miércoles, 7 de diciembre de 2011

Astro City: estrellas resplandecientes, de Kurt Busiek, Brent Anderson & Alex Ross

Último tomo de la serie que ha sido publicado tanto en Estados Unidos como en España, en la fantástica edición de Norma que llega a recopilar todos los números en ocho entregas de lujo. En este caso se reúnen una serie de especiales más contenidos que lo que vino a ser la mayor saga ambientada en Astro City: La Edad Oscura. Antes de eso la serie había sido una mezcla de capítulos cortos y sagas que rondaban los cinco o seis capítulos –de toda esa primera etapa ya hablé aquí-.

Busiek vuelve de nuevo al terreno que mejor domina, que no es otro que esa fugaz visión, diferente a la habitual, del tan manido mundo de los superhéroes y donde siempre apuesta por ese sentido de la maravilla y clasicismo que tenían los cómics de antaño.

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El primer especial está protagonizado por Samaritano y su mortal enemigo Infiel y es bajo el punto de vista de éste que conoceremos su relación y cómo han llegado al momento actual, en el que comparten una agradable velada culinaria con cierta tensión acumulada. Infiel es un personaje anciano, inmortal y cuyos poderes, emparentados con los propios de Samaritano, lo acercan más a la magia que a la ciencia, de modo que no deja de ser un clásico encuentro entre Superman y la magia, uno de los pocos recursos de los que echan mano los guionistas para poner en apuros al Hombre de Acero. La historia tiene un cierto toque oriental que la hace muy interesante.

El siguiente capítulo de este tomo está protagonizado por un héroe de nuevo cuño del que yo no tenía mucha idea y del que estoy seguro ya hemos visto alguna plancha dibujada a lo largo de todos estos años. Belleza, una especia de androide muy parecido a una muñeca que al mismo tiempo que combate junto con la Guardia de Honor intenta encontrar sus orígenes. De nuevo una historia vieja bajo una perspectiva nueva, en este caso la duda existencial de esos personajes que sin ser humanos acaban relacionándose con estos, como le ocurría al sintezoide la Visión o a Tornado Rojo, personajes con muchas características comunes. La historia es un poco repetitiva pero acaba bastante bien, con una buena conclusión.

Los siguiente son dos miniseries de dos números cada una protagonizadas por dos héroes del universo Astro City bien conocidos: Astra y el Agente de Plata. La primera es la miembro más joven de La Primera Familia y acaba de graduarse, con todo lo que ello supone para una adolescente superpoderosa que siempre tiene a la prensa rosa detrás, lo que le dificultará pasar más tiempo con su novio. El equivalente a Los Cuatro Fantásticos de Marvel, Astra sería el fiel reflejo de lo que ocurriría si Franklyn Richards creciera a ritmo normal y dejara de ser un eterno niño con poderes latentes. Tanto guionista como dibujante dan rienda suelta a cantidad de ideas propias de la ciencia-ficción y que no sobrarían en la serie del famoso cuarteto.

Finalmente el Agente de Plata tiene de nuevo el protagonismo tras sus esporádicas pero imprescindibles apariciones en La Edad Oscura, de modo que esta miniserie en dos partes se puede ver como una explicación a la participación del superhéroe en la gran saga de la colección o como una especie de epílogo a la misma. Aquí hay varios conceptos interesantes: por un lado, por su iconicidad e importancia, el Agente de Plata podría ser perfectamente un homenaje al Capitán América. Sin embargo, en esta historia trascendental sobre viajes en el tiempo se tiene muy presente el tema del legado del protagonista, que acaba sirviendo de inspiración para un cuerpo de protección y seguridad al más puro estilo Legión de Superhéroes, cuyo modelo no era otro que Superman. O quizás se trate de un homenaje en plan más terrenal a los Linternas Verdes y todo su Cuerpo de policías espaciales, quién sabe. El caso es que se explican algunas ideas de la anterior saga al mismo tiempo que la vida del Agente de Plata.

Completa de nuevo la edición del tomo una serie de extras sobre la creación de varios personajes –también contiene un prólogo de Mark Waid-, su diseño con bocetos explicativos y demás. No me queda muy claro el tipo de relación creativa que comparten Alex Ross, portadista oficial y Brent Anderson, dibujante de interiores. No sé quién se encarga del grueso de diseño de personajes, de escenarios exóticos o de tecnología imposible, aunque me inclino por una colaboración bastante ajustada, dado el nivel de detalle de muchas ideas con apenas desarrollo pero con mucho futuro.

Busiek sigue realizando lo que mejor se le da hacer, tras el gran esfuerzo que le supuso acabar de cuadrar todas las tramas de La Edad Oscura: historias más contenidas, centradas en unos pocos protagonistas y con el homenaje claro a sus personajes favoritos de toda la vida. La labor de Ross sigue tan buena como siempre y Anderson continúa añadiendo páginas a su extenso currículo, con ese estilo feote que parece va acentuando con el paso del tiempo –sobre todo en los primeros planos-.

Finaliza una nueva etapa en la colección, que no ha visto nuevas entregas desde entonces. Con el errático historial de publicación no es de extrañar y habrá que esperar a ver cuánto tiempo pasa hasta que un nuevo capítulo de Astro City vea la luz. Espero que no sea mucho tiempo, porque ya empiezo a añorar a la brillante y multifacética ciudad ideada por Busiek y plasmada en el papel por los talentos de Ross y Anderson. 

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