miércoles, 22 de junio de 2011

The Killing. Primera temporada


13 episodios, uno por cada día en el caso del asesinato de Rosie Larsen. Las pistas se han sucedido, han sido varios los sospechosos, pero al final sólo puede quedar un culpable. ¿O no?

Porque si algo ha quedado claro tras el final de esta temporada, es que cualquier cosa puede pasar en el estreno de la segunda. Un cliffhanger espectacular, algo tramposo todo hay que decirlo, que nos deja con toda la tensión y la intriga y las ganas de una segunda temporada, renovada ya a estas alturas por la AMC (Mad Men, Los muertos vivientes) y confirmándose así como una de las sorpresas de la temporada -que una nueva serie de crímenes triunfe con todas las que hay en la parrilla es toda una novedad-.

Sin embargo no todo han sido críticas positivas. La serie empezó mucho mejor que como ha ido desarrollándose y como ha acabado -mis primeras impresiones, justo aquí-. The Killing juega a ser diferente: la pareja de policías formada por la obsesiva Sarah Linden y su nuevo compañero Holder son como la noche y el día, con nada en común excepto sus problemas personales. Mientras que Linden tiene que lidiar con un hijo adolescente y un prometido al que se le acaba la paciencia; Holder lleva a cuestas su propia carga personal, con un pasado violento y desagradable en narcóticos del que acabó huyendo.

La familia que sufre la gran pérdida de su hija mayor se desmorona a ojos vista; mientras que la madre no es capaz de afrontarlo el padre se ve obligado a hacer frente a un pasado en la mafia polaca como matón, vida que dejó atrás y a la que nunca pensó en volver. Además, poco a poco la cosa va cansando más y más.

Como último eslabón de la cadena, el cadáver de la niña fue hallado en el maletero de un coche perteneciente a la campaña política del candidato a la alcaldía de Seattle Darren Richmond, un hombre al que la pérdida de un ser querido no le es ajena.

Todos irán relacionándose los unos con los otros a través de la investigación de Linden y Holder, de forma clara y pausada; prestando mucha atención a las relaciones personales y a los sentimientos. Hay mucho detalle en esta serie, cuyo entorno lluvioso y triste es un personaje más de una historia llena de sorpresas y giros en la faceta policial y que se complementa con los avatares del sufrimiento de una familia media norteamericana, así como los tiras y afloja políticos en una campaña a la alcaldía, sin duda lo menos interesante de todos estos capítulos.

The Killing es diferente y por ello me ha gustado mucho. Me ha encantado el personaje de Linden y la interpretación de Mireille Enos, su relación con su hijo y con Holder y la trama detectivesca. Y sobre todo me ha encantado el final, que deja con ganas de más, de mucho más. Y eso que ni siquiera es un buen final, hay que reconocer que es algo tramposo. Pero es igual, a mí me han atrapado: me habían engañado. 

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