclándose una gran cantidad de alcohol por las fiestas navideñas y la presencia de un par de inquietos periodistas, acaban en un escándalo de palizas y malos tratos. Todos los implicados que se niegan a declarar son apartados del servicio. El único que se salva es Exley, que decide testificar a cambio de su ascenso a teniente y a su ingreso en el cuerpo de detectives. Su primer caso consistirá en una matanza en una cafetería donde una de las víctimas es precisamente uno de los policías expulsados del cuerpo, el compañero de White, que sigue ejerciendo de matón a las órdenes de Smith. A partir de ese momento se inicia una investigación en paralelo: por un lado el novato Exley, que quiere resolver su primer caso con nota; y por otro la de White, que aunque no es muy listo tiene oficio y está muy motivado por vengar la muerte de su compañero.

Pero en Los Ángeles retratado hay muchos intereses diferentes. Un millonario dedicado al cine porno que se dedica a modificar a sus mujeres para que parezcan como las actrices famosas de Hollywood parece estar implicado, lo que lleva a introducir en la historia a una de sus prostitutas interpretada por una guapísima y espectacular Kim Basinger, la flamante ganadora ese año del Oscar a la Mejor Interpretación Secundaria. White caerá pronto en los brazos de la bomba rubia, lo que le traerá no pocos problemas. Para rizar el rizo, Vincennes se sentirá responsable por la muerte de un joven –interpretado por el mentalista Simon Baker- en extrañas circunstancias, y se verá obligado a hacer equipo con el único al que nadie quiere por ser un chivato, Exley, por lo que se ayudarán mutuamente.

En el fondo L. A. Confidential es mucho más que una historia de policías y criminales o de la infinita corrupción de una ciudad tan complicada como Los Ángeles. El trío de policías protagonistas empezaron en su profesión siguiendo unos ideales que se fueron perdiendo con el tiempo, mientras se dejaban engullir por la podredumbre a su alrededor. Quizás ese sea el mejor acierto de Hanson, al plasmar la evolución del novato en contraste con sus compañeros, primero con Vincennes, una persona afable y simpática; y luego forzosamente con White, el lado opuesto, siendo violento y expeditivo. Ed Exley no es el mismo en el último fotograma de esta cinta que el que vemos dubitativo en el mostrador de la comisaría al principio de la misma. Los sucesos que ha tenido que afrontar le han cambiado y eso lo nota el espectador.

Añadir que si bien la película tiene los elementos necesarios que toda producción de este género necesita –alcohol, tabaco, personajes ambiguos, femmes fatales, policías violentos y corruptos, tiroteos, intrigas políticas y de despacho, antros de comida, drogas- están usados de forma que no suene a ya antes visto y que no distraigan por sí mismos la atención del espectador, como sucede en otras producciones posteriores dentro del cine noir.

La trama detectivesca es compleja de forma que no sea fácil hilvanar los hilos al principio, pero al final todo queda claro y bien explicado. No hay ningún tipo de sorpresa final ilógica en su desenlace, tan sólo una serie de cabos sueltos que, tras seguirlos, llegan a un clímax muy bien logrado, cargado de violencia y acción. Hanson se sale como un hábil narrador en las secuencias en las que abundan peleas a puñetazos, escenas de tortura, tiroteos o asesinatos. En contraste con las más intimistas o con los ágiles e inteligentes diálogos que también atesora esta cinta.

Probablemente la mejor película de género negro reciente hecha en Hollywood, teniendo en cuenta una dirección muy inspirada y un montaje muy acertado que permite seguir las múltiples tramas y a sus protagonistas, sin prisa pero sin pausa, llegando a entender todos los pasos dados; una banda sonora efectista compuesta por el mítico Jerry Goldsmith; un guión sólido y atrayente por sí mismo y unas actuaciones con momentos de brillantez, en especial un Russell Crowe en plena vorágine de ira y celos al que le da constante réplica una Kim Basinger seductora como pocas veces. Por ello obtuvo nueve nominaciones a los oscars ese año -en el que James Cameron (Avatar) se coronó como Rey del Mundo con Titanic- además del entusiasmo de la crítica y del público.

Una de las mejores escenas, pero muy reveladora en su final sobre la trama.



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