Una de las series británicas más exitosas del momento que va
ya por su tercera temporada y que ha anunciado hace poco la renovación para una
cuarta. Ocho capítulos más que vienen a sumarse a los 13 anteriores, a los que
hay que sumar un especial emitido en la web de la cadena E4 y que venía a hacer
de puente entre la segunda y tercera temporada, ya que había ocurrido un hecho
significativo en los despachos que necesitaba de explicación en la ficción: el
actor Robert Sheehan, que interpretaba al personaje más conocido de la serie,
el irreverente Nathan, abandonaba la producción y en dicho episodio fantasma se
explicaban las razones, con todo el humor que le caracteriza –lo del conejo,
sencillamente, no tiene nombre-. La acción, por cierto, transcurría en Las
Vegas.
Los guionistas de la serie lograron una segunda temporada
muy redonda y que acaba en un punto difícil de continuar si se quería ser fiel
a la esencia de la serie: al abandono de uno de los protagonistas se sumaba que
sus personajes ya habían cumplido con su labor de servicio a la comunidad y
además habían perdido sus poderes, siendo reemplazados por otros que el público
desconocía. Así que tocaba un reboot en toda regla, introduciendo un par
de personajes nuevos como Rudy, el cual puede duplicarse a sí mismo en graves
momentos emocionales y que se supone debe llenar el vacío dejado por Nathan; y
Seth, el traficante de superpoderes del último episodio, el del especial
navidad, que pasará a ser recurrente en las tramas.
Por desgracia, aunque los chavales acaben volviendo a tener
que cumplir servicios o sigan asesinando impunemente –siempre por error- a todo
el que se cruza por el centro, esta última entrega de Misfits ha sido la
más descafeinada y me ha parecido mucho peor que la temporada anterior. Echo en
falta una trama más arraigada en todos los episodios como la que envolvía al
hombre de la máscara, que aquí sigue dando coletazos pero de una manera poco
convincente. En esta temporada se han centrado más en cómo reaccionan a sus
nuevos poderes y a seguir ofreciendo historias delirantes en cada uno de los
capítulos como zombies, intercambios de cuerpos, espíritus, alguna que otra
reflexión sobre el heroísmo o, la mejor de todas, una Inglaterra bajo el
dominio nazi, con el mejor momento de todo el año cuando Kelly se encuentre con
Hitler.
¿Es esto suficiente para mantener la serie a flote? Pues
parece que sí. Creo que han salido perdiendo con la marche de Nathan, pero sin
embargo es todo un acierto que Rudy, su sustituto, mucho más deslenguado que
sus compañeros, tenga su personalidad propia y no se convierta en un mero
doble. Sigue habiendo mucho sentido del humor bestia, lenguaje malsonante,
sexo, violencia y argumentos delirantes que llevan la cosa hacia terrenos
inexplorados. Pero, sin saber muy bien cómo, han perdido algo de frescura y la
cosa ya me parece redundante y ya vista.
Aún así se las arreglan para dejar la cosa en su última
entrega con un cierto interés, para que volvamos el año que viene a por más
ración de Misfits, sobre todo con esa separación del grupo que ha tenido
lugar en los momentos finales del último episodio. ¿Cómo resolverán los
guionistas problemas como la muerte o el viaje en el tiempo? Seguramente de la
manera más graciosa y alocada posible.




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