sábado, 28 de mayo de 2011

House. Séptima Temporada

Un momento importante en la carrera del Dr. Gregory House, de inflexión en su vida y en la de la producción de la serie, la cual ya empieza a dar síntomas de agotamiento de la fórmula. Y es hay que recordar que, pese al gran personaje interpretado de manera magistral por Hugh Laurie, la serie no ha dejado de ser un procedimental desde su mismo estreno, siendo fiel a la misma estructura y prácticamente a los mismos personajes.

Las recientes noticias de que las aventuras y desventuras de House finalizarían el año que viene en su octava temporada y la no inclusión en la misma de la actriz Lisa Edelstein, la cual ha tenido un papel predominante en la temporada que nos ocupa; me hace pensar en si habrá tenido algo que ver o no con el final de temporada, mucho más bestia de lo habitual y con un cierto toque de que podría haberse convertido perfectamente en la clausura de toda la serie.

Pero para eso todavía queda un largo año y más de una veintena de episodios. De momento vamos a ver qué nos ha deparado esta nueva entrega de esta interesante mezcla de drama y comedia en un hospital de New Jersey.

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Al igual que ha pasado con otras series actuales que se están alargando más allá de los cinco o seis años de carrera televisiva –las similitudes con Supernatural son muchas más de las que se aprecian a simple vista- House ha decidido seguir apostando por el humor desenfrenado mezclado con el desarrollo parcial de las vidas de los secundarios que pululan alrededor de Laurie, único protagonista de verdad y centro de todo lo que ocurre en el Hospital Universitario Princeton-Plainsboro (no lo busquéis, que no existe en la realidad). La primera parte de esta temporada estará centrara en la nueva relación romántica entre House y Cuddy. Teniendo en cuenta que la segunda está preocupada por el compromiso del primero, por su niña pequeña o por el buen funcionamiento del hospital; mientras que House está más metido en una relación física y sexual, luchando día a día por permanecer alejado de las drogas que le quitan el dolor; en realidad la oportunidad para los malentendidos y las gracias es más que evidente. Los mejores momentos son aquellos en los que House debe adecuarse al estilo de vida responsable que se espera de él, claro que para ello siempre podrá contar con la colaboración –voluntaria o no- de Wilson, ya sea para hacer de canguro de la hija pequeña de Cuddy –que acaba tragándose una moneda- o de inesperado instructor para que consiga plaza en un prestigioso colegio.

A los secundarios habituales, ya completamente estancados en su desarrollo como personajes, se les unirá la joven y brillante doctora Masters –interpretada por Amber Tamblyn (127horas) en sustitución de 13 por los compromisos con el mundo del cine que mantendrán alejada hasta los capítulos finales a Olivia Wilde (Tron Legacy)-. Masters es idealista, superdotada y con un sentido de la moral demasiado estricto para lo que de ella se requiere en el equipo de diagnóstico de House, lo que dará pie a multitud de enfrentamientos entre ambos.

Por otro lado Foreman sigue pululando sin mucho sentido, sin duda el personaje más dejado de lado; Taubb y sus líos de faldas acaparará algo más de protagonismo y Chase continúa con su particular nueva soltería. Wilson sigue siendo la perfecta comparsa, el amigo fiel a través de cuyos ojos tenemos un retrato mucho más certero de House de lo que podríamos imaginar. Algo que no lo librará de una nueva decepción en el terreno amoroso.

Así entre tira y afloja van pasando algunos buenos capítulos, como el del brote de viruela y otros más normalitos que se dejan ver exclusivamente por las excentricidades de House, que el día que va a conocer a su suegra no se le ocurre otra cosa que drogarla y dejarla dormida –interpretada por Candice Bergen y volviendo a aparecer en varios capítulos importantes-. O el de la paciente que es capaz de recordar absolutamente todo lo que le ha pasado en la vida.

Es loable como los guionistas son capaces, cada cierto número de capítulos, de obsequiarnos con auténticas joyas de la televisión. Esto es algo que se ha ido repitiendo en todas las temporadas y el aficionado no puede más que estar pendiente de cuándo llegarán. En este caso y a mitad de temporada, se tituló Dos historias y nos trae a House en uno de esos días en los colegios en que los padres van a contar qué hacen a los niños. Además supone el inicio del revuelo que lo cambiará todo en la vida del buen doctor; a la siguiente semana House tomará consciencia de que su felicidad es una distracción que le impide salvar pacientes –un tema recurrente desde hace ya algunos años- algo que le afectará profundamente cuando sea Cuddy la enferma, algo que acabará con su relación.

Curiosamente, con la vuelta del House de toda la vida la serie parece enderezar el rumbo y apretar el acelerador. El tiempo que pasa House en el hotel “desintoxicándose” de Cuddy no es más que un indicio de lo que está por ocurrir; la vuelta de 13 y su pasado delictivo en otro gran capítulo; la marcha definitiva de Masters y el trío final de capítulos, a cada cual más devastador.

Y es que aquí hay algo que rompe definitivamente con todo lo anterior. Pese a todos sus defectos, House siempre ha sido un personaje a envidiar por gran parte del público, no sólo por ser atractivo e inteligente, sino por esa cualidad –algo exagerada en el mundo de la ficción- de decir y hacer siempre lo que piensa y salir airoso de ello, la mayoría de las veces triunfante y las que menos indemne. Pues bien, eso se ha acabado.

Si tras acabar internado en un psiquiátrico, el continuo uso y abuso de drogas y prostitutas para aliviar su existencia o la incapacidad para tejer una relación emocional hacia cualquiera de sus congéneres; si tras todo eso todavía quedaba un atisbo de simpatía hacia House, tras ver este final de temporada se perderá para siempre. Si no teníamos claras sus tendencias suicidas, lo que se hace a sí mismo es desesperado y la solución que elige para acabar con todo y romper con su vida exagerada y cogida por los pelos.

Como he dicho antes, con la renovación de la serie pendiente hasta bien entrada la temporada, no me extrañaría que se hubiese pensado en un final a medio camino entre la continuación o no de la serie. El caso es que en mi opinión me ha parecido muy bestia; un punto de no retorno que espero no se les ocurra deshacer, porque entonces la cosa quedaría todavía peor. Habrá que esperar todo el verano para ver cómo vuelve el Dr. House de donde quiera que se haya ido. Y sobre todo quién sigue aquí para esperarlo. 

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