La NBC no da con la tecla y su nueva serie no ha empezado
nada bien en el mercado americano, donde ha tenido un mal estreno. Y es que la
sombra de Mad Men es alargada y
parece que se han subido al carro deprisa y mal.
Ambientada también en los años 60, nos narra los primeros
coletazos del imperio Playboy como subtrama mientras en primer plano se
desarrolla otra más movida: una nueva conejita recién llegada, Maureen (Amber
Heard, The Guard), es atacada en su
primera noche y por accidente acaba matando a su acosador, que resulta ser el
jefe de la mafia de Chicago. Nick Dalton (Eddie Cibrian), famoso abogado de
moda y aspirante a Fiscal del Distrito, presencia por casualidad los hechos y
decide encubrir y proteger a la joven, ya que en su haber tiene un pasado
familiar con la Mafia. Un poco embrollado, ¿verdad? Si a eso le añadimos que
Maureen acaba enemistada con la antigua novia de Nick y madre de las conejitas y los problemas personales de sus compañeras
en la Mansión Playboy, entre fiesta y fiesta acabamos con un Piloto atropellado
tras el que no queda claro de qué va a ir la cosa.
Ni la ambientación de Mad
Men, ni sus sobrias actuaciones y por supuesto sin sus hábiles diálogos, ni
producción ni nada que se le parezca. Los actores son demasiado sosos y lo que
ocurre demasiado increíble, ni siquiera el club me parece nada del otro mundo. Lo
de Tina Turner y Hef, ni merece la pena comentarlo.
Normalmente suelo darle el beneficio de la duda a cualquier
nuevo estreno de forma que acabo viendo su Piloto y siguiente episodio. Pero
con esta ni lo voy a intentar. Se le notan demasiado las costuras y no me ha
generado ningún tipo de interés, sobre todo si tenemos en cuenta el
espectacular panorama de estrenos que se nos viene encima estas semanas. Otro
batacazo para la NBC y van unos cuantos seguidos.



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