El cómic del año en su publicación en Estados Unidos en 2009 y el de España el año pasado ha sido la vuelta al cómic de uno de sus artistas más reconocidos y con mejor prestigio, que por contra es uno de los menos prolíficos.
Curtido en el género superheroico de la mano de Frank Miller con varias obras maestras del género como son Batman: Año Uno o Daredevil Born Again, la última obra suya que leí fue la difícil adaptación en blanco y negro de las viñetas de la novela de Paul Auster Ciudad de cristal, primer volumen de su famosa Trilogía de Nueva York.
Quince años dedicado a crear esta historia en solitario mientras ejercía como profesor de Diseño y Artes Gráficas, algo que sin duda ha influenciado la obra notablemente.
Asterios Polyp no sólo se hizo en su primera convocatoria con el Los Angeles Times Book Prize Graphic Novel Award, sino que ha sido reconocido con tres Premios Harvey y con tres Eisner a la Mejor Nueva Obra, al Mejor Dibujante/Artista y a la Mejor Rotulación, todos en el año 2010.
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Más de trescientes páginas a un tamaño algo mayor que el de un comic-book tradicional para plasmar todas sus ideas e inquietudes más personales en el guión y sus más que vastos conocimientos estéticos en su dibujo. Para un aficionado más acomodado al cómic de superhéroes o al europeo más clásico puede chocar a primera vista la forma de narrar de Mazzucchelli en este cómic, pero eso no debe impedir su disfrute lo más mínimo. Como mucho se echará en falta una formación mayor en diversos temas, ya sea para poder identificar las múltiples influencias de las que el autor hace uso en los diversos capítulos como para comprender mejor los temas de los que habla, muy filosóficos en su mayor medida con claras influencias al clasicismo griego y a algunas de las obras de filósofos ilustres como Platón y El banquete. La arquitectura y el diseño también tienen un papel fundamental y si se conocen estas disciplinas a fondo seguro que se aprovecharán mucho más las páginas del genial artista.
Para los menos eruditos en el tema, queda un guión clásico pero cuidado en sus formas que nos narra un viaje vital, el último de su vida probablemente, que inicia un maduro profesor de Arquitectura del estado de Nueva York, el señor Asterios Polyp, de ascendencia griega cuando un rayo prende fuego a su inmueble y todas sus pertenencias quedan arrasadas por las llamas. Ese rayo será el detonante de un viaje de autodescubrimiento, como lo son todos los viajes desde la Odisea, que le llevará a convivir con gentes y profesiones nuevas mientras intenta buscarle un sentido a su vida, perdido muchas veces en los recuerdos del pasado.
Mazzucchelli va narrando capítulos cortos y va dedicando cada uno de ellos, intercalándolos, al presente y pasado de Asterios, centrando sus recuerdos en el amor de su vida, su esposa Hana, escultora de profesión. Quizás lo más novedoso en la historia sea el hecho de que el narrador omnisciente es en este caso el gemelo no nato de Asterios. Y es que sin duda el tema de la dualidad es uno de los más importantes de este cómic -y uno de los más evidentes- y de los que ejemplos más claros se tienen. El autor hace uso de paletas de colores bien diferentes para separar los hechos del pasado y del presente, concretamente amarillos claritos y suaves azules, echando mano del rojo cuando los sentimientos son más encendidos.
A veces me da la impresión de que en cada capítulo Mazzucchelli pretende experimentar con una técnica diferente, jugar con las diferentes perspectivas y puntos de fuga; usando viñetas de todos los tamaños y formas y variando su posición en la página; a veces ni las usa, tan solo el fondo de la página en blanco; los bocadillos tienen formas bien definidas dependiendo de quién hable y la rotulación también es propia de cada uno de los personajes que van apareciendo; por boca de algunos de ellos se plantean diferentes ideas, cuestiones filosóficas o históricas sobre el arte, la arquitectura, la esencia de las personas o el pasado de los ciudadanos norteamericanos.
A veces existen una serie de contrastes bruscos -¿dualidad?- entre una página con unas pocas ilustraciones y otras donde abundan los detalles de decoración de una habitación interior, por ejemplo. Todo obedece a la pericia de su autor, que es capaz de dibujar cualquier cosa en el interior de este tebeo.
Hay mucha simbología también y de ahí mi opinión de que mucho se perderá por culpa de la incapacidad del lector de encontrarle sentido a todo. Y es que estamos ante una obra puramente gráfica, donde hay algunos capítulos que llaman la atención por sí solos sin necesidad de pertenecer a una historia mayor. Mis favoritos son aquellos que nos encontramos ya pasados el ecuador de la historia: el primero sería el de la ampolla en el pie, que despierta una serie de recuerdos de su matrimonio y que está contado en formato apaisado y en tonos azules (en el pasado, por lo tanto) y rosas; seguido de inmediato por esa renovación del Mito de Orfeo en clave moderna, sustituyendo los infiernos clásicos por las profundidades del Metro en tonos oscuros y un ambiente tétrico inigualable, lo que nos retrotrae a las mejores tragedias griegas, de lo que esta obra tiene mucho una vez terminada. También me ha gustado mucho los encuentros oníricos e imposibles netre los dos hermanos gemelos y una muestra de los innumerables caminos por los que puede llevarnos la vida.
Es una obra compleja, sí, que cuenta una historia en el presente que es constantemente interrumpida por saltos al pasado que no tienen un orden cronológico claro; donde la parte gráfica es la más importante, aunque eso no le quita mérito a la parte escrita. Sencillamente que la maestría en el uso de las técnicas de dibujo de Mazzucchelli sobrepasa a su capacidad narradora, pero es fácilmente disculpable ante la avalancha que suponen los dibujos de las páginas, sus composiciones y sus colores.
La editorial Sins entido ha conseguido una edición perfecta y no me puedo ni imaginar el enorme trabajo de rotulación y de maquetación que ha tenido que ser, donde hasta la portada es diferente y original. Asterios Polyp sin duda lo merece, una de los grandes cómics del momento, que quizás no alcance el estatus de obra maestra de nuevo por lo dicho anteriormente, por su trama simple y algo común. O quién sabe, quizás eso de igual, al fin y al cabo si uno pasa grandes momentos leyéndolo y disfrutando del arte de Mazzucchelli.






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