Arqueólogo y escritor nacido en Módena, Italia, aparte de publicar diversos ensayos ha desarrollado una exitosa carrera como autor de libros históricos, casi todos ambientados en la época clásica.
Sólo había leido una novela suya, una de las primeras, llamada El oráculo y publicada en 1990 que, si bien es verdad que me pareció que tenía un mínimo de interés -al menos para acabarla- no me entusiasmó lo suficiente como para buscar otra obra suya. Hasta ahora, que en un momento en que me apetecía acercarme a la figura de Alejandro Magno y si bien prefería una aproximación novelada -ya buscaré un ensayo adecuado más adelante- resulta que el propio Manfredi tiene una trilogía sobre el personaje de cierto éxito de crítica y ventas. Publicada en 1998, los tres volúmes son El hijo del sueño, Las arenas de Amón y El confín del mundo.
Centrándome en esta primera parte, Manfredi quiere dejar bien claro que pese a la novelización ha buceado abundantemente en los libros de la historia y ha sido muy fiel a los hechos que se saben de la vida del joven conquistador. Como ocurre siempre con este tipo de novelas históricas, a priori el autor debe de saber siempre más que el lector, que no tiene los conocimientos suficientes para juzgar todos y cada uno de los hechos incluidos en la narración. Sin embargo compete al autor hacer la historia fluida y creíble en todo momento y sobre todo entretenida y que despierte el interés. En este caso creo que Manfredi ha cumplido sobradamente, contándonos desde el nacimiento de Alejandro hasta su coronación como rey de los macedonios y su desembarco en las costas de Asia, el primer paso en una de las campañas de guerra más espectaculares de la historia de la humanidad.
Haciendo uso de la tercera persona y de los diálogos, desde la primera página Manfredi hace su apuesta por la mitificación de la figura de Alejandro, que a ojos de sus congéneres despierta una admiración sin igual e incluso antes de su nacimiento las profecías vaticinaban una serie de cambios importantes. Pero sobre todo, este primer volumen es el proyecto de Filipo II, rey de los macedonios y cuyo matrimonio con la extranjera Olimpia ha traido al mundo al heredero al trono. Proyecto que no es otro que convertirse no sólo en el más poderoso de los griegos, sino que en comunión con ellos liderar una fuerza sin igual, una liga panhelénica que invada Asia y arrebate al Imperio Persa las ciudades griegas de la costa. Para ello no sólo conformará un reino poderoso y el mejor ejército del momento, lleno de innovaciones técnicas y generales bien curtidos en sus profesiones, sino que se volcará en la educación de su hijo, que no sólo ha de aunar las mejores características de un macedonio, sino las de un griego también. Tarea nada sencilla para la que contará con la poderosa mente del mismísimo Aristóteles, que se convertirá en maestro de Alejandro y de sus amigos más fieles y en preceptor personal del futuro rey.
Los primeros años de su vida y su adolescencia están sin duda dedicados a la formación y al estudio, tanto física como psicológicamente hasta que deba tomar posiciones en la batalla al lado de su padre, despertando la admiración de sus congéneres. Se nota cierto bajón en la narración cuando todo esto se interrumpe por la pelea que tiene lugar entre Alejandro y su padre Filipo con motivo del casamiento de este último con una noble macedonia y los comentarios hirientes del suegro. Aunque se trata de una amenaza para su propio trono, Alejandro decide autoexiliarse con sus mejores amigos, entre los que se encuentra Hefestión, el más fiel de todos.
Pronto la situación política y los continuos ataques por parte de Atenas a la figura de Filipo traerán de vuelta la paz entre padre e hijo. Una reconciliación que no ha de durar, puesto que Filipo será asesinado ante la vista de todos en la boda de Cleopatra, hermana de Alejandro. Esto propiciará una serie de problemas al reino, levantamientos de sus enemigos en territorios conquistados y la rebelión de las ciudades griegas que se habían comprometido con la liga panhelénica. Pero nadie contaba con la determinación del nuevo rey, que no sólo someterá a los pueblos del norte, salvajes y en pleno invierno, sino que demostrará inventiva y determinación -la tan célebre Escalera de Alejandro- así como su falta de piedad ante la traición, que despierta las mayores de sus iras, como la destrucción total y reducción a cenizas de la orgullosa ciudad de Tebas.
Pronto queda claro que el plan de Filipo ha dado sus frutos y que una fuerza compuesta por los mejores guerreros griegos se dispone a entrar en Asía con una fuerza inusitada hasta el momento. En el horizonte, el emperador Darío III espera ansioso.
Por lo tanto estamos ante una primera parte muy interesante, amena y entretenida, que permite al lector hacerse con los datos más importantes en la biografía del genio militar que fue Alejandro Magno sin necesidad de aburrirse lo más mínimo en el proceso. Dejando de lado una parte menos cuidada en el centro de la novela -comentada más arriba y que coincide con el destierro- luego se recupera la tensión y la emoción con la subida del príncipe al poder.
Ahora tengo que reconocer que el autor sí me ha convencido para continuar con su obra, al menos con la segunda parte de esta trilogía.
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| El autor italiano |


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